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Lufthansa lleva a los pilotos a los tribunales

La huelga de los pilotos de Lufthansa puede terminar en los tribunales. La compañía sufre ya pérdidas millonarias y en los aeropuertos alemanes reina el caos. Los pilotos quieren blindar su puesto de trabajo.

La huelga que empezó en la madrugada del lunes es ya la mayor de la historia de la aviación alemana. Los 4.000 pilotos llamados al paro general por el sindicato Vereinigung Cockpit (VC), el equivalente al SEPLA español, ha provocado ya la cancelación de 800 vuelos en la primera jornada de huelga sembrando el caos por los aeropuertos de toda Europa.

Lufthansa, antigua compañía de bandera alemana, es la segunda aerolínea de Europa con 1.800 vuelos y unos 150.000 pasajeros transportados cada día. La convocatoria de huelga, que los directivos de Lufthansa intentaron evitar hasta el mismo domingo, supone pérdidas multimillonarias para una empresa que el año pasado nadó a contracorriente ganado 226 millones de euros en los primeros nueve meses del año pasado.

La huelga, por lo tanto, no es la clásica movilización sindical que persigue un aumento de salarios o evitar expedientes de regulación de empleo. Nada de eso. Los pilotos de la aerolínea han parado porque quieren que sus condiciones laborales sean idénticas en todas las aerolíneas que pertenecen al grupo. El gigante aéreo alemán lleva varios años comprando líneas aéreas por Europa. Actualmente es el propietario de la suiza Swiss, la belga Brussels Airlines, la austriaca Austrian Airlines, la británica British Midland y la aerolínea de bajo coste German Wings.

El temor de los pilotos es que parte del tráfico que actualmente mueve la compañía madre se traslade a las subsidiarias, cuyos costes operativos son menores. A diferencia de otras grandes del aire como British Airways, Iberia o Air France, que se han centrado en un único hub (centro de distribución de tráfico), –Londres, Madrid y París respectivamente– Lufthansa mantiene varios hubs operativos, lo que implica que la compañía precise de cierta movilidad laboral.

Lufthansa se encuentra entre la espada y la pared porque tiene un volumen de tráfico tal que cuatro días de huelga pueden ser devastadores para su cuenta de resultados y su prestigio como compañía de primera clase, de las pocas que aún sirven comidas a bordo. La única salida que le ha quedado es llevar a los huelguistas ante los tribunales de Fráncfort arguyendo que el paro es desproporcionado. Los directivos de Lufthansa anteponen, asimismo, su obligación de evitar daños a la compañía, a los empleados y a los accionistas.   

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