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Los kibutz israelíes abandonan el socialismo

Las comunidades kibutz israelíes, una combinación de socialismo y sionismo basado en la agricultura, ya no son lo que eran. En las últimas dos décadas la mayoría han dejado atrás la vida comunal y sus principios igualitaristas, privatizando su actividad y abrazando varias prácticas capitalistas.

El Financial Times, en un artículo sobre la transformación de los kibutz en Israel (The rise of the capitalist kibbutz), relata la experiencia de Jane Ozeri y el kibutz Nachshon, una comunidad de granjas colectivas. Ozeri emigró de su nativa Inglaterra para unirse a Nachshon, atraída por la ideología comunal del movimiento.

Trabajó allí donde la comunidad decidía: en la cocina, en el campo o en la escuela. Ningún miembro del colectivo recibía un salario. La comunidad proporcionaba alojamiento, comida, educación, ropa, medicina, transporte e incluso cigarrillos. Estos bienes eran propiedad de todos, no de los individuos. Si Ozeri quería visitar a su familia en Inglaterra, la asamblea del kibutz debía discutir la petición y votar a favor de pagarle o no el billete.

Hoy Ozeri lleva una tarjeta que la identifica como “coordinadora global de ventas” de Aran Packaging, una empresa que produce packs para líquidos para la industria alimenticia. Ubicado en el kibutz y propiedad de sus miembros, el negocio tiene un volumen de ventas de 28 millones de euros anuales y sirve a 35 países. Ozeri recibe un salario (una parte del cual tiene que compartir) que está a la par con el que se paga en otras compañías del sector.

La mayoría de kibutz se han ido convirtiendo en empresas cooperativas privadas, dejando atrás varias prácticas colectivistas e igualitaristas como la negativa a contratar gente de fuera, el pago del mismo salario a cada trabajador con independencia de su labor, o la separación de los hijos de sus padres porque debían ser cuidados en común.

Un total de 22 kibutz están listados en las bolsas de Tel Aviv, Nueva York y Londres, con ventas anuales por valor de 7.000 millones de euros, un 10% de la producción industrial israelí. La agricultura sigue siendo importante en muchos kibutz, pero ha habido un importante giro hacia la industria.

El artículo en el Financial Times señala que la transformación de los kibutz en cooperativas capitalistas es un reflejo del desarrollo de la sociedad israelí en los 80. Muchos miembros del kibutz, apunta Shlomo Getz, profesor especializado en kibutz, empezaron a querer el mismo tipo de cosas que los demás israelíes. En palabra de Ozeri: “La gente quería más control sobre su propia vida y economía. Es muy difícil vivir de forma estrictamente comunal”.

En los 80 los kibutz habían entrado en crisis y el gobierno tuvo que rescatarlos. La ineficiencia de su modelo forzó a las comunidades a replantear su filosofía económica. La ola de privatizaciones en los 90 fue una respuesta a esta crisis. Las privatizaciones afectaron sobre todo a los servicios.

La propiedad colectiva de residencias, tierra y fábricas frecuentemente se mantuvo, aunque se han dado pasos en la dirección de permitir la propiedad individual de algunos activos como las casas donde viven los miembros y una suerte de “acciones” sobre los medios de producción. Pueden enajenar ambos con ciertas limitaciones. En total, 65 kibutz aún operan al modo tradicional.

Al contrario que otros experimentos sociales, señala el Financial Times , los kibutz israelíes no tienen una filosofía dogmática o muy teórica detrás, lo que les permite estar abiertos al cambio. Aunque los kibutz practicaran una vida comunal, casi comunista, los partidos políticos que representaban al movimiento nunca han pedido la abolición de la propiedad privada. Las comunidades kibutz aceptaron su rol de empresas colectivas en el marco de un libre mercado.

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