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El Windsor renace de sus cenizas seis años después

Seis años después del incendio el Windsor ya tiene sustituto, el Titania. Es un poco más bajo pero mucho más moderno. 

Fue una madrugada inolvidable la del 13 de febrero de 2005. Poco antes de las doce de la noche la alarma antiincendios de la planta 21 avisó que la temperatura estaba subiendo vertiginosamente, a razón de más de 10 ºC por minuto. Cuando, poco después, los bomberos acudieron al número 79 de la avenida de Raimundo Fernández Villaverde la planta 21 ya se había perdido y el fuego escalaba presuroso por el interior y el exterior del rascacielos.

A la una de la madrugada la estructura se vino abajo. El equipo de extinción se dio entonces cuenta que el fuego era imposible de atacar desde el suelo. La policía amplió el perímetro de seguridad en torno a la torre y la ciudad pudo contemplar pasmada como el edificio ardía como una tea durante toda la noche. En su interior la torre se siguió consumiendo durante más de un día. El lunes por la mañana el Windsor era un amasijo de cascotes calcinados. Parte del edificio se había derrumbado. Sus aledaños, cerrados al tráfico por la policía permanecían desiertos y plagados de restos que habían volado desde la torre. Una zona zero en miniatura que llenó los telediarios de medio mundo.

Tras el incendio se barajaron todo tipo de hipótesis y se llevó a cabo una investigación judicial que no sacó nada en claro más allá de un fallo eléctrico en una de las plantas que ocupaba la consultora Deloitte. La estructura tardó varios meses en ser desmontada pieza a pieza. Luego sobrevinieron varios años de vacío. El incendio no había dañado los cimientos ni la primera planta, de modo que los propietarios de la torre, la Sociedad Ason Inmobiliaria, colocaron vallas que impedían a los transeúntes ver los últimos restos del gigante abrasado.

El Windsor fue el primer rascacielos de AZCA. Se construyó entre 1975 y 1979, medía 106 metros de altura y tenía 32 plantas. Sus dos volúmenes cuadrados y sus tonos dorados lo hacían perfectamente reconocible en la lejanía. Era, en definitiva, un símbolo de aquella zona de Madrid que quedó repentinamente huérfana tras la desaparición de uno de sus edificios más antiguos.

Durante varios años aleteó por encima de las ruinas la incógnita de qué pasaría con aquel solar y quién se encargaría de cubrir el hueco. El ayuntamiento la despejó en parte dando por seguro que la edificabilidad del antiguo Windsor se mantendría, por lo que los nuevos dueños podrían levantar un nuevo rascacielos.

En diciembre de 2006 El Corte Inglés adquirió los restos del edificio y el solar donde se asienta, contiguo al centro comercial de la marca en Nuevos Ministerios. Al año siguiente comenzaron las obras para reasentar los cimientos. En 2008 El Corte Inglés anunció que el Windsor renacería de sus cenizas aunque con otro nombre y un diseño radicalmente distinto.

En marzo de 2009 se hicieron públicos los diseños finales. El Windsor renacido no se parecería en nada al difunto. El proyecto corrió a cargo de los arquitectos de la casa, Pablo Muñoz y Pedro Vilata, que concibieron una torre de aspecto futurista compuesta por un basamento en el que iría la ampliación del centro comercial, al que se le añadiría una torre cilíndrica de oficinas. Por fuera vidrios de color verde –el corporativo de El Corte Inglés–, paneles metálicos perforados y una pequeña planta de generación fotovoltaica.

La torre, que empezó a cobrar altura en aquellas fechas, tendría 103,7 metros de altura –dos menos que el Windsor– pero sólo 27 plantas, cinco de las cuales bajo rasante y seis destinadas a acoger parte del centro comercial, que se ensancharía desde el edificio antiguo, levantado en los años 60. En total 21.133 metros cuadrados, 14.430 destinados a superficie comercial. El resto lo ocuparán oficinas.

Lo primero en levantarse fue el núcleo de hormigón, situado en uno de los laterales del edificio. El núcleo alcanzó su altura máxima hace ya unos meses. En paralelo se iba construyendo la entrada principal del edificio, con forma de chaflán y que da acceso al centro comercial. La parte de oficinas dispondrá de su propia entrada independiente.

Antes de las pasadas Navidades El Corte Inglés inauguró la parte comercial que se integra dentro del antiguo centro. En la zona recién construida los arquitectos crearon un amplio recibidor y cuatro ascensores panorámicos que nacen en los aparcamientos subterráneos. Para la inauguración definitiva del edificio aún faltan varios meses. Quedan por cubrir grandes áreas de la fachada y del remate que, según los diseños, cuenta con una aguja, sólo tiene acabada la estructura.

Cuando esté completamente terminado el Titania, que es como El Corte Inglés ha dado en llamar a su buque insignia, pasará a ocupar su lugar en el ranking de rascacielos de la capital. Será el decimocerter edificio más alto de Madrid –el decimocuarto si se incluye a Torrespaña en la lista–, cuatro metros por debajo de la vecina torre del BBVA. Ahora ya sólo queda desearle buena suerte y que no comparta el trágico destino de su antecesor.  

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