(Libertad Digital) Señor Rector de la Universidad CEU San Pablo, queridos profesores, queridos alumnos, señoras y señores, muy buenas tardes. Me produce una enorme satisfacción estar aquí hoy con todos ustedes. Para mí es un orgullo presentar el libro de Pedro Schwartz titulado “En busca de Montesquieu”. Quiero agradecer a su autor que haya tenido la amabilidad y el gesto de amistad de invitarme a presentarlo.
Que un liberal como Pedro Schwartz haya elegido a un político –retirado, eso sí- que administró varios billones de euros procedentes de impuestos –que bajé, eso también- tiene su mérito, y lo tomo como un cumplido. Un cumplido y algo más. Pedro me conoce bien. Fuimos compañeros de escaños allá por el año 1982. Y como me conoce bien sabe que en mi actuación política he tratado de ser fiel a los ideales liberales, y algo creo yo que avanzamos en esa dirección.
Pero no he venido a hablar de mí, sino del libro que presentamos y de su autor. Pedro Schwartz es un economista y pensador de primera línea. Casi todos ustedes conocen su brillante trayectoria. Obtuvo el título de doctor en la London School of Economics, donde compartió investigación sobre economía y filosofía política con autores de la talla de Karl Popper y Lionel Robbins.
Ganó después una cátedra de Economía en la Universidad Autónoma de Madrid, y actualmente es catedrático de esta Universidad CEU-San Pablo y profesor de la Universidad de San Luis. Forma parte, además, de los más prestigiosos foros liberales, como la Mont Pelerin Society, y es también miembro de la Academia de Ciencias Morales y Políticas.
Pedro Schwartz es un prolífico autor de libros, ensayos y artículos de calidad. Y es un buen colaborador de la Fundación FAES. Hace un año participó, junto con Francisco Cabrillo y Jaime García-Legaz en la redacción de un informe muy relevante de la Fundación titulado “Por un Área Atlántica de Prosperidad”.
Recientemente tuvo la amabilidad de prologar uno de los últimos libros publicados por la Editorial Gota a Gota. “Liberalismo, una aproximación”, de David Boaz, que animo a todos ustedes a comprar y leer, por ese orden. Pedro Schwartz encaja perfectamente en la definición de un pensador liberal clásico. El libro que hoy presentamos, “En busca de Montesquieu. La democracia en peligro”, acerca ese pensamiento liberal a los problemas que hoy afrontan las democracias. Y lo hace de forma amena y rigurosa.
Quizá porque me siento muy cómodo con la defensa del liberalismo clásico que tan bien representa y difunde el profesor Schwartz lo he pasado muy bien leyendo su libro. No sólo es un apasionante paseo por el pensamiento liberal de los últimos tres siglos y su impacto en la formación de las democracias liberales, el libro es también un minucioso análisis de los riesgos a los que siempre se enfrenta la defensa de la libertad.
Es un análisis que concluye con una exhortación del autor. Afirma: “La defensa de la libertad no acaba nunca. Exige explicación incansable de los principios en los que se basa y persistencia sin desfallecimiento en su aplicación. ¡Manos a la obra!”. No puedo estar más de acuerdo.
La libertad siempre ha tenido y tendrá enemigos. Hoy los tiene, también en España. Y precisamente porque la libertad encuentra permanentes amenazas en su camino, requiere y merece su permanente defensa. Atentan de forma evidente contra la libertad aquellos dictadores que llevan décadas negando la democracia, como el dictador cubano.
Pero la libertad también está sometida a amenazas dentro de los propios regímenes democráticos. El terrorismo es el más grave atentado contra la libertad. No sólo atentan gravemente contra la libertad quienes extorsionan y amenazan con sus pistolas a quienes rechazamos sus delirios secesionistas. También lo hacen quienes no les plantan cara con todas las armas de la ley.
Pero el terrorismo, siendo el más grave, no es el único enemigo de la libertad. Uno de los peores peligros para la libertad en una democracia surge cuando hay un Gobierno que desprecia la ley. Por ejemplo, cuando se detiene ilegalmente a ciudadanos inocentes por pertenecer al partido de la oposición. O cuando hay instrucciones para que el fiscal no ejerza contra un acusado de terrorismo en presencia de pruebas fundadas de delito.
Como escribió Montesquieau en una célebre cita que recoge el libro de Schwartz: “La libertad es el derecho a hacer todo lo que las leyes permiten; y si un ciudadano puede hacer lo que ellas prohíben ya no habrá libertad”.
Efectivamente. Por eso, otra fuente de amenaza contra la libertad se materializa cuando se fuerzan las instituciones y se intenta someter al Poder Judicial a la voluntad del Ejecutivo. También siguiendo a Montesquieau, Schwartz nos recuerda que la libertad política “sólo existe donde no se abusa del poder” y que “para que no se pueda abusar del poder hace falta que, por la disposición de las cosas, el poder pare al poder”.
Estas citas de Montesquieu se aplican poco hoy cuando, por ejemplo, un Gobierno decide cambiar las reglas de juego a mitad de cada partido. El último ejemplo lo hemos visto con el lamentable espectáculo de desprestigio de los organismos reguladores que se ha dado para que quede claro el intervencionismo gubernamental en operaciones que deberían ser puramente empresariales.
Es un ataque a la libertad desde el poder cambiar las reglas del juego a medio partido. Cuando un árbitro gubernamental pita con reglas diferentes a dos equipos en un mismo partido está atacando a la libertad, a los derechos individuales y a la calidad de la democracia.
Es un ataque aún más grave a la libertad, y al prestigio de un país, dedicar nada menos que la oficina económica de un presidente del Gobierno a encargar dossieres con los que atacar a determinados ciudadanos. Además, ese espectáculo de uso político de las instituciones económicas desprestigia a España.
Las amenazas a la libertad individual en el campo económico provienen, con renovada fuerza, de los ataques al derecho de propiedad, a la libertad de empresa y a la libertad de elección del consumidor en el libre mercado. Hay otras formas de amenaza contra la libertad individual en un sistema democrático, que también trata el profesor Schwartz en su libro.
De entre ellas destaca el abuso de las mayorías democráticas para explotar o someter a las minorías que se resume en el célebre dicho: “cincuenta más uno no es igual a cien; o cincuenta menos uno no es igual a cero”. En el libro que hoy presentamos aprenderán mucho. Yo lo he hecho. Y saldrán reforzados en sus convicciones en defensa de las libertades individuales en un sistema democrático.
No en vano Pedro Schwartz es uno de los escasos académicos españoles que nunca ha sido socialista ni nada parecido. No ha sido nunca eso que Hayek llamaba “socialistas de todos los partidos”. No. Él es un liberal desde siempre.
Ha sido desde su juventud un activo defensor de las libertades y de la democracia en España. No sé si saben que esa activa defensa de la libertad le encaminó, de forma un tanto azarosa, hacia el estudio de la Economía.
El profesor Schwartz ganó las oposiciones a la Carrera Diplomática. Pero, en aquellos años previos al restablecimiento de la democracia en España, su beligerante defensa de la libertad y de la democracia le llevó a ser detenido. Y, como “peligroso subversivo”, fue desposeído de su ganada pertenencia a la Carrera Diplomática. Y se marchó a Londres.
Con la recuperación de la democracia, Pedro Schwartz participó unos años en la actividad política. Fundó y presidió Unión Liberal, que más tarde se integraría en el Partido Popular.
En los tiempos en los que el pensamiento socialista era hegemónico en España, allá por los años ochenta, Pedro Schwartz era de los pocos que defendía las privatizaciones, la desregulación, la liberalización de los mercados, la libre competencia, la reducción del gasto público, la conveniencia de bajar los impuestos. Fue muy criticado. Algunos le consideraron un iluminado. Fue cosa muy distinta.
Tal como demostraron los ocho años de Gobierno del Partido Popular, esas políticas son las más eficaces. Y también las más beneficiosas para los menos favorecidos, porque son las que mejores resultados de prosperidad y empleo han traído para España.
Cuando tuve el honor de presidir el Gobierno de España, Pedro Schwartz aplaudió muchas de las decisiones económicas que adoptamos. Y, como buen liberal, discrepó de otras cuantas. En todo caso, hoy no estamos aquí para polemizar sobre aquello en lo que coincidimos o sobre lo que discrepamos. Hemos venido a pedirles a ustedes que lean un buen libro. Un libro militante en la causa de la libertad. Estoy de acuerdo con Pedro en que la libertad siempre ha tenido y tendrá enemigos. Y precisamente por eso requiere y merece su permanente defensa.