Ricky Rubio cumple cien partidos en la ACB
Apenas tiene 18 años y afronta este domingo ante el Alta Gestión Fuenlabrada el encuentro numero 100 de su carrera en la ACB. Ricky Rubio ya ha olvidado la lesión de muñeca que le apartó tres meses de las canchas y sigue sumando éxitos a una carrera impecable en la que nunca ha sentido presión.
"En el calentamiento Sito Alonso, mi actual entrenador (y entonces segundo de Aíto), me dijo que estuviera preparado porque igual tenía unos minutos. Yo ya hice la rueda de calentamiento sabiendo que aquel día sería el de mi debut en ACB", añade. Ricky reconoce que cuando revisa las imágenes de aquel partido "se ve a un niño muy delgadito" sustituyendo en la cancha a Elmer Bennett que para él era "una referencia".
En la temporada siguiente, la 2006-07, Ricky Rubio, con apenas 16 años, ya se confirmó como un jugador importante del primer equipo, participando en 43 partidos del DKV Joventut (entre Liga Regular y 'play-off'). Acabó siendo el jugador revelación de la competición. "Fue bonito, pero en aquel momento tampoco le di mucha importancia. Era el primer reconocimiento individual importante, pero en ese momento yo tenía claro que era sólo un primer paso", comenta. La pasada campaña ya fue, junto a Rudy Fernández, una de las grandes referencias de un equipo que conquistó la Copa del Rey y la Copa ULEB, además de ser elegido en el quinteto ideal de la ACB, junto a Felipe Reyes, Rudy Fernández, Marcelinho Huertas y Marc Gasol, "algo realmente especial, porque son estrellas que hasta hacía muy poco eran ejemplos y referentes".
Su gran año le catapultó a los Juegos Olímpicos de Pekín, donde fue uno de los jugadores importantes de una selección que conquistó la medalla de plata. En sus 99 partidos previos en la ACB Ricky Rubio ha firmado unos promedios de 6,4 puntos, 2,6 rebotes, 1,8 recuperaciones y 9,1 puntos de valoración. Su peor momento ha sido, sin duda, la lesión de muñeca que le ha tenido casi tres meses en el dique seco y le impidió empezar esta temporada. "Detrás del banquillo lo pasas realmente mal. No poder ayudar a tus compañeros es realmente duro y seguramente han sido los meses más duros en mi carrera", reconoce.
Pese a haberse hecho mayor de golpe, Ricky sigue siendo un adolescente al que se le brillan los ojos cada vez que entra en una cancha, donde realmente se siente feliz sin apenas ser consciente de lo que le rodea. "La verdad es que no siento nunca esa presión. El baloncesto es un deporte para disfrutar, y eso es lo único que trato de hacer cuando estoy en una pista".
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