Y si yo no pago la hipoteca ¿Quien me avala a mí?
El problema no es que los bancos hayan dado a unos indigentes que no tienen donde caerse muertos -el famoso negro en camiseta sentado a la puerta de su chamizo- un dinero que no pueden devolver. El problema es que le hemos dado a unos indigentes que no tienen donde caerse muertos, los bancos, el dinero que no nos pueden devolver. El banco es nuestro negro en camiseta. Y a fin de evitar la lógica revuelta social que acontecería ante tal evidencia, acude el Estado para asustarnos lo suficiente como para que se produzcan dos hechos extraordinarios: que no reclamemos a esos indigentes bancarios la devolución de nuestro dinero y, por si esto fuera poco, que nos dejemos sacar a golpe de impuestos más dinero con el que los indigentes a los que le hemos entregado nuestros ahorros puedan hacer frente a las deudas contraídas, mientras se niegan a prestarnos dinero para poder sobrevivir. La solución es sencilla: quitarle nuestro dinero a los indigentes bancarios y escapar de sus socios políticos entrando en la economía sumergida. Eso y sabotear el sistema.
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