España lucha contra la maldición griega

Con el extenso reportaje que apareció en la edición de ayer de Handelsblatt, un prestigioso rotativo económico con sede en Düsseldorf, los fantasmas que aletean sobre la economía española empiezan a hablar alemán. Bajo el título “España lucha contra la maldición griega”, Anne Grüttner, corresponsal en España del diario, traza el retrato la crisis española, sus causas y cómo se le ha ido de las manos al Gobierno Zapatero.

El reportaje parte del ridículo del presidente del Gobierno en Davos. Un ridículo doble por no saber inglés y porque los organizadores sentaron a Zapatero entre el presidente de Letonia, Valdis Zatlers, y el griego, George Papandreou. El foro económico mundial de Davos fue la puesta en escena de las dificultades españolas para superar la crisis, y en eso, según se desprende de la información publicada por Handelsblatt, mucho tuvo que ver la pusilanimidad mostrada por Zapatero, completamente superado por los acontecimientos.

Nada que no sepamos en España sobre nuestra enfermedad económica, pero que es ya de dominio público en toda Europa. El estallido de la burbuja inmobiliaria, edificada sobre crédito barato, es el origen de unos problemas que han agravado la indecisión gubernamental. Al final, las cifras cantan por sí solas, la tasa de paro es el doble de la europea y no tiene visos de recuperarse en bastante tiempo, la deuda soberana –aunque aún relativamente baja– no hace sino aumentar y los desequilibrados presupuestos del Estado arrastran un inmenso déficit que alimenta la deuda pública. Un círculo vicioso de difícil salida.

Grüttner, sin embargo, es optimista. “Cuando envié el artículo a la redacción el otro día me dijeron que era demasiado positivo” me confiesa por teléfono. “España no es Grecia… pero tampoco Alemania”, remata persuadida de que, “si el Gobierno hace lo que tiene que hacer”, la economía se recuperará antes o después. “La imagen de España en Alemania es la que es”, afirma, “los alemanes piensan que este es un país de vacaciones donde las cosas pasan más lentamente, pero yo apuesto por España”.

El optimismo de Grüttner contrasta con el recelo del Gobierno alemán que, según ella, escucha ahora muy cuidadosamente cuando Zapatero habla. Si lo hace puede ser “una esperanza o un peligro, dependiendo de las circunstancias”.