Desde fuera del ciclismo se lleva tiempo hablando de posibles motores dentro de las bicicletas de los ciclistas profesionales. Se empezó acusando, sin pruebas, al suizo Fabian Cancellara. Después se sospechó de algunos otros e incluso se pensó que la bicicleta del canadiense Ryder Hesjedal podría llevar uno cuando se cayó en la pasada Vuelta a España y su bici continuó girando.
Todas estas teorías fueron desmentidas. Pero la UCI no se rinde y sigue pensando que existe el dopaje tecnológico, consistente en la colocación de un pequeño motor en el interior del cuadro de la bici que activa el propio ciclista. Como si de una bicicleta eléctrica se tratara, el propio corredor es quien la enciende y consigue un impulso extra.
Pues bien, en ese afán de buscar ese posible motor, este jueves el Jurado Técnico del Giro de Italia ha decidido inspeccionar una serie de bicicletas para comprobar si hay o no motores en su interior. Y entre los elegidos estaba Alberto Contador.
Junto a la del pinteño, han cogido la bicicleta del ganador de etapa, el belga Gilbert; la del italiano Nocentini; la del francés Elissonde; y la del canadiense Hesjedal, todos ellos entre los 26 primeros de la etapa.
Como explicaron los comisarios, fueron "controles no anunciados para verificar la ausencia de motores escondidos" a través de un proceso en el que desmontan el sillín o eje pedalier y así poder observar si hay presencia de algo extraño en el interior. Pero los cinco investigados, elegidos al azar, dieron negativo. Con lo que el dopaje tecnológico o mecánico todavía no ha llegado al Giro.