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Mosquera cede y pierde tiempo ante Nibali a falta de la última etapa

El ciclista español Ezequiel Mosquera (Xacobeo) ha terminado mal la etapa y ha perdido doce segundos más respecto al líder de la Vuelta, el italiano Vicenzo Nibali, que ahora le aventaja en 50 segundos. La victoria de etapa ha sido para el belga Philippe Gilbert.

El belga Philippe Gilbert (Omega Pharma) alzó la espada vencedora al adjudicarse en un final de prueba clásica la decimonovena etapa de la Vuelta disputada entre Piedrahíta y Toledo, de 231,2 kilómetros, en la que el italiano Vincenzo Nibali (Liquigas) endosó en un corte final del pelotón 12 segundos al español Ezequiel Mosquera en la víspera de la batalla decisiva de la Bola del Mundo, en Madrid, por lo que reforzó el maillot rojo.

Un corto repecho final cerca de meta ofreció un final de clásica en la que un clasicómano de la talla de Gilbert podía ofrecer su talento, como ya hizo en la tercera etapa que se adjudicó en Málaga. El ciclista valón pescó en su terreno con uno de sus postreros arranques que rompen el pelotón y cortan el aliento a los rivales.

Y así sucedió, ya que Gilbert, de 28 años, entró en la meta con un segundo de ventaja sobre el estadounidense Tyler Farrar (Garmin) y el italiano Filippo Pozzato (Katusha). Con el mismo tiempo, muy atentos a la hora de soldarse a la rueda del ciclista belg, pasaron un grupo, entre ellos el líder, el italiano Nibali, y el tercero de la general, el eslovaco Peter Velits (Columbia). Ambos estuvieron atentos y sabían que la rueda buena era la de Gilbert, y no se equivocaron.

Ezequiel Mosquera (Xacobeo) entró "sin gas", al límite, a 12 segundos de Nibali, un mordisco inesperado la víspera de la batalla de la Bola del Mundo. El español se quedó cortado a 1300 metros de meta, cuando casi se cae Frank Schleck. "Eze" perdió el ritmo y se pegó el calentón tratando de enlazar. Con la carrera lanzada por delante el aspirante a ganar la Vuelta no pudo contactar, lo que le costó un pequeño disgusto.

La suerte está echada. Nibali y Mosquera, separados por 50 segundos, se van a pelear en la inédita cima de la Sierra de Madrid. Toca morir encima de la bicicleta. Mosquera anuncia que si tiene fuerzas atacará sin cuartel, no le queda otra. Camina o revienta.

Nibali espera tranquilo. Este chico de 25 años, el "tiburón de Messina", no se altera. "No conozco la Bola del Mundo, pero no me da miedo. Ya he subido el Plan de Corones y el Mortirolo", así que no encuentra motivos para temer nada. Si acaso, al propio Mosquera, al que desde el inicio en Sevilla señaló como "rival número uno".

Esperan la pelea entre ambos Peter Velits, a 1.59 y "Purito" Rodríguez, quien sigue sin arrojar la toalla. El ciclista de Barcelona quemará las naves desde lejos y advierte de que las diferencias en la subida a la Bola pueden ser enormes.

La etapa se le hizo eterna al pelotón. La más larga de la 75 edición con un maratón de 231 kilómetros. Un aperitivo antes de la traca final que desgastó a todos. Había respeto en la salida de Piedrahíta. Tras un comienzo tranquilo, se afrontó de entrada el Puerto de la Chía (2a) con el grupo compacto. En la primera hora se cubrieron 29 kilómetros.

Pasada la dificultad y después de múltiples intentos, se formó una escapada con los españoles Jufre (Astana), Ortega (Andalucía) y Florencio (Cervélo) y el alemán Roels (Milram). El pelotón no se inmutó y se presentó en el paso intermedio de El Barraco, en Ávila, el pueblo de Carlos Sastre, con un retraso de 8.45 minutos, aunque la diferencia máxima fue de 12.

Los equipos de los esprinters no estaban dispuestos a desperdiciar una opción de victoria. El Columbia, Footon y Quick Step, principalmente, impulsaron el grupo hasta dar caza a los escapados a 12 kilómetros de Toledo. Empezaba otra etapa, pero con dificultad final en forma de repecho de 6 por ciento de desnivel a un paso de la meta.

Hubo saltos varios. Lo intentó Carlos Barredo, también Luis León Sánchez en compañía del australiano Matthew Goss (Columbia), el colocador de Cavendish. Pero el último tramo no era para esprinters. Eso lo sabia Gilbert, quien arrancó a falta de 3 kilómetros para imprimir un ritmo difícil de seguir.

Nibali anduvo listo y se apuntó al furgón delantero porque el final le venía bien. Gilbert hizo de maquinista y no cedió hasta levantar los brazos por segunda vez en la Vuelta. El ganador de la Amstel Gold Race conquistó la ciudad de las tres culturas y firmó la cuarta victoria de la temporada.

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