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Djokovic gana el Abierto de Australia por quinta vez

El serbio se ha impuesto al británico Andy Murray, por 7-6 (5), 6-7 (4), 6-3 y 6-0, y consigue su octavo título de Gran Slam.

El serbio se ha impuesto al británico Andy Murray, por 7-6 (5), 6-7 (4), 6-3 y 6-0, y consigue su octavo título de Gran Slam.
Novak Djokovic, campeón del Abierto de Australia. | EFE

El serbio Novak Djokovic derrotó por tercera vez en la final del Abierto de Australia al británico Andy Murray para vencerle por 7-6 (5), 6-7 (4), 6-3 y 6-0, y ganar por quinta vez este torneo en tres horas y 39 minutos.

Este es el octavo título del Grand Slam de Djokovic, que ya lleva 50 partidos ganados en Melbourne Park, donde permanece imbatido cada vez que alcanza el último partido.

Para Murray significó una nueva decepción, pues el británico ya lleva cuatro finales perdidas. Djokovic permanecerá en su puesto de número uno del mundo este lunes. Murray, que optaba al tercero de ganar por fin en Melbourne, se quedará en el cuarto.

Djokovic, que lanzó al final su raqueta al público, iguala con 8 Grand Slams a Andre Agassi, Jimmy Connors, Ivan Lendl, Fred Perry y Ken Rosewall. Todavía está lejos de los 17 de Roger Federer, y de los 14 de Rafael Nadal y Pete Sampras. Además, con su décima victoria consecutiva sobre un jugador situado entre los diez primeros, se convierte en el segundo hombre en la historia de este deporte en ganar cinco veces el Abierto de Australia, a uno solo del australiano Roy Emerson.

La desesperación de Murray

Murray no supo ganar a Djokovic. No aprovechó sus oportunidades en el primer desempate, ni tampoco rematar al serbio cuando parecía hundido físicamente tras ganar el británico el segundo set. "Nole" apenas lograba tenerse en pie, al borde de la fatiga y extenuación y Andy le dejó escapar, para renacer de sus cenizas y conseguir su octavo título del Grand Slam, mientras el de Dunblane se desesperaba una y otra vez.

De la boca del escocés salieron alaridos durante todo el partido. "Estoy absolutamente jodido", "¡demasiado ridículo, ¿cuántas veces lo va a hacer?", o "¡qué inútil, qué inútil¡", con lanzamiento de raqueta al suelo de forma violenta, llenaron un repertorio que reflejaba la gran frustración y desesperación de un jugador que veía como por cuarta vez perdía la final del primer grande de la temporada.

Djokovic es como el fondista checo Emil Zatopek, campeón olímpico en Londres 1948 y luengo en Helsinki 1952. El atleta que recibió los sobrenombres de "La locomotora humana" y "La locomotora checa" parecía hundido en las pruebas de fondo, y luego atacaba cuando parecía al borde de la retirada, sobrepasando a sus rivales para ganar.

Tal y como hizo el jugador serbio, cuyas muestras de fatiga al perder el segundo set, después de dos horas y 32 minutos eran demasiado evidentes, uno de sus tobillos flaqueaba y estuvo a punto de caer al suelo lo que evitó de milagro.

Se repartían mantas negras en el palco de autoridades donde, entre otros, Rod Laver contemplaba el partido, para mitigar los 15 grados y el ambiente fresquito, porque al final y tras interpretarse el protocolario himno de Australia el techo de la central se abrió y entró una brisa que invitó a abrigarse.

Djokovic dominó el primer set con una gran seguridad desde el fondo ganando en una racha de perfección 14 de 15 puntos para dominar por 4-1, pero luego se sucedieron tres roturas consecutivas más para llegar al desempate.

Cuánto le costará olvidar a Murray la doble falta que cometió en el desempate cuando dominaba por 4-2 y luego la volea de derecha que también falló y que supuso el 6-5 para Djokovic. El escocés pidió el Ojo de Halcón tras golpear con rabia el poste izquierdo de la red, pero ya sabía que ese error significaba el primer punto de set de Nole, que el serbio no desperdició con su segundo servicio y un fallo de revés de Andy al resto.

En todos sus enfrentamientos, Murray no había ganado jamás a Djokovic después de perder el primer set, pero esa estadística no pasó por su mente y rápidamente se adelantó 2-0 en el segundo parcial, cuando Novak mostraba ciertos problemas en el tobillo.

Pero Murray estaba este domingo desdibujado y desmoralizado tras perder el primer parcial, y su ventaja se esfumó rápidamente. Con 4-3 para Djokovic se produjo una interrupción de cinco minutos para mover, por seguridad, a un sector del público que molestaba a los jugadores con sus gritos, y a dos de ellos que habían saltado a la pista para protestar.

Tras ese parón Murray ordenó algo más su mente, y logró hacerse con ese desempate. "Cabeza, cabeza", le recordaba su entrenadora, la francesa Amelie Mauresmo, mientras Djokovic se encaminaba al baño.

Djokovic recibía dos botellas de su banquillo con fluidos especiales para recuperarse, lo mismo que Murray del suyo, pero el serbio respiraba con la boca abierta. Parecía mentira que el hombre que ganó al español Rafael Nadal en la final más larga del Grand Slam, en esta misma pista en 2012 (cinco horas y 53 minutos) estuviera tan al límite.

A las tres horas de partido la igualdad era máxima, un set iguales, 3-3 y empate a puntos ganados (98). Era el momento clave y Djokovic tomó impulso de la nada, del vacío para ganar ocho juegos consecutivos. Su fuerza mental se imponía y Murray negaba con la cabeza, no podía, no sabía como enderezar un partido que tuvo en la mano y que dejó escapar, cediendo los últimos nueve juegos seguidos.

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