Ni llagas ni leyendas han podido con Rafa Nadal. El número 1 del mundo ha alcanzado por tercera vez la final del Abierto de Australia tras liquidar con temple y maestría a Roger Federer por 7-6 (4), 6-3 y 6-3 en dos horas y 24 minutos. Era el trigésimo enfrentamiento y ya suman 23 victorias frente a 10 derrotas. El domingo, a las 9,30 horas, se enfrentará a Stanislas Wawrinka. en el recuerdo, la final del 2009 que ganó al propio Federer y la derrota ante el serbio Novak Djokovic en 2012.
El de Basilea, que ha hecho un espectacular torneo dejando en el camino a Murray o Tsonga, se ha caracterizado por una estrategia táctica muy clara: asaltar la red cada vez que había una mínima oportunidad, desarrollar un juego muy agresivo y batir al rival a base de voleas imposibles. Sin embargo, este viernes, Rafa Nadal lo ha noqueado. Sin duda, ha estado mental y físicamente muy por encima de su rival.
La igualdad entre ambos rivales se mantuvo durante todo el primer set. Federer comenzó con un potente saque, difícil de contrarrestar por Nadal y pronto comenzó a tirar de su patrón de juego. Sin embargo, vio que Nadal no era uno más. En el momento de apostar por jugar desde el fondo de la pista, empezó a encadenar errores no forzados. Nadal, por su parte, sin un gran despliegue de golpes aún, supo subir de nivel en las jugadas decisivas, alargando los peloteos y arrinconando al de Basilea. Aún así, el set se decidió en tie break.
Más fuerte mentalmente
En el segundo set se vio a un Roger Federer desconcentrado, sin acierto en el drive y con un servicio que iba perdiendo eficacia. Además, tras escasas subidas a la red, comenzó a sufrir con unos impecables passings del manacorí. A pesar de esto, el número 5 de la ATP tiró de casta para salvar tres bolas de break en el cuarto juego. La rotura a favor de Nadal llegó en el sexto juego. Se le ponía el partido de cara.
Federer comenzó a ver la derrota cercana e incluso se quejó al juez árbitro de los gritos que Nadal soltaba al golpear.
Con la directa metida
El último parcial fue un paseo y Nadal tenía la directa metida. Nada que ver con el sufrimiento que se vio durante el partido de cuartos frente al búlgaro Dimitrov. El tenista español consiguió romper de nuevo en el tercer juego aunque Federer cogió aire al hacer lo propio poco después.
No fue suficiente. Los 15.000 espectadores del Rod Laver Arena, abierto después de la lluvia caída por la mañana, se pusieron de pie para ovacionar al campeón.