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El cambio de timón en el BCE augura quiebras soberanas en la zona euro

Las discrepancias internas de la FED sobre política monetaria son un juego de niños en comparación con la creciente tensión que vive el BCE. Alemania y Francia se enfrentan en torno al rescate de los PIIGS. Weber, el posible sucesor de Trichet, apoya el plan de Merkel de quiebras soberanas.

Alemania y Francia siguen enfrentados en el seno del Banco Central Europeo (BCE). Desde el pasado mayo, momento en el que Bruselas y la autoridad monetaria decidieron salir al rescate de las economías más débiles de la zona euro (los llamados PIIGS), los alemanes se han mostrado reticentes primero y muy críticos después con la actual política monetaria de Jean Claude Trichet, presidente del BCE y principal exponente de la cuota francesa en la institución. Ya entonces, los representantes alemanes votaron en contra de la compra directa de deuda pública a España, Grecia, Irlanda y Portugal por parte del banco central.

Desde entonces, la tensión no ha hecho más que crecer entre los representantes de Alemania y Francia. En una reciente conferencia, el presidente del Bundesbank (banco central germano), Axel Weber, abogó por abandonar dicha compra de bonos, una estrategia concebida inicialmente para frenar la crisis de deuda pública que ha registrado el seno de la Unión en los últimos meses. Weber es el banquero central que lidera las quinielas para sustituir a Trichet al frente del BCE a finales de 2011.

Según Weber, a partir de ahora tales adquisiciones deberían "ir reduciéndose de forma permanente", ya que "no hay pruebas de que las compras de activos hayan tenido un impacto significativo" en la rentabilidad de los bonos soberanos. De hecho, la primas de riesgo de la deuda irlandesa y portuguesa han seguido creciendo respecto a los niveles alcanzados en mayo.

Por otro lado, Weber advirtió de que la inflación es una gran amenaza con la que Europa no debería jugar. "Pienso que si un banco central lanza señales de que quiere más inflación, por lo general, se consigue". Además, el riesgo de abandonar "demasiado tarde" estas medidas extraordinarias, inéditas en la historia de la institución, es muy superior al de abandonarlas "demasiado pronto". De este modo, mostró explícitamente su rechazo a la monetización de deuda pública que ha emprendido Trichet, un mecanismo que ha resultado esencial para la supervivencia de las finanzas públicas de Portugal, España y, sobre todo, Irlanda desde el pasado mayo.

Pero Weber no sólo se opone a este programa. También rechazó el rescate directo de Grecia mediante la concesión de un crédito extraordinario de 110.000 millones de euros, por violar los tratados fundacionales de la UE, y se opuso frontalmente a extender tales ayudas más allá de 2013.

En este sentido, Weber lanzó una advertencia relevante: "No sería malo" que los tenedores de la deuda pública de los países de la zona euro -en referencia a los PIGS- contribuyeran a una "resolución de la crisis". En concreto, indicó que establecer una cláusula para responsabilizar en parte a los tenedores de deuda senior podría ser un "instrumento útil". Es decir, Weber defiende así que los principales acreedores de deuda pública asuman parte de la carga mediante un proceso de restructuraciones soberanas o, lo que es lo mismo, quiebra de países mediante quitas en el valor nominal de los bonos.

Weber se apunta, pues, al plan de la canciller germana, Angela Merkel, consistente en configurar un plan de quiebra ordenada de países en el seno de la zona euro. No son los únicos. Los principales institutos de estudios económicos de Alemania se oponen a la posible extensión del plan de rescate pactado entre los líderes europeos, el BCE y el FMI, y dotado con 750.000 millones de euros, para ayudar a aquellos miembros de la eurozona que se vieran en peligro de incumplir con sus obligaciones de pago.

En su informe semestral, elaborado a petición del Ministerio de Economía y publicado la semana pasada, los expertos afirman que el acuerdo alcanzado en mayo sirvió para superar el riesgo de insolvencia de Grecia, pero tiene "graves desventajas a largo plazo, especialmente si se abandona su limitación temporal".

Quiebras ordenadas

En este sentido, los autores del informe advierten de que mientras los estados y los grandes bancos confíen en que serán rescatados se producirán distorsiones en la valoración del riesgo por lo que instan a las autoridades europeas a establecer "procedimientos ordenados de insolvencias". De este modo, los institutos germanos se muestran contrarios a todas aquellas propuestas que no contribuyan a una adecuada apreciación del riesgo, como pudieran ser, en su opinión, convertir en permanente el Mecanismo Europeo de Estabilización Financiera o la introducción de un eurobono gubernamental.

Entre los participantes en el estudio, destaca el instituto IFO de Múnich, el Instituto de Economía Mundial de la Universidad de Kiel, el Centro para la Investigación Económica Europea de la Universidad de Mannheim (ZEW), el Instituto de Estudios Económicos de Halla, el Kiel Economics y el Instituto de Estudios Económicos de Renania-Westfalia de la Universiad de Essen, a los que se suman el ETH de Zurich y el Instituto de Altos Estudios de Viena. Todos ellos, centros de referencia para la política económica germana.

Por si fuera poco, Weber también criticó muy duramente la elevada dependencia que aún presentan los sistemas financieros de los países débiles respecto a la financiación del BCE. De hecho, la autoridad monetaria ha comenzado a endurecer la normativa interna para prestar dinero a los bancos de la zona euro con dificultades.

Desde agosto de 2007, el BCE ha estado ofreciendo a los bancos todo el dinero que precisan a un tipo de interés históricamente bajo, de apenas el 1%, aceptando como colateral un amplio abanico de activos, de riesgo elevado en múltiples casos. De hecho, Weber, considerado por los economistas como uno de los críticos más duros de Europa contra las política monetarias expansivas e inflacionarias, también dijo que el BCE podría elevar las tasas de interés antes de que se eliminen progresivamente las medidas no convencionales de financiación bancaria. "Los gobiernos y los inversores no pueden esperar a que el BCE ayude a todas las entidades financieras con problemas", alertó.

La reacción de Trichet a estas declaraciones no se hizo esperar. El actual presidente del BCE se opuso este fin de semana a eliminar el programa de compra de bonos públicos: "Ésta no es la posición mayoritaria del Consejo de Administración" del BCE. "Sólo hay una moneda única, un Consejo de Administración, una decisión de política monetaria y un presidente", arengó Trichet.

De hecho, Trichet se mostró favorable a ampliar y extender el respaldo financiero de la Unión Europea a los países en apuros financieros, más allá de límite máximo fijado inicialmente. Y es que, tal y como avanzó LD, la amenaza de las quiebras soberanas continuará más allá de 2012, cuando se extingan estas ayudas extraordinarias.

Así pues, el cambio de timón en la presidencia del BCE augura una política monetaria muy diferente a la desarrollada por Trichet hasta el momento, en caso de que la presidencia de la institución recaiga finalmente en manos de Weber. Pese a ello, su posición podría levantar un gran rechazo entre los representantes de los países miembros, sobre todo, entre los que aún dependen de las ayudas del BCE para sobrevivir, lo cual podría dificultar su elección a la presidencia del banco central.

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