Dentro de unos días se cumplen diez años desde que el regatista Nikolaos Kaklamanakis se aproximara hasta el centro del Estadio Olímpicos de Atenas y encendiera una gran antorcha con forma de obelisco, diseñada por el arquitecto valenciano Santiago Calatrava, que se alzó para iluminar a todos los espectadores.
La inversión en instalaciones para Atenas 2004 rondó los 9 mil millones de euros y la mayoría se levantaron específicamente para la celebración de estos Juegos. Esos escenarios, son ahora desolación y abandono. Desde aquella cita apenas se ha invertido en el mantenimiento de estos espacios, que lejos de ser el recuerdo de un evento que atrajo la mirada de más de 4,5 mil millones de personas a través de la televisión son la viva imagen de la decadencia.
El centro de remo o de kayak son hoy tan solo agua estancada y el hockey, por ejemplo, el hábitat de malas hierbas. El centro de natación se usa, de forma esporádica, para partidos de waterpolo y el Estadio Olímpico es visitado por el Olympiacos o el Panathinaikos de baloncesto. Otras, con suerte, sirven para la celebración de bodas y otros eventos sociales.
Los más optimistas aseguran, no obstante, que Atenas 2004 sirvió para que los helenos disfruten en la actualidad de nuevas líneas de tren y metro que facilitan el movimiento por la ciudad.
Por el momento, se realizará un estudio a cargo del Instituto de Estudios Económicos e Industriales (IOBE) de Grecia, que verá la luz a final de año y que será financiado por Gianna Angelopoulos, presidenta del comité organizador de Atenas 2004. Se quiere analizar de forma pormenorizada los costos y consecuencias que la cita implicó para Grecia.