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Nadal: el regreso que nunca llega

Tras superar la lesión de rodilla, un virus estomacal retrasa ahora la vuelta del tenista español a las pistas.

Tras superar la lesión de rodilla, un virus estomacal retrasa ahora la vuelta del tenista español a las pistas.
Rafa Nadal, durante su último partido, ante Lukas Rosol en segunda ronda de Wimbledon. | Archivo

El 28 de diciembre de 2012 era el día señalado para que se produjera el regreso de Rafa Nadal a las pistas después de seis meses justos de ausencia, tras caer ante el checo Lukas Rosol –entonces número 100 del mundo y actualmente instalado en el puesto 73– en la segunda ronda de Wimbledon.

Fue el último partido del balear, que tres semanas después de aquella inesperada derrota comunicó su baja para los Juegos Olímpicos de Londres, donde iba a ser el abanderado español –le sustituyó en ese honor su amigo Pau Gasol–. "Tengo que pensar en el bien del deporte español, especialmente del tenis español, y dejar que juegue un compañero mío con mejor preparación", dijo entonces Nadal, aquejado de una tendinitis en la rodilla que aún a día de hoy lo mantiene fuera de las canchas.

En una conferencia de prensa en Mallorca el pasado 17 de agosto, Nadal anunció que padece en su rodilla izquierda el llamado síndrome de Hoffa, una enfermedad crónica que consiste en la inflamación producida por una acumulación de grasa, justo detrás del tendón rotuliano. Suele deberse a microtraumatismos repetidos en la cara anterior de la rodilla. Aunque el dolor no es insoportable, sí es constante y agotador, repitiéndose en cada contacto del pie con el suelo.

Ahora un virus estomacal

Tres meses después de aquella conferencia de prensa, el pasado 20 de noviembre, Nadal volvía a entrenar sobre la pista en su Manacor natal. Se vislumbraba así su regreso inminente, "siempre dentro de la paciencia y con la seguridad de que las cosas van bien", como él mismo confesó, y tres semanas después se anunciaba su participación en el torneo de exhibición de Abu Dhabisu plaza en los Emiratos Árabes Unidos la ha ocupado el también español Nicolás Almagro– que se está disputando este fin de semana. Sin duda una de las grandes noticias esperadas por la afición.

Pero un virus estomacal ha frenado su regreso a las canchas e incluso le ha llevado a renunciar al Abierto de Australia, primer Grand Slam de la temporada que se disputará del 14 al 27 de enero en el Melbourne Park.

"Tal y como dicen los médicos y mi equipo, lo más prudente es hacer las cosas bien y este virus ha hecho retrasar todos mis planes de reaparecer en estos días. Mi reaparición tendrá que esperar hasta el torneo de Acapulco –el torneo de tenis más importante de Latinoamérica, que arranca el próximo 13 de febrero–, si bien no descartaría la posibilidad de reaparecer antes", explicaba Nadal, quien no ha podido entrenarse durante la última semana y deberá seguir guardando reposo durante siete días más.

Un calvario demasiado largo

Lo cierto es que el calvario se le está haciendo demasiado largo a Rafa, que comenzó el año como número dos del mundo y lo cierra en el cuarto puesto de la clasificación tras el serbio Novak Djokovic, el suizo Roger Federer y el británico Andy Murray.

Desde aquel fatídico 28 de junio, el manacorense se ha perdido los Juegos Olímpicos de Londres, el Abierto de Estados Unidos, cuatro torneos de Masters 1000 (Toronto, Cincinnati, Shanghai y París-Bercy), la Copa Masters en el O2 Arena de la capital británica y las dos últimas rondas de la Copa Davis: la semifinal contra Estados Unidos en Gijón y la final perdida contra la República Checa en Praga.

En total, Nadal se ha visto obligado a renunciar a nueve citas de gran calibre, lo que le ha hecho caer a su puesto más bajo en la clasificación de la ATP en los últimos siete años (es cuarto a más de 6.000 puntos de Djokovic y está a 1.310 del tercer puesto que marca Murray). Incluso ve amenazada la cuarta plaza, pues David Ferrer, que viene de realizar la mejor temporada de su carrera con la conquista de siete trofeos, está a sólo 185 puntos de él.

Inicio prometedor

Y eso que este año 2012 comenzó siendo bastante prometedor para el tenista balear después de haber alcanzado la final del Abierto de Australia, que perdió frente al serbio Novak Djokovic.

Tras alcanzar las semifinales en los Masters 1000 de Indian Wells y Miami, Nadal inició de forma espectacular la temporada en tierra batida, su superficie favorita, al hacerse con su octavo título consecutivo en Montecarlo y el séptimo en el Trofeo Godó. Luego llegó el inesperado revés sobre la pista azul del Masters de Madrid, donde cayó en octavos de final ante Fernando Verdasco, antes de conquistar el Masters de Roma y su séptimo título en Roland Garros, superando al mítico extenista sueco Bjorn Borg. En definitiva, cuatro títulos para el manacorense en un espacio de apenas dos meses.

Todo parecía ser un camino de rosas hasta que llegó la temporada de hierba, que resultó ser sencillamente aciaga. En su primer torneo, el de Halle, perdió frente al alemán Philipp Kohlschreiber en cuartos de final. Pero sin duda la gran sorpresa fue la derrota contra Rosol en Wimbledon. Aquello fue el inicio del ocaso para un tenista cuyo regreso se está haciendo demasiado de rogar.

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