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Cuando tu piso de protección oficial es tu mayor pesadilla

Sin calefacción ni agua caliente todo un invierno, con inundaciones, errores de construcción, sin mantenimiento... no, no hablamos de chabolas sino de casas promovidas por el Ayuntamiento de Madrid a través de su EMVS. Esta es la historia de una, no la única, cuyos vecinos atraviesan un todo un calvario.

Casi nadie podría imaginar que ser agraciado con una vivienda de protección oficial de las que promociona la EMVS de Madrid pueda convertirse en una pesadilla, pero eso es lo que les ha ocurrido a vecinos de varias promociones de la capital, que han recibido casas baratas, sí, pero con tales deficiencias que vivir en ellas se convierte poco menos que en un calvario.

Un calvario que, además, se ve agravado por la monstruosa desatención que han sufrido desde la propia EMVS, que o bien no se responsabiliza de sus propios problemas (y como promotor no hay duda de que debería hacerlo) o bien tarda meses o años en solucionarlos.

Como ejemplo de estas situaciones, que se dan en varias promociones de la EMVS en distintos barrios de Madrid, hemos visitado un edificio en uno de los desarrollos emblemáticos del Ayuntamiento, el Bulevar de la Naturaleza de Vallecas, presuntamente un "barrio ecológico" del que Gallardón presume en la Expo de Shanghái, pero cuya realidad es muy diferente a lo que dice la propaganda oficial: muy lejos de ser un ejemplo para todo el mundo, son casas en las que prácticamente no se puede vivir.

Para empezar, retrasos en la entrega

La historia tétrica de los vecinos empezó aun antes de ocupar sus viviendas, que deberían haberles entregado a mediados del 2007 pero que no se acabaron hasta dos años después: no pudieron entrar a sus pisos hasta julio del 2009.

Puede parecer una cuestión más o menos anecdótica, pero hay que tener en cuenta el brutal coste que un retraso de este tipo tiene para los que los sufren y han de seguir costeándose alquileres o deben posponer planes de todo tipo. Por ejemplo, si tenemos en cuenta el precio de un alquiler medio en la ciudad de Madrid durante estos años (unos 700 euros al mes es una estimación muy prudente) este retraso podría haber supuesto a los vecinos unos 17.000 euros, cerca de tres millones de las antiguas pesetas.

La EMVS justificó estos retrasos por los problemas que había atravesado la construcción del edificio, que se había parado a la mitad por la quiebra de la constructora concesionaria, pero más tarde el Ayuntamiento tampoco supervisó el resultado final de ese complicado proceso: según los vecinos no hubo inspector alguno que visitase el edifico para conceder la célula de habitabilidad necesaria para entregar las llaves.

¿Bienvenidos?

Así que con la entrega de los pisos la pesadilla para los vecinos no había hecho más que empezar. Ya en un primer momento las deficiencias de la construcción se hicieron evidentes: para empezar aquellos errores que los nuevos propietarios habían señalado en sus viviendas en las visitas previas no se habían solucionado. 

Pero además algunos problemas eran más generales y todavía más graves: el agua caliente y la calefacción no funcionaban y no llegaron a funcionar durante todo el invierno siguiente; y las placas solares de la azotea que la legislación obliga a instalar simplemente no existían, de hecho llegaron un año después, ya durante este verano y, por cierto, sólo servían el agua a una temperatura de 80º C, más apropiada para escaldar gorrinos que para el aseo de humanos.

A partir de ahí, los problemas son de todo tipo y se multiplican, algunos comprometiendo aspectos claves de la seguridad del edificio o de los transeúntes. Por poner otro ejemplo: la puerta de alguna de las salidas de emergencia no se abre.

Quizá todavía más llamativo y más peligroso es el problema con los paneles decorativos de plástico de la fachada (además de presentar un aspecto deplorable siendo en teoría un aditamento estético) se desprenden cuando hay viento fuerte, lo que hasta el momento no ha causado una desgracia (si en su caída golpease a un viandante o a un vecino podría ser muy grave) casi por casualidad.

Tuberías, inundaciones y goteras

El agua ha sido un problema constante para los vecinos, no sólo por la falta de agua caliente o por la hipercaliente que ya hemos comentado, sino porque el edificio ha sufrido varias inundaciones de distinta gravedad y las tuberías no dejan de sufrir constantes roturas.

En al menos una de las ocasiones el agua inundó buena parte de los trasteros de los vecinos, con las pérdidas que eso supone ya que, obviamente, se arruinaron la mayor parte de las cosas que allí almacenaban. Por otro lado, las goteras inmensas son casi una seña de identidad del edificio, tanto en las zonas comunes como dentro de las viviendas.

La mayor parte del problema viene de que, por increíble que parezca, las tuberías están completamente sueltas dentro de sus conductos, de forma que las vibraciones habituales por la presión del agua provocan roturas con una facilidad pasmosa.

Otros problemas toman un tinte ya casi humorístico contados por unos vecinos que están acostumbrados a prácticamente todo: muchos conductos de aire acondicionado se interconectan, de forma que cuando alguien enciende sus aparatos en realidad climatiza la casa de al lado.

Del mismo modo, las delgadas paredes guardan algunas desagradables sorpresas, como la de unos vecinos que a través del espacio sin cerrar de su puerta corredera ven como el aire del exterior y los olores de algunas cocinas entran a su dormitorio. Si unimos ese aporte de ventilación extra a la calefacción que no funcionaba nos encontramos con que durante el pasado invierno las temperaturas en la habitación rondaban los 10º C, garantía de pulmonía.

La suma constante de problemas hace que una visita al edificio nos ofrezca un panorama desolador: una casa que lleva poco más de un doce meses habitada parece haber pasado por media docena de años de uso intensivo y abandono.

"No os quejéis"

Probablemente lo peor para los vecinos ha sido la monstruosa desatención que han sufrido por parte de la EMVS. El ritmo de quejas formales presentadas en la empresa municipal no ha bajado de tres o cuatro a la semana durante todo un año, y el Ayuntamiento de Gallardón ha hecho oídos sordos a la mayoría de ellas y, cuando las ha atendido, ha sido con meses de retraso.

Además los vecinos cuentan como en no pocas ocasiones se les recriminaba su actitud desde la propia EMVS: "Nos decían que no nos quejásemos tanto, que bastante suerte habíamos tenido con que nos tocase un piso", nos dice una de las propietarias, "pero ese no es el tema, el tema es que esto se ha hecho muy mal y con dinero público", apunta.

"No sólo nos están fastidiando a nosotros como propietarios, también se ha malgastado el dinero de todos los contribuyentes", sentencia con un argumento que no puede ser más acertado cuando se está hablando de la EMVS en particular y del Ayuntamiento de Madrid en general.

Subastas polémicas y deudas dramáticas

Y es que el caso de esta promoción en el Bulevar de la Naturaleza , y el de otras promociones de la ciudad que han sufrido carencias semejantes, debe analizarse teniendo en cuenta el delicadísimo momento que viven la EMVS y el Ayuntamiento de Madrid: con deudas asfixiantes y gestiones bajo sospecha en ambos casos.

Por un lado el municipio madrileño se ha convertido en el más endeudado de España a una distancia sideral de otras ciudades de similar importancia como Barcelona o Valencia. De hecho, su situación económica es tan mala que durante el pasado mes de junio tuvo que asumir una serie de recortes presupuestarios al no recibir la autorización del Ministerio de Economía para endeudar todavía más a los madrileños.

La EMVS, dependiente al 100% del Ayuntamiento, también arrastra una situación financiera crítica: sólo en abril y mayo adquirió nuevas deudas por más de 1.000 millones y durante este verano se ha visto sumergida en la polémica al iniciar, por primera vez en la historia de España, una subasta para vender promociones de vivienda en alquiler que al ser entregadas a los vecinos se promocionaban como "con opción a compra", una opción que al final parece que no se va a dar a los vecinos.

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