LD (Lorenzo Ramírez) Los datos de morosidad al cierre del mes de marzo ponen de manifiesto los graves problemas a los que se enfrenta el sector financiero español como consecuencia del estallido de la burbuja inmobiliaria y de la restricción crediticia tras una década de dinero barato (los tipos de interés estaban por debajo de la inflación).
El sector financiero español se enfrenta a una grave crisis de morosidad. Según datos del Banco de España el sector promotor inmobiliario tiene 24.462 millones de euros créditos morosos en los bancos y cajas de ahorros, el 7,5% de los 326.160 millones que han pedido prestados en la época de bonanza.
Con estas cifras, la morosidad total se sitúa en el 4,504%, el nivel más alto desde noviembre de 1996 y el volumen de préstamos de dudoso cobro (tres meses de impago) alcanzó los 83.658 millones de euros.
Pero la tasa de morosidad es mucho mayor, especialmente en lo referente a los prestamos a los promotores inmobiliarios y la cuestión viene de lejos. Tras la quiebra de Martinsa, el Gobierno, el Instituto de Crédito Oficial (ICO) y las cajas de ahorros encendieron las alarmas se asustaron ante la llegada de una crisis de solvencia en las entidades financieras que minara la confianza de los depositantes y de los inversores.
Para evitar el pánico, la herramienta escogida fue la refinanciación de los préstamos. Esta técnica consiste en dar un mayor plazo a la empresa para pagar el crédito (normalmente entre dos y tres años) confiando en que la recuperación económica vuelva a impulsar el mercado de compraventa de inmuebles.
Tras una primera ronda de refinanciaciones, en la actualidad se está produciendo la segunda, con un volumen de préstamos a promotores aplazados nada desdeñable. En las últimas semanas Afirma y Martinsa han refinanciado 8.400 millones de euros, Realia otros 900 millones, Renta Corporación 254 millones.
Si se añaden estas refinanciaciones a los 24.462 millones de impagos actuales, la tasa de morosidad se situaría en el 10,4%, frente al 0,92% contabilizado hace un año. Por lo tanto, la morosidad del sector promotor se multiplica por 11,3 hasta 34.016 millones de euros.
Hay que recordar que aquí no se incluyen los créditos a los contructores, cuyo saldo supera los 140.000 millones de euros según las cifras del Banco de España.
Las hipotecas también dejan de pagarse
La Asociación Hipotecaria Española (AHE) prevé que la morosidad del crédito a las familias para la adquisición de vivienda cierre el ejercicio en el 4%, frente a cerca del 2% en que se situó a finales de 2008. Esto supone que de los 671.450 millones de euros que han solicitado las familias, un total de 26.858 millones serán impagados.
No obstante, estas previsiones de morosidad hipotecaria (del 4%) pueden quedarse cortas, debido al incremento del paro. La economía española crea empleo cuando crece por encima del 2% y ni siquiera el Gobierno se atreve a asegurar cuando se registrará este crecimiento del PIB.
Además el Banco de España constata el aumento, hasta el 3,81%, de los impagos de familias y empresas a las entidades financieras hasta abril. Es su nivel más alto desde enero de 1997.
“Es de sobra conocido que las hipotecas concedidas a personas que están en situación de desempleo están teniendo dificultades crecientes para ser devueltas. Con el transcurso del tiempo y a medida que el paro siga aumentando se va a incrementar todavía más esa morosidad”, explica Rafael Pampillón, director del IE Economy Weblog ypProfesor de Entorno Económico y Análisis de Países del IE Business School
Como señala el economista, el paro y el impago de los créditos tienen una correlación muy estrecha, por eso en el primer trimestre de 1994, hace ahora 15 años, coincidieron la tasa de paro más alta de la historia de España (24,5%) con el récord de la tasa de morosidad: el 8,7%.
Activos “tóxicos” en el mundo vs crisis de morosidad en España
La crisis financiera internacional se desató en el mercado de la titulización hipotecaria. Este mercado (que se crea mediante la conversión de créditos en bonos que compran y venden los inversores) había tenido un gran desarrollo en los primeros años del siglo XXI y, cuando se empezaron a producir impagos en EEUU los bancos sufrieron depreciaciones de estos productos –los que ahora se denominan “activos tóxicos”- aunque muchos de ellos todavía no lo hayan reflejado en sus balances.
Este tipo de actividades financieras eran llevadas a cabo por la banca de inversión (también conocida como shadow banking), que no realizaba actividades de banca minorista (recibir depósitos y dar créditos). Tras la quiebra de Lehman Brothers el resto de bancos de inversión fueron fusionados y nacionalizados y ya no existen como tales. Ahora se están reestructurando.
Como consecuencia, todas aquellas entidades financieras que compraron este tipo de productos a lo largo de todo el planeta sufrieron (y todavía lo hacen) unas pérdidas considerables, pero España fue una isla. ¿Por qué? la respuesta se encuentra en el modelo de negocio español, que es casi en totalidad de banca minorista. Eso sí, los bancos y cajas españoles tuvieron que detener sus ventas de cédulas hipotecarias porque no encontraban comprador.
Por lo tanto la crisis financiera española se traducirá en un aumento paulatino de la morosidad. Los “activos tóxicos” de los bancos y cajas de ahorros que operan en España son los préstamos a los promotores y las hipotecas de los que ahora se quedan en paro.
Y tras los excesos bancarios, el sector público acude al rescate. El Gobierno decidió ayudar a las entidades financieras el pasado octubre con el dinero de los contribuyentes a través del famoso Fondo para la Adquisición de Activos Financieros (FAAF) y ahora el BCE adquirirá estos productos para dotar de liquidez a los bancos y cajas españolas. La tercera vía de ayuda pública es el nuevo fondo de reestructuración que ultima el Ejecutivo, y que inyectará casi 100.000 millones al sector financiero español.