Catalunya Caixa podría ser la primera caja española en acogerse al proceso de nacionalización que el Gobierno abrirá con la aprobación, el próximo viernes, del decreto de reforma del sistema financiero. Según informa Expansión en su edición de este miércoles, los responsables de la caja admitieron tras el Consejo de Administración en el que se aprobó la creación de un banco, que la entidad prevé captar "capital tanto público como privado" para reforzar sus fondos propios.
De esta manera, la entidad reconoce que muy probablemente tendrá que dar acceso al Estado –a través del FROB- en su accionariado una vez que se convierta en un banco. Éste sería el primer paso hacia una nacionalización que, a su vez, terminaría con la privatización de la caja, que se convertiría en una fundación para mantener la obra social (que, a su vez, se financiaría con la participación minoritaria que mantendría en el nuevo banco).
En cualquier caso, el objetivo de los actuales gestores de la entidad es no entregar más del 49% del capital de la nueva entidad a los nuevos inversores, para mantener su control. Sin embargo, el Gobierno ya ha anunciado que intervendrá a las entidades que no capten al menos el 20% en el mercado. El problema, tanto para Catalunya Caixa como para el resto de las cajas es que será difícil convencer a los inversores privados de que pongan su dinero sin entregarles también la mayoría del capital y del control de los órganos de dirección. Y si no alcanza el menos ese 20% anunciado anteriormente, el FROB nacionalizará la entidad.
Según las últimas cifras, el core capital de la caja catalana es del 6,3%, mientras que la exigencia del Gobierno para las entidades que no coticen será del 10%. Para llegar hasta este nivel, Catalunya Caixa necesitará al menos 1.600 millones de euros procedentes de nuevos inversores.
Bonus
Respecto a los pagos a la dirección, los polémicos bonus que tan de moda se han puesto en los últimos días, el Consejo aprobó el pago del plan de retribución variable del que disfrutan alrededor de 5.000 empleados, entre los que destacan los diez miembros de la cúpula directiva, que se repartirán hasta 300.000 euros entre todos, debido a los buenos resultados del segundo semestre de 2010.
Dimisión del presidente
Todo este proceso se llevará a cabo sin la participación del hasta ahora presidente de la caja, Fernando Casado, que anunció el martes su dimisión. Tras la renuncia de Casado -que ha atribuido su marcha a los cambios del entorno y "en ningún caso" a su retribución-, asume las funciones de presidente el hasta ahora vicepresidente primero de CatalunyaCaixa, Manel Rosell, ex presidente de Caixa Manresa y de la Cámara de Comercio de Manresa, según informa Europa Press.
Se trata de un cargo transitorio, siguiendo lo que marcan los estatutos de la entidad, que otorgan la presidencia en funciones al vicepresidente en caso de falta del presidente, durante un periodo de hasta tres meses. Ahora, las entidades públicas fundadoras -la Diputación de Barcelona y la de Tarragona- deberán volver a consensuar un nuevo nombre para encabezar CatalunyaCaixa, tal y como hicieron con Casado hace solo tres meses, pero miembros del consejo han instado a nombrar al nuevo presidente cuanto antes, sin agotar el periodo de presidencia transitoria.
La ayuda de un banco de negocios
Además, CatalunyaCaixa buscará un banco de negocios que le ayude en el proceso de convertirse en banco, según ha acordado este miércoles el consejo de administración de la entidad tras una reunión de dos horas y media en la que finalmente, tal y como estaba previsto, ha optado por seguir la senda de bancarizar su negocio. Diversos bancos de negocios están asesorando a cajas y SIP en el proceso de valoración de activos y de conversión en banco, proceso en el que ahora entrará CatalunyaCaixa.
Según han avanzado a Efe fuentes financieras cercanas a la segunda caja catalana, CatalunyaCaixa previsiblemente sobrevivirá como fundación después de traspasar su negocio bancario, su red de oficinas y su personal al nuevo banco. En el consejo de administración se ha insistido que CatalunyaCaixa tenga más del 50 % del nuevo banco, de manera que el hecho de convertirse en un banco no represente una pérdida de control de las entidades fundadoras de la caja.