El rey del rock estuvo destinado en Alemania durante el servicio militar. Y allí se encaprichó de uno de los coches más carismáticos de la época, el BMW 507, del que la marca alemana solo llegó a fabricar 254 unidades. Y Elvis Presley adquirió justo el ejemplar que la marca expuso en el Salón de Fráncfort de 1957, en el lanzamiento del modelo.
Elvis se lo llevó a Estados Unidos en 1960 y posteriormente lo vendió. A partir de ahí, el coche sufrió innumerables vicisitudes, como que se le pusiera el motor de un Corvette de competición. Fue pasando de coleccionista en coleccionista hasta que lo compró Jack Castor, que al investigar su procedencia decidió enviarlo a la central de la marca para que lo restauraran.
Tras dos años de trabajo, el coche de Elvis Presley ha vuelto a su esplendor original, lo que no ha sido fácil, pues carecía de motor, transmisión o salpicadero y además estaba totalmente oxidado. Su motor 3.2 V8 se ha creado desde cero y a la carrocería se le ha devuelto el color original: Feather White (pluma blanca). Ahora, este trabajo de artesanía será expuesto en el Concurso de Elegancia de Peeble Beach, en California.
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