¿Qué pasaría si España fuera una familia que tuviera que pedir una hipoteca para financiar su actual deuda? Pues seguramente que su entidad financiera se la denegaría. El principal problema de la economía española para los próximos años será la cantidad de dinero que tendrá que devolver a sus prestamistas y si éstos están dispuestos a refinanciar esos créditos o cortan el grifo. De su capacidad para conseguir pagar esos préstamos sin que eso lastre en exceso el crecimiento dependerá el futuro de sus próximas generaciones.
El nivel total de la deuda española (particulares, empresas e instituciones públicas) se encuentra entre 350-400% del PIB. Es decir, que España produce cuatro veces menos al año de lo que debe. Es una cifra similar a la de otros países muy endeudados como EEUU, pero España tiene el problema adicional de la falta de productividad de su economía en comparación con la americana.
Haciendo una sencilla comparación, tal y como señala el blog qmunty, si el conjunto del país fuera una familia y pidiera una hipoteca tendría que dedicar cada año un 20% del PIB actual, unos 200.000 millones de euros, a devolverla (podría decirse que la cuota del capital supondría unos 96.000 millones y el pago de intereses otro tanto).
En principio, esto no parece demasiado, muchos hogares dedican una parte superior de sus ingresos a pagar su casa, pero en términos de contabilidad nacional es un peso muerto que amenaza con impedir el crecimiento durante muchos años. Además, desgraciadamente la economía española no va a poder pedir una hipoteca que le permita refinanciar su deuda y los vencimientos de ésta llegarán mucho antes de esas cuatro décadas.
A esta situación se ha llegado después de unos años en los que los españoles se han endeudado mucho para conseguir crecimientos del PIB bastante modestos. De esta manera, la producción total ha crecido un 67% desde el año 2000 mientras el monto de la deuda lo hacía un 316%. Es decir, por cada euro de PIB se ha necesitado la friolera de 6,25 euros de deuda.
El problema es que ahora hay que devolverla. Si la riqueza que generen los españoles en los próximos años se tiene que dedicar a pagar préstamos adquiridos anteriormente y no a inversiones productivas será más difícil conseguir el crecimiento necesario para salir de la actual recesión.
Los matices
Aunque, a simple vista, tales cifras asustan, hay algunos elementos que permiten mantener un mínimo optimismo sobre el futuro. En primer lugar hay que tener en cuenta que los datos hacen referencia a deuda bruta, sumando todos los sectores de la economía. Sin embargo, las familias deben a los bancos que, a su vez, deben parte a las empresas que, a su vez, pueden deber otra parte a las entidades financieras. Es decir, que parte de esa deuda es recíproca, por lo que el montante se puede compensar.
Además, en el análisis del esfuerzo necesario para pagar un crédito hay que incluir los activos de los que se dispone. Siguiendo el ejemplo de la hipoteca, lo importante no es la cantidad que debe una familia, sino su capacidad para generar ingresos. A la economía española le costará aumentar la producción si no hace reformas aunque, precisamente, esta crisis parece que está empujando a adoptar las medidas (reforma laboral, pensiones, reducción del déficit público, etc) que nunca se hubieran aprobado en condiciones normales. De su profundidad y acierto dependerá gran parte de su futuro.
Eso sí, hay que tener en cuenta que ese enorme pasivo (deuda) que tienen en sus balances los españoles está sustentado en el ladrillo, un sector de muy baja productividad y que cada día que pasa el valor de esos activos cae un poco. Es decir, las inversiones que se hicieron con la deuda que ahora hay que devolver son cada vez menos productivas.
Este enorme crédito no ha servido para generar una estructura de capital verdaderamente productiva que permita relanzar la economía en un futuro cercano. Ahora habrá que comenzar a construirla con la dificultad adicional de la devolución de la deuda, un lastre del que tendrá que tirar la economía española en los próximos años -quién sabe si no décadas-.