Imagínese una carretera de 210 kilómetros de papel. Ésta es la longitud (virtual) que alcanza cada año la regulación administrativa a nivel regional, unos 700.000 folios de Diarios Oficiales Autonómicos.
Su volumen no ha dejado de crecer desde 1978 y casi multiplica por 14 el número de páginas que produce anualmente la normativa estatal. Y sus efectos se dejan notar, y mucho, sobre la economía nacional, ya que esta exagerada reglamentación resta productividad y capacidad de innovación al sector privado (empresas y trabajadores).
Así lo demuestra un reciente estudio del Instituto de Empresa (IE) elaborado por los profesores Francisco Marcos y Juan Santaló, bajo el título Regulación, Innovación y Productividad. El informe demuestra que el aumento en la cantidad de regulación autonómica desde 1988 a 2006 ha provocado un "impacto negativo muy significativo en productividad e innovación".
"Nuestras estimaciones revelan que un aumento del 100% en el número de normas y disposiciones autonómicas se asocia con una reducción de la tasa de crecimiento anual de la productividad total de los factores del 3,5% y con una reducción del 80% anual de las solicitudes de patente; de más del 100% de las solicitudes de modelos de utilidad y de entre el 62% y el 112% de las solicitudes de diseños industriales", alertan los autores.
"Comprobamos también que con el aumento en la intensidad regulatoria autonómica cae el número de solicitudes de marcas y de nombres comerciales". Según Marcos y Santaló, "una posible explicación sería que la excesiva carga regulatoria afecta a las barreras de entrada en los diferentes sectores y que la menor competencia estaría relacionada con una menor productividad o con menores incentivos a innovar".
El documento señala que, salvo alguna excepción, no existe una "relación significativa entre regulación autonómica y el número de nuevos establecimientos empresariales por comunidad autónoma". Sin embargo, sí existe una "relación negativa entre intensidad regulatoria y el porcentaje de establecimientos empresariales con más de 200 empleados. Dado que la literatura económica ha demostrado que estos establecimientos son, precisamente, los que más contribuyen a la innovación, el efecto negativo se explicaría por una intensidad regulatoria que afecta proporcionalmente más a aquellas empresas que más innovan", añade.
Es decir, si bien los autores señalan que la excesiva regulación autonómica no reduce de forma sustancial el número de empresas, sí desincentiva el establecimiento de grandes y medianas compañías, las principales responsables de la innovación y la productividad empresarial, con el consiguiente impacto negativo sobre el conjunto de la economía nacional.
El informe también señala que hay importantes diferencias regulatorias entre regiones. "Para hacernos una idea, según nuestros datos (tomados del repertorio de legislación autonómica de Aranzadi, que se elabora individualmente por CCAA), en 2005 Cataluña había promulgado un total de alrededor de 30.000 páginas de regulación con 12.000 nuevas normas. En cambio, Cantabria sólo había adoptado 3.400 nuevas normas, que ocupaban alrededor de 9.000 páginas". Cataluña lidera, así, la producción regulatoria a nivel regional.
Todo ello pone de manifiesto el grave problema de falta de unidad de mercado que padece la economía española, tal y como pone de manifiesto la dispar regulación que soportan algunos sectores. En este sentido, el Consejo General de Colegios de Economistas lleva tiempo alertando acerca de la "creciente hipertrofia legislativa" y "exagerada reglamentación" que sufre España, sobre todo, a nivel autonómico.
No obstante, en España se rellenan más de 700.000 páginas cada año sólo con el contenido de boletines oficiales de las distintas Administraciones. Alemania, con casi el doble de población, apenas necesita 5.000 folios. Más de 100 veces menos.