De camino a esta entrevista, el taxista-filósofo me pone al día en dos minutos: "Cristina (Kirchner) nos quiere hipnotizar, dice que no hay inflación, pero es un hecho incontrovertible que los precios experimentan una subida permanente". ¿Y las tarifas del taxi, cómo se actualizan? "Muy sencillo: un día rodeamos la Casa Rosada [el Palacio de Gobierno] y no nos vamos hasta que nos hacen caso".
Así se arreglan las cosas en Argentina. En esta economía altamente intervenida cada grupo de presión sabe que su futuro económico no depende tanto de su capacidad para producir algo de valor como de lo que se decida en el despacho de un ministerio. Las protestas se suceden: ayer los taxistas, hoy los transportistas, mañana los médicos... en total 340 cortes de calles por manifestaciones en Buenos Aires durante el año pasado, casi uno y medio por cada día laborable.
El economista Martín Krause atribuye el incremento de esta violencia a los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner. Krause dirige el Centro de Investigación de Instituciones y Mercados, que elabora cada año un ranking de países según la solidez de sus instituciones políticas y económicas. También es una de las personas con mayor capacidad para explicar de forma sencilla la "ciencia lúgubre", además de un tipo encantador con el que da gusto conversar.
- ¿Argentina es un ejemplo de economía donde el libre mercado ha sido suplantado por las relaciones de poder y la violencia?
- Sí, lo es. Este Gobierno ha alentado a la gente actuar de esa forma y ha generado la sensación de que todo se consigue por la fuerza. Tienen una mentalidad de izquierdas en el sentido de favorecer las reivindicaciones populares en la calle. Han fomentado las protestas y han convertido esta ciudad en un caos.
- Pero esto ya se daba antes de los Kirchner.
- No, no tanto. Antes había una sensación de mayor respeto en el uso de la vía pública. Además de alentar las manifestaciones, ellos han dado orden a la policía de no intervenir. Si se violan los derechos, ya no se piensa en acudir a la Justicia, sino en salir a la calle. Ahora cualquiera que tiene una protesta te corta una avenida.
-Han pasado casi diez años desde la crisis del 2001, el corralito y la devaluación del peso. ¿Cuál es la explicación de lo que pasó?
- Veníamos de los 90 con un crecimiento estable y, de repente, todo explotó por los aires. Se plantearon dos interpretaciones: una, que lo que ocurrió fue una bancarrota del Estado, que aumentó su gasto y su deuda hasta que no pudo pagar y quebró. El endeudamiento elevaba la tasa de interés, ésta a su vez la moneda, y eso volvía la industria local poco competitiva y generaba recesión interna. Todo ello por el descontrol fiscal.
La segunda interpretación culpaba a las políticas del Consenso de Washington, al FMI, etc. En la discusión pública lamentablemente ganó ésta, porque era más fácil echar la culpa a otros que explicar que hay que gastar menos, y que las empresas deben ser competitivas en una economía desregulada. Además se asociaba todo a la época de Ménem y la corrupción.
- ¿Qué hay de cierto en esta segunda interpretación?
- Los liberales siempre criticamos las políticas de los 90 y el Consenso de Washington por centrarse en las reformas económicas sin tener en cuenta el aspecto institucional. Los economistas neoclásicos de Chicago, que eran quienes llevaban a cabo estas políticas, defendían las privatizaciones porque son eficientes, pero no les preocupaba si se hacían en medio de la corrupción o si se estaban privatizando monopolios en lugar de desregular los mercados. Nosotros poníamos el énfasis en que la principal reforma tenía que ser la de limitar el poder.
Por ejemplo, cuando los jueces bloquearon varias privatizaciones Ménem pasó por encima de ellos, avasallando la independencia de la Justicia. Empresarios y economistas lo apoyaban porque querían las reformas, no importaba cómo. Pero se estaba corrompiendo el sistema judicial, algo mucho peor que tener una empresa estatal.
- Chile y Brasil se han convertido en dos historias recientes de éxito económico. ¿Qué es lo que han hecho ellos bien, que Argentina ha hecho mal?
- En Chile, las profundísimas reformas que se llevaron a cabo en los años 70 y 80. En Brasil se hicieron algunas privatizaciones, se ha mejorado la institucionalidad y se ha alcanzado la estabilidad fiscal. En ambos casos, al contrario que en Argentina, las reformas se han mantenido al cambiar los Gobiernos, algo esencial porque da credibilidad y estabilidad en las reglas de juego.
- Argentina también ha mejorado sus cuentas públicas.
- Sí, se ha mejorado la política fiscal y desde el 2003 tenemos superávit, algo que muchos países europeos quisieran tener. No caemos en crisis porque se sigue una ortodoxia fiscal, pero para todo lo demás este Gobierno es absolutamente intervencionista, con políticas regulatorias horribles.
- ¿Por ejemplo?
- Hay controles de precios y un dirigismo total, con una debilidad institucional difícil de creer. El secretario de Comercio (Guillermo Moreno) llama a las empresas, por ejemplo a una de pasta, y le dice "Quiero que me bajes el precio de los spaghetti, de 2 a 1.5, ¿entendiste?". El empresario contesta que él pone el precio que quiere, y entonces este señor les dice: "Bajas el precio porque lo digo yo y si no lo haces te voy a destruir", y le cuelga.
- Es un autoritarismo económico.
- Sí, pero sobre todo es algo absolutamente arbitrario, no institucional. Se hace sin que medie resolución pública, sin procedimiento alguno. Llama a los supermercados y les amenaza con inspecciones, multas, etc., los vuelve locos. Los comerciantes se asustan, y le hacen caso.
- ¿Estas intimidaciones se dan con frecuencia?
- Con mucha frecuencia. Ahora Shell, igual que Exxon, está en problemas porque se negó a bajar los precios de la gasolina. La respuesta fueron amenazas, multas y sanciones. Shell, al igual que Exxon, quiere vender sus activos en Argentina, pero en semejante entorno no encuentra comprador. ¿Con estas políticas enloquecidas y esta forma de tratar a los empresarios, quién va a invertir?
- ¿Estos controles de precios no se imponen para ayudar a los más desfavorecidos?
- Eso es muy cínico. Al Gobierno no le preocupan tanto los precios sino las percepciones de la gente sobre los precios. Por eso manipulan los índices de inflación. Quieren evitar una psicosis como en la hiperinflación de los años 80, cuando a cada noticia sobre un aumento de precios los comerciantes reaccionaban subiéndolos el doble para cubrirse de la subida siguiente. El Gobierno miente para evitar eso, pero la realidad es la que es. Si cada vez que uno va al supermercado tiene que pagar más, ¿cuánto tiempo se va a creer la gente ese cuento de que no hay inflación?
- Cristina Kirchner acaba de lanzar su programa "Milanesas para todos", para que nadie se quede sin comer milanesas [filetes de carne empanada, uno de los platos más populares en Argentina]. ¿No es estupendo que todo el mundo pueda comer barato?
- En realidad los Kirchner han hecho mucho para que las milanesas estén caras, porque intervinieron el mercado de carne y prohibieron la exportación. Entonces ocurrió lo que ocurre con cualquier control de precios: éstos eran demasiado bajos para los productores, y dejaron de producir. Cambiaron las vacas por soja, que era más rentable. Entonces, ¿por qué está cara la carne? Porque hay poca. ¿Y por qué hay poca? Porque hay menos vacas. ¿Y por qué hay menos vacas? Porque los productores dejaron de criarlas como consecuencia de la intervención del Gobierno.
- Este tipo de intervenciones del Gobierno en la economía son muy populares.
- Es difícil hacérselo entender a la gente.Desde el Gobierno venden la idea de que los altos precios se deben a la especulación del carnicero o a la mafia de la ganadería. Pero la realidad es que el stock ganadero ha caído de 52 millones de vacas a 45, debido a los controles de precios. Al productor hay que asegurarle estabilidad en las reglas del juego a largo plazo, para que pueda estimar si venderá a un buen precio, y por lo tanto si vale la pena invertir.
- ¿Cómo se define el estado actual de la economía argentina?
- Favorecida por el contexto internacional Argentina crece, pero lo hace con todas estas incertidumbres que le impiden tener un período de gloria. Podría estar creciendo a tasas chinas, al 10 por ciento. Y con un decenio a ese ritmo te encuentras un país diferente: resolviste los problemas de pobreza, de empleo, etc. ¿Se imagina lo que sería algo así?
- ¿Argentina está dejando pasar su gran oportunidad?
- Claro, una oportunidad de oro. Por estas malas políticas, por ejemplo, se ha perdido terreno en el mercado internacional de carne, que ahora ha copado Brasil. Tal vez tengamos suerte y la coyuntura se prolongue lo suficiente, de forma que pese a los Gobiernos que tengamos, a pesar de ellos, salgamos adelante.
- Todavía hay esperanza, entonces.
- Es que en la economía hay cosas que no se ven tanto, al margen de la política, y a mí me gusta analizarlas. Por ejemplo, aquí se ha dado una revolución impresionante en el campo argentino. Los pueblos de la Pampa húmeda florecen, el nivel de riqueza es enorme. ¿Por qué? Por la revolución agrícola que se está produciendo en Argentina en este momento.
- ¿En qué consiste esa revolución?
- Tecnológicamente, gracias a nuevas técnicas y a las semillas modificadas genéticamente, se ha aumentado enormemente la productividad del campo. En 10 años la producción agrícola argentina ha pasado de 40 a 100 millones de toneladas.
Por otro lado, tras la quiebra del 2001 la gente no confiaba en los bancos para dejar sus ahorros. Entonces comenzaban a subir los precios de la agricultura y muchos invirtieron en el campo. Gran parte del ahorro fue a la producción agrícola, lo que ha convertido a miles de personas en "accionistas" del campo. El dentista del pueblo, el escribano, el farmacéutico, tienen ahora sus ahorros invertidos en soja. Eso explica en buena parte la rebelión fiscal que se dio hace tres años. [Y que podría repetirse].
- ¿Qué sectores se han desarrollado, además de la soja?
- Aquí suceden cosas increíbles, al menos para mí. Se vende, por ejemplo, esperma congelado de caballo de polo, a precios altísimos, para la exportación. Puede usted llevarse el caballo ya crecido, o el esperma, o el embrión. Hay todo un negocio en esto, no muy grande pero muy sofisticado.
Otra historia de éxito es el vino argentino. Antes cuando te hablaban de vino te hablaban de Chile. Sin embargo Argentina ya exporta más vino que Chile a EEUU y Brasil. Eso ha sido una historia de éxito tremendo de una industria que estaba totalmente regulada. La desregularon y la desestatizaron en los 90, y no ha parado de crecer. Por suerte este Gobierno no se ha metido con eso.
- ¿El éxito del campo argentino es el éxito de las políticas liberales, de desregulación económica?
- En buena medida sí. Se debe a eso, y al aprovechamiento de la coyuntura internacional, a la que el campo ha sabido responder muy bien.
- En España se discute el futuro de las pensiones públicas. ¿Qué podemos aprender de la experiencia argentina?
- Aquí existía un sistema de reparto (como el español) hasta finales de los 80. La relación entre aportantes y jubilados se fue achicando cada vez más, hasta que se gastaron todo el dinero y el sistema quebró. Por eso en los 90 pasamos al sistema de capitalización individual, que seguía el modelo chileno y funcionaba bien.
Este gobierno aprovechó el momento de la crisis internacional para asustar a la gente diciéndoles que sus ahorros iban a desaparecer, y forzó la vuelta al sistema anterior. Antes se podía elegir entre un sistema u otro, pero ellos no dieron opción. Lo hicieron porque vieron que allí había una vaca de donde sacar dinero, con todos esos ahorros acumulados durante este tiempo. Eso es lo que están haciendo ahora, meten mano ahí y gastan.
- ¿Qué ocurrirá con estas pensiones, controladas ahora por el Gobierno?
- Vamos a tener problemas a largo plazo, sin duda. Están consumiendo lo que se ahorró durante este tiempo, pensando que cuando haya que reponerlo será dentro de 10 ó 15 años. Como estudiamos en el Análisis Económico de la Política, el gobernante mira sólo el corto plazo.
- ¿Qué candidato le gusta para las elecciones presidenciales de Octubre?
- Creo en la alternancia, sería bueno un no kirchnerista, pero son todos socialdemócratas así que no me hago muchas ilusiones. Por lo menos alguien que tenga buenos modales. Bueno, el que tenía malos modales ya no está, pero alguien que sea decente y más o menos buena persona.
- Estamos rebajando las expectativas...
- Sí, ya no pido un libertario, simplemente alguien que sea relativamente moderado en el ámbito económico y en el institucional. Sólo con eso, este país camina solo, dada la coyuntura internacional.