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China decreta el control de precios ante la escalada inflacionista

Demasiado crédito para la economía china. Los precios han comenzado a repuntar en todo el país, especialmente en la alimentación, donde la inflación ya pasa del 10%. Las autoridades tiran de manual comunista y controlan los precios. Se unen todos los ingredientes para una catástrofe.

La economía china está recalentada. Los crecimientos anuales del 10% terminan por pasar factura, especialmente cuando se construyen sobre dinero abundante y barato, como es el caso de China, inmersa en una burbuja inmobiliaria y financiera de grandes dimensiones. Los primeros en empezar a pagarla están siendo los consumidores, vía inflación. El IPC chino se colocó el pasado mes de octubre en el 4,4%, el máximo en los dos últimos años. La alimentación subió más del doble, superando el 10% de incremento de precio interanual.

Esto según el oficialista China Financial Daily, que no es precisamente sospechoso de ir contra el Gobierno. La inflación, todavía no galopante pero sostenida al alza mes tras mes, ha llevado a los líderes del Partido Comunista a replantearse la política monetaria. La semana pasada comunicaron que el Gobierno iba a adoptar medidas de prudencia financiera. Por prudencia entienden poner algunas restricciones a la concesión de préstamos, que este año se otorgarán en China por valor de 7,5 billones de yuanes, y fijar controles de precios en los distribuidores de alimentación.

Lo primero está por ver que suceda, lo segundo ya está en marcha. La ciudad de Kunming, en el sudoeste del país, ha empezado a fijar techos de precio en productos tales como los cereales, el aceite de cocina, la carne, los huevos, la leche y los fideos. Los afectados por este control son cinco cadenas de alimentación entre las que se encuentran la norteamericana Wal Mart, que cuenta con 189 tiendas repartidas por toda China, y la francesa Carrefour, sólidamente implantada en el país desde 1995. En los artículos citados, el precio no puede superar el que alcanzaron el pasado 17 de noviembre.

En un intento desesperado de controlar toda la cadena de suministro las autoridades de Kunming han ordenado a los mayoristas de alimentación que antes de subir los precios de la mercancía lo soliciten con diez días laborables de antelación al Gobierno de la ciudad.

Las autoridades esperan detener el aumento de precios sin entender que este tipo de controles nunca funcionan y lo único que generan es escasez en los bienes sometidos a la fijación de precios máximos. Los productores no podrán atender la demanda al precio fijado por el Gobierno y los artículos simplemente desaparecerán del mercado legal. Quedará el mercado negro, pero a precios superiores, acordes con el coste real del producto en cuestión más una prima de riesgo, ya que comerciar con ellos sería algo ilegal. Habida cuenta de cómo se las gastan en China con los delincuentes es de esperar que los estraperlistas en China sean pocos y vendan cara su mercancía.

El hecho es que la inflación en China no se ha disparado por culpa de los comerciantes o los distribuidores, sino por la brutal expansión crediticia y monetaria auspiciada por el mismo Gobierno que ahora quiere poner coto al aumento de precios por la vía expeditiva del control. En el siguiente gráfico puede observarse la oferta monetaria M1 (dinero circulante+cuentas en el banco central+depósitos a la vista) ha crecido un 300% en los últimos seis años y medio.

A partir del estallido de la crisis financiera, en septiembre de 2008, el incremento de liquidez se acentúa hasta la fecha actual. A diferencia de lo que sucede en Occidente, en China los bancos siguen prestando alegremente y las empresas e individuos siguen endeudándose sin miedo a que el grifo se seque.

La expansión crediticia alcanza en China ya el 28% del PIB o, lo que es lo mismo, 9,3 billones de yuanes (1,5 billones de dólares) anuales. Tanto dinero en tan poco tiempo no puede pasar desapercibido. La locura del yuan sumada a la ya crónica debilidad del dólar son las que, en última instancia, están impulsando hacia arriba los precios de las materias primas en todo el mundo y haciendo repuntar la inflación en China. El rally no ha hecho más que comenzar. Si el Gobierno chino persevera en su manual comunista de emergencia estableciendo controles de precios, las consecuencias pueden ser inesperadas y necesariamente catastróficas.

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