La situación para muchos ganaderos andaluces y extremeños está comenzando a ser insostenible. Los robos de ganado se han disparado con la crisis. Son de todas las modalidades, cantidades y fines, pero el caso es que cada día hay más.
Tal y como recoge el diario El Mundo en su edición de este domingo, Asaja-Sevilla ya advierte de que se están recibiendo más de 70 denuncias de robos al mes, aunque "nos consta apenas suponen el 10% de los casos reales".
El rotativo recoge la historia de Encarnación, una ganadera de la localidad sevillana de Coripe, quien denuncia que le han robado 37 cochinos de su explotación en una sola noche sin "montarlos en ningún camión". Encarnación sospecha que "los han sacado por la otra punta de la finca, a través del campo y posiblemente estén en alguna explotación próxima camuflados entre el resto del ganado".
Las explotaciones ganaderas y agrarias suelen estar apartadas de los pueblos y ciudades, solas en el campo y cuentan con menos vigilancia, lo que las convierte en un objetivo fácil.
El tipo de hurto no siempre es el mismo. Según denuncian estos propietarios de explotaciones agrarias y ganaderas, está el típico robo de quien sustrae un cochinillo, una gallina o una cabra para dar de comer a la familia.
"A mi vecino el otro día le mataron un cochino en el campo, lo despiezaron allí mismo y se llevaron la carne", explica Encarnación en El Mundo. Lo hacen así para evitar los controles de identificación electrónica y de crotales que llevan incorporados los animales.
En la misma línea todavía se sustraen pequeñas cantidades de frutas y hortalizas en huertos y plantaciones para consumo doméstico.
Unos hurtos que, pese a que están aumentando considerablemente con la crisis económica, son muy diferentes a la de algunas redes que se dedican a arrebatar un buen número de reses a estos ganaderos, que hablan del regreso de los cuatreros.
Los afectados se quejan de la inseguridad que sufren y de sentirse "abandonados" por la Guardia Civil, ya que los cuerpos de la Benemérita, en muchas ocasiones solo cuentan con una patrulla para cuatro pueblos. Se da incluso el caso de que los propios malhechores dan un falso aviso en una punta de la comarca para perpetrar el robo en la otra.
El gran problema, según Asaja, es que "Ahí hay alguien que compra la mercancía y también sospechamos de que algún matadero actúa de forma ilegal y compra esa carne sin preguntar su procedencia, a todas luces sospechosa".