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Declaración de Científicos Atmosféricos sobre el Efecto Invernadero

En junio de 1992, previendo la celebración de la Cumbre sobre la Tierra de Río de Janeiro, un grupo de científicos, agrupados bajo el título de Científicos Atmosféricos sobre el Efecto Invernadero, mostraron su preocupación sobre el uso que ecologistas y políticos estaban haciendo de la ciencia.

Washington D.C., 27 de febrero de 1992. Como científicos independientes que investigamos los problemas atmosféricos y climáticos, estamos preocupados por la agenda UNCED, la Conferencia sobre Medioambiente y Desarrollo de las Naciones Unidas, que está siendo llevada a cabo por grupos ecologistas activistas y ciertos líderes políticos. La llamada Cumbre de la Tierra está previsto que tendrá lugar en Brasil en junio de 1992 y anima a imponer un sistema global de regulaciones medioambientales, lo que incluye onerosos impuestos sobre los combustibles fósiles; sobre la población de los Estados Unidos y sobre otras naciones industrializadas.
 
Estas iniciativas políticas derivan de teorías científicas muy dudosas. Están basadas en el supuesto sin respaldo de que un calentamiento global catastrófico derivará de la combustión de combustibles fósiles y requerirá una acción inmediata. No estamos de acuerdo.
 
Un informe de científicos atmosféricos de los Estados Unidos, elaborado durante el verano de 1991, confirma que no hay consenso sobre la causa del ligero calentamiento que se ha observado durante el pasado siglo. Un artículo recientemente publicado sugiere, incluso, que la variabilidad de las manchas solares, más que un aumento en los gases invernadero, es la responsable de los incrementos y descensos en la temperatura global desde aproximadamente 1880.
 
Es más, la mayoría de los científicos participantes en el informe coincidieron en que no se puede confiar en los modelos climáticos teoréticos utilizados para predecir un calentamiento global y no están validados por los datos climáticos existentes. No obstante, todas las predicciones están basadas en estos modelos teóricos.
 
Finalmente, los agrónomos generalmente coinciden en que cualquier incremento en los niveles de dióxido de carbono derivados del consumo de combustibles fósiles tiene efectos beneficiosos para la mayoría de los cultivos y para la oferta mundial de comida.
 
Estamos preocupados porque los activistas, ansiosos por detener el crecimiento de la energía y de la economía, estén impulsando políticas drásticas sin tener en cuenta los cambios recientes en la ciencia subyacente. Nos tememos que esta carreta para imponer regulaciones globales tendrá impactos catastróficos en la economía mundial, en el trabajo, en los niveles de vida y en la salud, las consecuencias más graves cayendo sobre los países en desarrollo y en los pobres.

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