LD (EFE) El estudio recoge datos sobre el periodo que va de 2004 a 2006 y refleja que la situación de las empresas españolas lejos de mejorar ha retrocedido unas décimas respecto a la última medición que fue hecha entre 2002 a 2004.
La innovación tecnológica que analiza el estudio abarca conceptos tan amplios como la aplicación empresarial de nuevos descubrimientos, las patentes, las relaciones empresariales en el campo de la tecnología o la adaptación de la estructura empresarial a estos cambios.
De los siete indicadores que el estudio ha utilizado para medir la innovación, España sólo destaca en la venta de productos novedosos (que representan en torno al 10 por ciento de la facturación total), aunque es superada por Alemania.
Pero por otro lado España se encuentra en penúltima posición (sólo por delante de Bulgaria) en la compra de bienes de equipo, programas informáticos o diseño industrial aplicados a los productos o servicios ofertados por las empresas. En el caso español, las empresas gastan poco más del 1 por ciento de sus ingresos a este campo, frente a más del 3 por ciento en Alemania, Suecia y Grecia.
No es mejor su situación en otros indicadores como el número de pequeñas y medianas empresas que han cambiado su organización empresarial para adaptarse a las nuevas tecnologías, que han intercambiado información con otras empresas o han integrado algunos de sus departamentos para potenciar la innovación.
En este aspecto España se encuentra en la novena posición, con un 30 por ciento de las empresas que han realizado los cambios necesarios, muy alejada de los líderes como Luxemburgo, Dinamarca o Alemania, países en los que más de la mitad de las pymes han cambiado su estructura empresarial para adaptarse a los cambios tecnológicos.
España también está en las últimas posiciones en la colaboración entre las pymes y las instituciones oficiales o fundaciones de investigación para impulsar el desarrollo científico y tecnológico. En concreto se sitúa en el puesto número diecisiete, cerca de países como Italia, Lituania o Polonia, ya que menos del 40 por ciento de las pymes españolas colaboran con alguna institución que fomente la innovación, muy lejos de Irlanda, con un porcentaje que supera el 70 por ciento.
Otros de los indicadores que el estudio usa para medir el grado de innovación en la UE es el porcentaje de empresas que reciben fondos públicos a nivel nacional o europeo para fomentar la innovación. España se encuentra en el décimo puesto, pues casi el 10 por ciento de empresas reciben este tipo de fondos. El primer puesto en este ámbito esta ocupado por Austria, donde alrededor de un 17 por ciento de las empresas reciben financiación exterior para mejorar las innovación de sus servicios o de sus productos.
La innovación tecnológica que analiza el estudio abarca conceptos tan amplios como la aplicación empresarial de nuevos descubrimientos, las patentes, las relaciones empresariales en el campo de la tecnología o la adaptación de la estructura empresarial a estos cambios.
De los siete indicadores que el estudio ha utilizado para medir la innovación, España sólo destaca en la venta de productos novedosos (que representan en torno al 10 por ciento de la facturación total), aunque es superada por Alemania.
Pero por otro lado España se encuentra en penúltima posición (sólo por delante de Bulgaria) en la compra de bienes de equipo, programas informáticos o diseño industrial aplicados a los productos o servicios ofertados por las empresas. En el caso español, las empresas gastan poco más del 1 por ciento de sus ingresos a este campo, frente a más del 3 por ciento en Alemania, Suecia y Grecia.
No es mejor su situación en otros indicadores como el número de pequeñas y medianas empresas que han cambiado su organización empresarial para adaptarse a las nuevas tecnologías, que han intercambiado información con otras empresas o han integrado algunos de sus departamentos para potenciar la innovación.
En este aspecto España se encuentra en la novena posición, con un 30 por ciento de las empresas que han realizado los cambios necesarios, muy alejada de los líderes como Luxemburgo, Dinamarca o Alemania, países en los que más de la mitad de las pymes han cambiado su estructura empresarial para adaptarse a los cambios tecnológicos.
España también está en las últimas posiciones en la colaboración entre las pymes y las instituciones oficiales o fundaciones de investigación para impulsar el desarrollo científico y tecnológico. En concreto se sitúa en el puesto número diecisiete, cerca de países como Italia, Lituania o Polonia, ya que menos del 40 por ciento de las pymes españolas colaboran con alguna institución que fomente la innovación, muy lejos de Irlanda, con un porcentaje que supera el 70 por ciento.
Otros de los indicadores que el estudio usa para medir el grado de innovación en la UE es el porcentaje de empresas que reciben fondos públicos a nivel nacional o europeo para fomentar la innovación. España se encuentra en el décimo puesto, pues casi el 10 por ciento de empresas reciben este tipo de fondos. El primer puesto en este ámbito esta ocupado por Austria, donde alrededor de un 17 por ciento de las empresas reciben financiación exterior para mejorar las innovación de sus servicios o de sus productos.