Hay que tener en cuenta que la población en España ha sufrido un fuerte incremento en las últimas décadas, por lo que para establecer una comparación realista la matriculación de vehículos se debe ajustar en función de los datos demográficos. De esta forma, la caída de ventas en España desciende, en realidad, a niveles de 1973, aunque todavía se sitúa algo por encima de los primeros años de la década de los 80, cuando nos encontrábamos en medio de una de las mayores crisis bancarias que ha conocido España.
La venta de automóviles en Europa
Como se puede apreciar en los datos de matriculaciones europeos, existe una fuerte relación entre este dato y la gravedad de la crisis en los respectivos países. En el gráfico adjunto se representa el nivel de matriculaciones en septiembre de 2010 respecto al valor medio de 2006 en los cuatro grandes países europeos, la media de la zona euro y los seis países europeos con peores cifras, entre los que se halla España.
El promedio de la zona euro se encuentra un 15% por debajo de los niveles de matriculaciones de 2006, lo que denota que la recuperación no ha sido aún completa, excepto en Francia. Sin embargo, los niveles de los países donde más ha golpeado la crisis son mucho peores. Irlanda y España se encuentran un 50% por debajo, Grecia y Estonia casi el 65% y a la cola de Europa están Letonia (-81%) e Islandia (-91%), países donde la crisis ha sido devastadora.
La matriculación por millón de habitantes, en niveles del 73
Como puede observase en el gráfico, si se representan las matriculaciones por millón de habitantes la imagen es aún peor, ya que nos encontramos en cifras similares a las de 1973, ligeramente por debajo de los 1.400 automóviles/mes, y muy por debajo del promedio de 3.000 automóviles/millón de habitantes/mes que tuvimos desde 2000 hasta 2007.
También se puede apreciar el dispendio inútil de recursos que ha supuesto el Plan 2000E, en el que los contribuyentes que no necesitaban ni deseaban comprarse un automóvil han tenido que subvencionar a los que sí que querían hacerlo. Ha supuesto un gasto innecesario en unos bienes que para nada contribuyen a mejorar el problema real de España, que es la necesidad imperiosa de incrementar el volumen de sus exportaciones para que nuestro nivel de vida se reduzca lo menos posible cuando nos veamos obligados a ajustar nuestro déficit por cuenta corriente y nuestro déficit público, algo que cada vez está más cerca.
Todo parece indicar que el sector de la automoción deberá adaptarse a este nivel de demanda y no exigir nuevas subvenciones que no hacen sino perjudicar al resto de nuestra maltrecha economía, ya que las elevadas cifras de matriculaciones que tuvimos entre 2000 y 2007 eran debidas a una hipertrofia crediticia sostenida por la expansión crediticia y que, dadas las circunstancias, no es previsible que se recupere en mucho tiempo.