LD (M. Llamas) Los salvavidas que han lanzado hasta el momento la Fed y el BCE no han servido de nada. El mercado interbancario sigue seco, y las restricciones de crédito (credit crunch) amenazan con extenderse hacia otros sectores financieros.
Sin embargo, el supuesto remedio ideado por los bancos centrales puede ser, en este caso, mucho peor que la enfermedad que pretende combatir. La estrategia orientada hacia la nacionalización de la mala deuda bancaria estadounidense conlleva un elevado riesgo: El deterioro de los activos financieros que posee la Fed. Y es que, está prestando contra un colateral de muy baja calidad, ante la imposibilidad de las entidades para colocar sus productos de deuda en el mercado.
Así, el presidente de la Fed, Ben Bernanke, ha canjeado desde marzo casi la mitad de sus Letras del Tesoro (los mejores activos financieros con los que cuenta), por bonos hipotecarios y otro tipo de productos ilíquidos, que carecen de salida. Es decir, por créditos de baja calidad (más conocidos por basura o subprime).
Al mismo tiempo, las reservas propias del sistema bancario estadounidense (non-borrowed reserves) se han esfumado. De hecho, son negativas.
El problema es que "desde diciembre la Fed está prestando contra casi cualquier subprime que los bancos presenten”, tal y como advierte el Observatorio de Coyuntura Económica del Instituto Juan de Mariana (OCE). A este respecto, el propio Paul Volcker (ex banquero central de la Fed) criticó hace escasas fechas a Bernanke por ir en contra de cualquier principio de la banca central tradicional. Esto es, de los principios expuestos por Walter Bagehot, el gran teórico de la banca central del siglo XIX.
“La adquisición directa de los bonos hipotecarios basura de un banco de inversión por parte de la Reserva Federal parece ir en contra de la lección tantas veces repetida por los teóricos de la banca central en tiempo de crisis: Prestar sin límites contra colateral de buena calidad", señaló.
El OCE explica que “las recomendaciones de Bagehot no tienen nada que ver con la política aplicada hoy por los bancos centrales. Las dos diferencias más importantes entre ambos escenarios son que en la época de Bagehot, por un lado, existía patrón oro y, por otro, que los activos de los bancos comerciales eran en su inmensa mayoría letras de cambio con un plazo de vencimiento no superior a 90 días”, añade.
Depreciación del dólar e inflación
Bagehot recomendaba que en momentos de crisis o pánicos financieros, el Banco de Inglaterra prestara de manera ilimitada. Sin embargo, imponía dos restricciones: “Debía prestar a un tipo de interés más elevado y sólo debía prestar contra colateral de calidad”, recuerda el Observatorio.
Por el contrario, Bernanke no aplica ninguna de las dos: “Presta a tipos de interés más bajos de los que marca el mercado. Y, lo que es aún más importante, se olvida de prestar dinero contra buen colateral”, indican estos expertos.
La expansión crediticia de la Fed, por lo tanto, “sólo contribuye a envilecer el dólar, tal y como acredita la sobrevaloración de las materias primas y el agio con el que cotiza el euro”. Aún así, el OCE afirma que “habrá que ver cómo evoluciona el euro a medio plazo cuando la crisis se traslade a Europa”.
Por el momento, “la política de Bernanke no sólo no soluciona nada, sino que empeora las cosas, al elevar los costes de las materias primas”, añade.
Pese a ello, el BCE comienza a padecer los mismo síntomas. Según publicó ayer el Finantial Times, Yves Mersch, uno de los miembros de dicha entidad, muestra su preocupación ante la posibilidad de que el colateral del banco central se esté igualmente “deteriorando”.
El colateral del BCE se deteriora
Y es que, numerosos bancos están agrupando sus activos basura, para los que no existe mercado, con la finalidad de obtener financiación del BCE, explica. Yves cita, en particular, a los bancos (más bien cajas) españoles, holandeses e ingleses.
¿Resultado? El BCE está ofreciendo liquidez a los bancos comerciales aplicando un descuento de activos, en muchos casos, de baja calidad. De este modo, el riesgo se traslada al organismo financiero central, ya que adquiere los productos financieros que, precisamente, rechaza el mercado por su escasa solvencia.
Un estrategia muy similar, por cierto, a la que está aplicando el Banco de Inglaterra, que podría inyectar en el mercado más de 100.000 millones de euros. El doble de lo anunciado el pasado 21 de abril. Y ello, mediante el intercambio de valores hipotecarios de las entidades por bonos estatales.
Por todo ello, lo peor del credit crunch aún está por llegar, tal y como avanzó LD.