Temor ante la posible desbandada de patrocinadores

Las directrices de la vigente normativa anticorrupción del Reino Unido podría llegar a alejar a los grandes patrocinadores de las escuderías británicas y, en general, del mundo del deporte, según ha advertido un abogado de Lotus al diario vespertino local 'Evening Standard'.

La citada escudería teme que los aficionados a este deporte terminen por retirar su dinero del mundo del automovilismo por miedo a que la actual "cultura de hospitalidad corporativa" que impera en el entorno de la Fórmula Uno pueda ser confundida con soborno.

Ello se debe a una ley de soborno que se aprobó justo antes de celebrarse las pasadas elecciones generales, en mayo del 2010, y que contempla sentencias máximas de hasta diez años de cárcel.

La llamada "Ley de Soborno" detalla dos tipos de delito: uno específico relativo a un directivo deportivo extranjero, y un segundo, que penalizaría a las empresas que no eviten la realización del pago de un soborno a su favor.

Según el abogado de Lotus Jeremy Courtnenay-Stamp, las entradas para presenciar carreras de coches y las ofertas de entretenimiento, que habitualmente constituyen una atracción clave para captar a potenciales patrocinadores, podrían ser interpretados, según dicha normativa, como "moneda de soborno".

"El patrocinador podría sentirse algo nervioso por lo que está haciendo en este área y recortar hasta el extremo de que lleguen a no querer llevar a gente a las carreras por si se ve como algo inapropiado", dijo este letrado al citado rotativo.

Esta situación ha llevado a que las escuderías de este país hayan instado al ministro británico de Justicia, Ken Clarke, a que aclare las directrices de esa ley en lo que se refiere al hecho de llevar a clientes a eventos deportivos, y que según la normativa actual sería contemplado como un "pago por gestión".

El citado rotativo recuerda también que el propio titular de Justicia disfrutó de tres noches de hotel junto con su hijo durante la celebración del Gran Premio de Singapur en septiembre del 2008, una estancia que abonó la empresa British American Tobacco, de la que Clarke fue directivo en el pasado.