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Greenspan, al descubierto: de defensor del patrón oro a presidente de la FED

Alan Greenspan escribió en 1966 un artículo bajo el título Oro y libertad económica. El ex presidente de la FED advertía entonces que "en ausencia del patrón oro, no hay ninguna manera de proteger los ahorros de la confiscación que supone la inflación". La inflación ha sido la norma desde los 70.

Alan Greenspan escribió en 1966 un artículo bajo el título Oro y libertad económica. El ex presidente de la FED advertía entonces que "en ausencia del patrón oro, no hay ninguna manera de proteger los ahorros de la confiscación que supone la inflación". La inflación ha sido la norma desde los 70.

Alan Greenspan escribió en 1966 un artículo bajo el título Oro y libertad económica, en un libro editado por Ayn Rand en 1967, titulado Capitalism: The Unknown Ideal (Capitalismo: el ideal desconocido). Ayn Rand fue una rusa exiliada en Estados Unidos, considerada por algunos como la más ardiente defensora del individualismo y el laissez-faire en el siglo XX. Greenspan fue miembro de un seminario que Rand organizaba en Nueva York, y mantuvieron relación intelectual hasta la muerte de ella, acudiendo incluso a su funeral en 1982.

En este artículo, cuya traducción al español publicamos en LD en exclusiva, se muestra al Alan Greenspan menos conocido, totalmente diferente al que movía los hilos de la autoridad monetaria más importante del mundo, en condición de presidente de la Reserva Federal de los Estados Unidos (FED) desde 1986 a 2007.

Mientras que en esta época en el cargo no le importaba demasiado controlar y manipular a su antojo un sistema monetario fiduciario sin ninguna relación con el oro, en 1966 alabó a este sistema como el único compatible con la libertad económica. Nada excesivamente sorprendente dado lo camaleónico de sus posturas.

En el presente ensayo, Greenspan explica someramente por qué el oro es un buen dinero, así como describe el funcionamiento auto-regulador y las claras ventajas que a su juicio presenta un sistema de patrón-oro sobre sistemas de papel moneda, haciendo referencia a los sucesos de la Gran Depresión.

Principalmente, su máxima ventaja es que supone un cortapisa al gasto desenfrenado y deficitario al que los políticos suelen tender, siendo así un elemento en favor de presupuestos equilibrados, favoreciendo además la estabilidad en el valor del dinero y siendo un obstáculo para las desbocadas expansiones crediticias y monetarias.

En definitiva, para el que años después fuera el planificador monetario por excelencia, el patrón-oro constituía la mejor garantía, aunque no perfecta, para mantener una sociedad libre y una economía próspera y estable. Asimismo, también sostiene que las ventajas que para él proporciona este sistema, son precisamente las razones por las que los intervencionistas atacan el oro y el patrón-oro.

A la luz de los datos, las tesis de Greenspan no parecen haber ido desencaminadas. Se mire por el indicador que se mire, la ruptura de Bretton Woods (que se produjo en agosto de 1971 por decisión unilateral de Richard Nixon, a la sazón presidente de EEUU), que significó acabar con los últimos remanentes del patrón oro, abrió la puerta al excesivo intervencionismo que sufre la economía norteamericana hoy día.

En los siguientes gráficos se observa un punto de inflexión alrededor del año 1971 tanto en la evolución del gasto público en niveles absolutos (gráfico 1), de la deuda pública federal (gráfico 2), o del comienzo de los déficits públicos abultados en tiempos de paz (gráfico 3).

Además, la ruptura con el oro no sólo supuso un aumento de la influencia del poder público sobre la economía, sino que también dio lugar a una elevada inflación de precios, tanto de bienes de consumo, IPC (gráfico 4), como bienes de producción, IPRI (gráfico5), y un aumento en la inestabilidad del valor del dinero, como podría ponerse de manifiesto mediante la volátil evolución de los precios del petróleo (gráfico 6).

Naturalmente, todo el mundo tiene derecho a cambiar de opinión e ideas, y Greenspan no es una excepción. Sin embargo, la tesis más acertada es que mantuvo la misma posición intelectual mientras despreciaba diariamente la libertad económica y el patrón-oro con sus acciones al frente de la FED.

Esto es lo que se desprende si uno atiende a algunas de sus declaraciones al dejar su cargo. Desde que dejó la presidencia de la FED, Greenspan ha negado cualquier responsabilidad en el origen de la actual crisis económica, pese a que su política monetaria de bajos tipos de interés provocó la burbuja crediticia que estalló a mediados de 2007.

Curiosamente, Greenspan acuñó el célebre término de "exuberancia irracional" para explicar, sin argumentos sólidos, el crecimiento desproporcionado de los valores bursátiles durante las etapas de boom, como la que precedió al estallido de la burbuja de las punto.com.

Su intervencionismo monetario al frente de la FED choca frontalmente con el pensamiento expuesto en su artículo sobre el oro. Más aún, de ser cierta la anécdota que ha contado varias veces el congresista republicano Ron Paul al respecto del ensayo de Greenspan.

Según cuenta Paul, quien durante años mantuvo discusiones públicas con el presidente de la FED en la comisión de control correspondiente, allá por principios de siglo pidió a Greenspan que le firmara una copia del artículo original. Mientras lo hacía, el congresista, firme defensor de un sistema monetario sólido basado en el oro, le preguntó si todavía creía en lo que había escrito en ese ensayo, a lo que Greenspan respondió que "no cambiaría una sola palabra".

En caso de que sea cierta la tesis de que el chairman conocía a la perfección los efectos perjudiciales de sus acciones y actuaba contra sus principios, cabe plantearse si existen intereses ocultos detrás de la política de la FED.

Una idea que, desgraciadamente, no parece ser sólo una mera paranoia difundida por conspiracionistas, sino una hipótesis con fundamento. No por casualidad esta institución lleva a cabo sus reuniones en secreto a puerta cerrada, algo que está comenzando a ponerse en cuestión gracias a la labor activa del propio congresista tejano Ron Paul.

En este sentido, tampoco serían casualidad las sospechas que algunos levantan sobre la estrecha relación de apoyo mutuo entre la FED y el gobierno por un lado, y la FED y los grandes magnates de Wall Street y el sector bancario y financiero americano, por el otro.

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