En su comparecencia, Obama, recibido con grandes aplausos, aseguró que la reforma contendrá "protección para aquellos con seguro médico, un sistema que permita a los individuos y empresas adquirir cobertura asequible y la obligatoriedad de que quienes se lo puedan permitir cuenten con un seguro sanitario".
"Creo que hay un amplio consenso en torno a estos aspectos del plan", si bien "persisten por resolver detalles significativos", indicó Obama, en una afirmación que fue recibida con las risas de la oposición republicana.
No fue la única interrupción, pues también se oyó un grito de "¡Miente!" cuando aseguró que la reforma no se aplicaría a los inmigrantes ilegales.
La poco habitual comparecencia del presidente ante ambas Cámaras del Congreso representaba una arriesgada apuesta política, con la que Obama buscaba recuperar la iniciativa en una reforma que se ha convertido en su principal prioridad legislativa, tras meses de estancamiento en el Capitolio.
"Momento de actuar"
"Se ha acabado el momento de las rencillas, se ha acabado el momento del politiqueo. Ha llegado el momento de actuar", consideró Obama, que apuntó no sólo al imperativo moral de reformar un sistema que excluye de la cobertura sanitaria a 47 millones de ciudadanos sino a la necesidad económica pues, según recordó, la sanidad en EEUU gasta 1,5 veces más por persona que cualquier otro país.
Obama, acusado anteriormente de no haber dado más que guías generales sobre la reforma, quiso dar detalles específicos.
Así, en un país en el que la cobertura sanitaria se adquiere mediante seguros privados en la mayoría de los casos, quienes ya reciben esas prestaciones tendrán más seguridad porque las empresas no podrán rechazar a pacientes que cuenten con problemas médicos pre-existentes.
También se creará una Bolsa de seguros médicos en un plazo de cuatro años que permitirá, según consideró, recortar los costes de la cobertura.
Las grandes empresas tendrán la obligación de ofrecer seguro médico a sus empleados. Y los individuos tendrán la obligación de estar asegurados, "igual que en la mayoría de los estados es obligatorio el seguro de automóvil". Habrá excepciones, puntualizó, para aquellos que verdaderamente no puedan permitírselo.
Opción pública
En este sentido, defendió uno de los apartados más polémicos de la reforma, la opción pública, un seguro médico patrocinado por el Estado que "sólo sería una opción para aquellos que no tienen cobertura".
En respuesta a los detractores de esta posibilidad, que creen que causaría un deterioro de las prestaciones médicas y competiría de modo desleal con el sector privado, Obama aseguró que esa opción sería "autosuficiente" y se sufragaría con las primas que cobrase.
"No abandonaré el principio básico de que si los estadounidenses no pueden encontrar cobertura asequible, les proporcionaremos una alternativa", subrayó.
El coste total de la iniciativa, consideró, rondará los 900.000 millones en diez años, aunque prometió reiteradamente que "el plan no aumentará nuestro déficit presupuestario", una de las grandes críticas de la oposición republicana.
El momento más emotivo de la jornada se produjo cuando Obama citó una carta póstuma del senador Ted Kennedy, quizás el mayor partidario de la reforma en el Congreso y fallecido el pasado agosto de cáncer cerebral, en la que el legislador recordaba que se trata "de principios fundamentales de justicia social y el carácter de nuestro país".
En su discurso de réplica, ofrecido tras la intervención presidencial, los republicanos se mostraron escépticos. El congresista Lincoln Díaz Balart, que ofreció la réplica en español, aseguró que "podemos llevar a cabo una reforma mejor".
"La propuesta presentada por los demócratas costaría aproximadamente un billón de dólares, crearía 53 nuevas burocracias, e impondría nuevos impuestos a pequeñas empresas e individuos por aproximadamente 600.000 millones de dólares", sostuvo Díaz Balart.