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Chile-Italia en 1976: la Copa Davis de la vergüenza

Pese a las reticencias, Italia jugó la final de la Davis ante la Chile de Pinochet. Los tenistas aprovecharon la ocasión para desafiar al dictador.

Pese a las reticencias, Italia jugó la final de la Davis ante la Chile de Pinochet. Los tenistas aprovecharon la ocasión para desafiar al dictador.
Panatta y Bertolucci, con camiseta roja, al ganar la Copa Davis.

El deporte chileno, como todos los aspectos de la vida chilena, estuvo marcado durante más de una década por la dictadura de Pinochet. Efectivamente, no podía ser de otra manera. Y no sólo el fútbol, el deporte rey, como aquí hemos relatado ya en alguna ocasión.

Cualquier evento, cualquier modalidad deportiva, era óptima para demostrar la supuesta supremacía de la que hacía gala el dictador, o bien para desafiar su tiranía. Y el tenis no fue una excepción. En 1976 la final de la Copa Davis se disputaba en Santiago. Lo que pretendía ser una fiesta, terminó convirtiéndose en la Copa Davis de la vergüenza.

El regalo de la Unión Soviética

En 1976, la Copa Davis estaba ya más que consolidada como una de las competiciones a nivel de selecciones más importantes del planeta. Todos querían jugarla, todos querían ganarla, y todos querían albergarla. Por eso, Pinochet consiguió que la final se jugara en Chile. Era, además, la primera vez que una final de la Copa Davis se jugaba en terreno sudamericano. Enorme logro del Régimen Militar.

Y lo hizo, en cierta medida, gracias a las facilidades con las que se encontró el equipo chileno por el camino. No es menos cierto que en aquellos momentos Chile contaba con un buen equipo –con tenistas como Fillol, Cornejo, Jaime Pinto o el joven Gildemeister-, y que tenía capacidad para llegar lejos.

Pero el regalo de la URSS, sin duda, ayudó. Un regalo que vino a modo de no comparecencia en las semifinales, después de que los soviéticos, con Alex Metreveli como primer espada, se deshicieran previamente de Alemania y España, mientras que Chile hiciera lo propio con Argentina y Sudáfrica. El motivo, el rechazo a la dictadura de Pinochet. El equipo ruso renunció en todo momento a jugar contra un país dominado por tal gobierno, y ni siquiera en terreno neutral –España se ofreció a albergar la semifinal– quiso hacerlo.

Conflicto en Italia

Así que Chile se encontró disputando una final sin haber jugado la semifinal, y en su casa. El rival iba a ser Italia, que vivía un momento álgido de su tenis. Panatta, Barazzutti, Zugarelli y Bertolucci conformaban un equipo temible, que había derrotado ya a Polonia, Yugoslavia, Suecia, Inglaterra y Australia. Era una oportunidad de oro para conquistar su primera Copa Davis.

El problema era que había que visitar Santiago. La casa del dictador Augusto Pinochet. En las tierras de su régimen. No fueron pocas las voces que se levantaron contra el equipo, solicitando su renuncia a la disputa de la final. En televisión. En la radio. Los partidos políticos. La Federación de Tenis que no se pronunciaba… Pero el capitán y los jugadores no querían ni oír hablar de renuncia. Ellos sólo pensaban en ganar. "No es con Pinochet con quien voy a hacer un peloteo", decía Panatta, reciente ganador de Roland Garros.

La situación era tensa, pero cuenta Panatta que pocos días antes de tener que decidir la participación o no, recibieron una carta del Partido Comunista Italiano en la que les señalaban que, pese a las críticas, consideraban que debían acudir al torneo porque Italia merecía ganar la Davis, y no podían permitir que Chile la conquistara sin jugar ningún partido. Poco después fue el Gobierno de Andreotti quien dio vía libre a la Federación para decidir. Posteriormente se conoció que el secretario comunista Enrico Berlinger había mantenido conversaciones con los comunistas chilenos, y éstos le habían indicado que lo mejor contra Pinochet era precisamente jugar aquella final.

El desafío italiano

Finalmente, el 17 de diciembre de 1976 el equipo italiano saltaba a la pista del Estadio Nacional para enfrentarse a Chile. Una pista llena de militares, entre ellos Gustavo Leigh, aunque sin la presencia de Pinochet. Y la primera tarde fue sencilla para los italianos: Barazzutti se deshace sin problemas de Fillol, y Panatta hace lo propio con Cornejo.

El sábado es la jornada de dobles. Tradicionalmente, en aquella época aún era éste el día que se usaba como presentación oficial: himnos nacionales, intercambio de banderas, y las gradas llenas. Y el equipo italiano aprovecha para mandar su mensaje, su desafío a Pinochet: saltan a la pista vestidos de rojo. No de azul, como lo habían hecho siempre, sino de rojo, el color que representaba las ideas contrarias a las de la dictadura.

Panatta relata en la prensa italiana que "fue algo espontáneo, para dar una señal al régimen de Pinochet que, aunque estuviéramos jugando en Chile, no estábamos de acuerdo con lo que ahí sucedía". Bertolucci, su compañero, es quien más se asusta. "¿Estás loco? Nos arrestarán o nos fusilarán", pero después de una discusión, deciden enviar el mensaje.

El partido, como era de esperar, tampoco tiene mucha historia: victoria en cuatro sets de la pareja italiana frente a Cornejo y Fillol. 3-0 en el marcador. El tercer día se jugó por aquello de completar los cinco partidos, pero Italia ya había conquistado, por fin y rodeado de polémicas, su primera Copa Davis de la historia.

Para muchos, fueron unos héroes. El gran equipo tenista italiano de todos los tiempos. Los jugadores que hicieron que el deporte se convirtiera en masivo en el país transalpino. Para otros, no obstante, fueron unos traidores y vendidos, una "Italia indigna, que conquistó una Copa Davis indigna, contra un adversario indigno".

El parecer más neutro, y quizá el más lógico, es el de Mimmo Calopresti, el autor de una película sobre la vida de Panatta: "Yo, que de pequeño me manifesté contra la participación del equipo en Chile, ahora, más de treinta años después, creo que se hizo lo correcto. Porque al final, en el álbum de vencedores de la Davis existe el nombre de Italia, y no el de la Chile de la época de Pinochet".

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