LD (Agencias) Según el instituto Juan de Mariana, tras el pánico bursátil de este lunes, a quien le ha entrado realmente el pánico ha sido la Reserva Federal. Los analistas de este instituto liberal consideran que la reducción de tipos que ha ejecutado la Reserva Federal en 0,75 puntos (la mayor bajada en 15 años) es una prueba inequívoca de la desorientación y pérdida de rumbo de las autoridades monetarias internacionales.
El Observatorio de Coyuntura Económica del Instituto Juan de Mariana considera que está política será tremendamente nociva para la economía. En su opinión, estamos en medio de una crisis económica caracterizada por un excesivo endeudamiento de familias y empresas que se ha traducido en inversiones que ahora se revelan como incorrectas (hipotecas subprime, recompras apalancadas de acciones, crédito al consumo...).
Para el Juan de Mariana, el problema más grande que se nos plantea a medio plazo es el posible colapso de toda esa montaña de deuda, lo que sin duda daría lugar a una contracción crediticia y descapitalizaría a familias, empresas y bancos.
Esta reducción de tipos de interés inducida por la Fed es, por consiguiente, la medida más desafortunada que en política monetaria podría tomarse. Primero porque si la reducción de tipos logra su objetivo (que se reanude el ciclo de endeudamiento) sólo habremos agravado el problema de partida: acumularemos más y más deuda y el riesgo de impago masivo se disparará. Segundo, porque si, como las recientes anteriores reducciones de los tipos de interés en EEUU muestran, las mayores facilidades de los bancos centrales no logran que los bancos comerciales interrumpan su restricción del crédito, la reducción de tipo de interés se traducirá en una mayor inflación, especialmente en el campo de las materias primas que, en estos momentos, está actuando como refugio y protección a la pérdida continua de poder adquisitivo.
Según señala el Juan de mariana en su reciente boletín sobre la crisis subprime la fuerte escalada de precios en las materias primas desde agosto se debía a las inyecciones de liquidez y a las reducciones de tipos que habían practicado los bancos centrales. Desde entonces la situación no ha hecho más que agravarse, ya que entre agosto y enero la mayoría de materias primas se ha encarecido en torno a un 35 por ciento.
En su análisis sostiene que los menores tipos no han devuelto la "calma" a los mercados (como acredita el desplome ayer de las bolsas y las tensiones en el interbancario) y sin embargo familias y empresas sí han visto caer su renta disponible y sus márgenes de beneficios debido a las subidas de precios y de costes. Esta reducción de la solvencia de familias y empresas, de nuevo, incrementa el riesgo masivo de impago en la economía.
Además, recuerda que la actual crisis económica trae su causa más directa en las reducciones drásticas de tipos de interés que el entonces presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, planteó ante la recesión de 2001. Los tipos de interés llegaron a colocarse en EEUU al 1 por ciento durante un año y al 2 por ciento en la zona euro durante dos años. En aquel momento el crédito extra se dirigió hacia el mercado inmobiliario, hoy afluye hacia las materias primas. No tiene sentido reiterar ahora, con una bajada de 0,75 puntos, los errores del pasado.
Pero junto a esta reducción de tipos de interés, es necesario rechazar también cualquier plan gubernamental destinado a incrementar el gasto público o a reducir impuestos con cargo a la creación de deuda. De nuevo, el problema actual de nuestras economías es el riesgo masivo de impago; el incremento del gasto público y el déficit público generan lo que la literatura económica conoce como "efecto crowding-out", esto es, una reducción o "desplazamiento" de los ahorros privados de la sociedad. Si esto sucediera, la asfixia financiera de los actores económicos frente a la deuda sería aun mayor.
El plan de estímulo fiscal propuesto hace unos días por Bush y Bernanke no ha conseguido tranquilizar a los mercados y, de hecho, ha sido la antesala del desplome bursátil. Este es uno de los motivos de que, en opinión del Juan de Mariana, no pueden plantearse recortes fiscales sin reducciones al mismo tiempo del gasto público que mantengan el equilibrio presupuestario. Los enormes costes presentes y futuros de la guerra de Irak perpetúan un déficit presupuestario que deja escaso margen de maniobra para flexibilizar las finanzas de los EEUU.