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El excesivo endeudamiento bancario y exterior hundió a Islandia

¿Qué ha sucedido en Islandia? La banca creció de forma exponencial, y tuvo que acudir al crédito extranjero. La crisis financiera (sequía del interbancario) y su déficit exterior causaron la quiebra del país, según el Observatorio de Coyuntura Económica del Instituto Juan de Mariana (OCE).

¿Qué ha sucedido en Islandia? La banca creció de forma exponencial, y tuvo que acudir al crédito extranjero. La crisis financiera (sequía del interbancario) y su déficit exterior causaron la quiebra del país, según el Observatorio de Coyuntura Económica del Instituto Juan de Mariana (OCE).
LD (M. Llamas) En Islandia ha ocurrido lo mismo que en el resto del mundo: "Sus bancos se han endeudado a corto plazo y han invertido a largo", según explican los analistas del OCE. Es decir, una estrategia basada en un apalancamiento (deuda) excesivo a muy corto plazo, al tiempo que la inversión efectuada por las entidades (concesión de créditos) maduraba a muy largo plazo (hipotecas a 30 años, por ejemplo).
 
Sin embargo, existe una salvedad en el caso islandés: "La reducida población del país les ha llevado a captar pasivo en el extranjero para ampliar sus operaciones, que iban dirigidas tanto a prestar a los extranjeros como a prestar a los nacionales para que vivieran con cargo a la deuda (de ahí su enorme déficit exterior)", explica este organismo.

El excesivo endeudamiento a corto hace que "las deudas venzan mucho antes que los activos, y la venta precipitada de éstos no permite recuperar el importe invertido". Sin embargo, en el caso de Islandia, el problema no era sólo que sus deudas vencieran a corto, sino que "además vencían en un importe muy importante en moneda extranjera".
 
El pasivo extranjero doblaba al nacional
 
Así, el pasivo bancario de los nacionales era de 4 billones de coronas y el de los extranjeros de 8 billones. "Si los plazos hubiesen estado casados, las divisas que habría obtenido la banca con la maduración de sus activos extranjeros habría permitido repagar sus deudas extranjeras". Al menos, parcialmente, ya que "tendrían que haber asumido igualmente importantes pérdidas derivadas de su déficit externo", añade.
 
Esta estrategia funcionó bien hasta el estallido de la crisis subprime y el posterior colapso del mercado interbancario (en donde las entidades se prestan dinero unas a otras), ya que "día a día los bancos islandeses podían captar divisas extranjeras en la cantidad que requerían". Sin embargo, cuando el interbancario empezó a enfriarse, el coste de la financiación se disparó de modo que las entidades islandesas se vieron obligadas a ofrecer "cantidades crecientes de coronas para captar las divisas extranjeras que necesitaban".
 
Islandia elevó los tipos de interés para captar divisas
 
Fue entonces cuando el Banco Central de Islandia trató de defender la cotización de la corona (moneda nacional) elevando los tipos de interés del país hasta el 15%, con el propósito de captar pasivo (ahorros) procedente del exterior en forma de divisas extranjeras. Es decir, "convierto mis euros en coronas para ganar un 15%", explica la entidad.

Pese a este intento desesperado de Gobierno islandés, la estrategia dejó de funcionar en pocos meses. Por ello, el Estado decidió nacionalizar los bancos del país para evitar la quiebra en cadena que estaba a punto de acontecer, ya que las entidades no lograban conseguir la liquidez suficiente para afrontar la renovación de su deuda a corto plazo, y cuadrar así sus balances. Y es que, el volumen entre el activo (créditos) y el pasivo de los bancos tiene que cuadrar al término de cada jornada.
 
Por ello, el Gobierno decidió intervenir ante la posibilidad real de que los depositantes perdieran todos sus ahorros. Sin embargo, el problema es que el tamaño de las entidades nacionalizadas superaba en casi 10 veces el PIB del país. Es decir, la nacionalización era "poco más que una declaración de buenas intenciones", ya que era imposible que el Estado pudiera asumir tal volumen de deuda bancaria.
 
Nacionalización bancaria

Además, a ello hay que sumar "el abultado déficit exterior que difícilmente puede reducirse a corto plazo", explica el OCE. Como consecuencia, "la corona no deja de depreciarse frente al resto de monedas", indica. De ahí, precisamente, la indefensión del Banco Central de Islandia para inyectar liquidez a las entidades, ya que "no puede captar las divisas extranjeras que necesitaría prestar a sus bancos y habitantes".

En definitiva, "todas las intervenciones han fracasado: ni el Estado ni el Banco Central pueden hacer nada. Ahora sólo les queda acudir a prestamistas internacionales como Rusia o el FMI. El papel moneda, en estos momentos, no sirve de nada", añade el OCE.
 
El Gobierno solicita ayuda de urgencia al FMI y Europa
En última instancia, el Banco Central islandés colocó los tipos de interés en el 3,5%, en un nuevo intento desesperado por "proporcionar abundante liquidez contra casi cualquier activo de la banca islandesa", al tiempo que el Gobierno ha nacionalizado los bancos. "La consecuencia ha sido una brutal depreciación de la moneda, lo que para una economía importadora equivale a una especie de hiperinflación", añade la entidad.
 
Se trata de una delgada línea roja entre una "deflación de activos y una hiperinflación". "Al final los bancos mueren y con ellos el banco central y el Gobierno, con lo que sus pasivos (la moneda) pasan a cotizar con un descuento brutal (hiperinflación)", explica el OCE.

El problema en Occidente, según alerta este organismo, es que, del mismo modo que se ha verificado una depreciación de la corona, "la sustitución de los pasivos de los bancos comerciales por nuevos pasivos gubernamentales y del banco central sólo diluirá enormemente el valor de sus monedas nacionales".
 
Devaluación monetaria
 
"Si de momento no ha ocurrido esto se debe a que los Gobiernos no se han visto forzados, por el momento, a rescatar a un sistema bancario nacional entero", tal y como aconteció en Islandia, advierte.
 
"Llegado el caso, sin embargo, todo sería en vano. Los que quieren destruir la moneda para salvar a la banca deben entender que la muerte de la primera equivale a la destrucción de los intercambios, del mercado y de los activos de renta fija nominados en esa divisa. Es decir, de las tres materias primas esenciales para el negocio bancario", concluye.

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