En una hipotética Liga en la que los partidos durasen sólo 45 minutos y no 90, el Real Madrid sería líder con tres puntos de ventaja sobre el Barcelona pese a tener un partido menos (39 por 36), el que debe disputar ante el Leganés en Butarque. Pero la realidad, la cruda realidad, es otra bien distinta: los blancos están ahora a 16 puntos de los azulgranas (48 por 32) y ya han dicho prácticamente adiós al título —salvo milagro que muy pocos esperan— cuando aún no se ha llegado al ecuador del campeonato.
La derrota en el Clásicodel pasado 23 de diciembre (0-3) abrió una brecha insalvable con el equipo de Ernesto Valverde, y ahora el empate de Balaídos (2-2) la ha hecho aún más profunda. Lo cierto es que los blancos ganaban al Celta por 1-2 al descanso, pero el conjunto vigués pasó por encima de los hombres de Zinedine Zidane a la vuelta de vestuarios. 2-2... y gracias. Maxi Gómez estableció la igualada, pero diez minutos antes Keylor Navas le había parado un penalti a Iago Aspas.
Otra incomprensible desconexión de los madridistas a la vuelta de vestuarios, como ya le había ocurrido quince días atrás ante el Barça (0-0 al descanso).
Y es que, en lo que llevamos de campeonato (18 jornadas, aunque el Madrid ha jugado un partido menos), el Real Madridha marcado 23 goles en las primeras partes y ha encajado seis. Pero es que su balance en las segundas mitades es de nueve tantos anotados por diez encajados. Es decir, los rivales le marcan más goles de los que anota. En este aspecto, el Barcelona es el mejor equipo de la Liga con 35 a favor y sólo cuatro en contra en las segundas partes.
Y es que el Madrid ha dejado escapar puntos en cuatro encuentros esta temporadas en las segundas partes. En los tres que han perdido —ante Barcelona, Girona y Betis— y anoche frente al Celta. En total, los blancos han dejado escapar nueve puntos en esos cuatro choques a la vuelta de vestuarios. Por el contrario, el Madrid no ha sido capaz de mejorar ningún resultado en las segundas mitades.
¿Cuáles son los motivos? Zidane descarta que se trate de un bajón físico, ya que entiende que sus jugadores se esfuerzan sobre el terreno de juego, y lo atribuye más bien a un problema de confianza. "Correr, corremos. Ha sido una buena primera parte. En la segunda... no es una cuestión de correr. Es más como el segundo gol, que se da una sucesión de errores", explicaba el técnico francés en la sala de prensa de Balaídos.