Alemania ha conseguido una parte importante de lo que se proponía y habrá quiebras ordenadas en la UE si algún país es incapaz de hacer frente a sus obligaciones. Sin embargo, Angela Merkel no ha conseguido el 100% de lo que pretendía.
Este jueves, en Bruselas, los líderes de la UE han discutido la creación de un nuevo Fondo de Rescate permanente de 750.000 millones de euros que sustituya al actual. La novedad principal es que se admite la posibilidad de que parte del coste de ese rescate la sufraguen los poseedores de la deuda del país quebrado, a través de un proceso de quitas soberanas (es decir, cobrarían un porcentaje de lo que se les debe, no el total).
Angela Merkel pretendía que siempre que un país quebrase, parte del coste lo asumiesen sus acreedores. Lo finalmente acordado es que se estudie la cuestión "caso por caso". Y España es, sin duda, "el caso" que más preocupa, por su dimensión y por las posibilidades de que finalmente necesite ese rescate.
Las implicaciones
¿Qué implicaciones tendrá esta novedad para los países con problemas en sus cuentas públicas? La principal es que tendrán más dificultades para colocar su deuda y les saldrá más caro. Normalmente, la deuda pública es el activo más seguro, por eso ofrece una rentabilidad reducida. En los últimos meses, se ha disparado su coste porque se empieza a dudar de que algunos países (Grecia, Irlanda, Portugal, España,...) vayan a afrontar todos sus compromisos.
Por lo tanto, todos estos países ya saben que les quedan dos años para hacer sus reformas, reducir su déficit y reconducir su deuda pública: si en 2013 no lo han conseguido, quebrarán y sus acreedores (normalmente los bancos) perderán parte de su dinero. La UE seguirá detrás, ayudando, pero se ha acabado la barra libre para los derrochadores.
El Fondo de Rescate se vio en el mercado como una especie de avalista, que respondería. De hecho, tras la aprobación en mayo del primer fondo, el mercado de deuda se relajó unos meses. En otoño, volvieron las tensiones cuando se empezó a hablar de que los poseedores de la deuda puedan pagar parte del rescate. Ahora ya es oficial, esa posibilidad está encima de la mesa y es completamente legal. Y eso tiene dos implicaciones: colocar la deuda será mucho más difícil y los que ya la tienen (todo el mundo mira al sector financiero) serán observados con mucha atención por los inversores, puesto que pueden tener que soportar importantes pérdidas.
Lo acordado
Todo esto ocurre como consecuencia del acuerdo al que han llegado los líderes de la UE para iniciar una reforma simplificada del Tratado de Lisboa con objeto de permitir la creación de un mecanismo de rescate permanente para socorrer a países de la zona euro.
El acuerdo implicará una reforma del artículo 136, mediante un procedimiento simplificado que evite la celebración de referendos y permita su entrada en vigor en enero de 2013, pocos meses antes de que expire el fondo de rescate temporal, aprobado la pasada primavera para evitar el contagio de la crisis griega. "Tenemos un acuerdo sobre un cambio en el Tratado", informó el presidente del Consejo, el belga Herman van Rompuy, a través de la red social Tweeter.
"La concesión de cualquier petición de ayuda financiera bajo el mecanismo estará sujeta a estrictas condiciones". El lenguaje empleado era uno de los puntos de debate en la reunión, ante la exigencia alemana de que la fórmula elegida aclarase que la ayuda sólo será ofrecida "en último caso" y bajo una estricta condicionalidad. El acuerdo se ha alcanzado de forma unánime y rápida, según fuentes diplomáticas.
La principal novedad del fondo permanente es que contemplará la participación, "caso por caso" y "como último recurso", de los bancos privados cuando haya que asistir financieramente a algún país de la eurozona. Es decir, se abre la puerta a que se apliquen descuentos a los bonos de deuda pública si el Estado no puede pagar.
El acuerdo, alcanzado por los ministros de Economía el pasado 28 de noviembre, suaviza las pretensiones iniciales de Alemania, que exigía la participación del sector privado en todos los rescates, lo que según ha denunciado España agravó la crisis de deuda de la eurozona en noviembre y precipitó el rescate de 85.000 millones de euros para Irlanda.
Sin embargo, lo aprobado se acerca más a lo que deseaba Angela Merkel (que el sector privado comparta las pérdidas) que a lo que buscaba José Luis Rodríguez Zapatero, que quería flexibilizar mucho el Fondo, para que pudiera comprar deuda soberana e, incluso, prestar a corto plazo a los países con problemas. Es decir, convertirlo en un recurso habitual de los países incumplidores. Evidentemente, esto crearía unos incentivos muy perversos para mantener el descontrol en las cuentas públicas que Alemania quería evitar.