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Paulson acusa a China y Rusia de provocar la crisis con una guerra financiera

El ex secretario del Tesoro de EEUU ha realizado unas declaraciones sorprendentes sobre el origen de la crisis financiera internacional. Acusa a China y Rusia de provocar el desplome de los bonos ligados a las hipotecas "basura" (subprime). De esta forma Paulson echa balones fuera.

El ex secretario del Tesoro de EEUU ha realizado unas declaraciones sorprendentes sobre el origen de la crisis financiera internacional. Acusa a China y Rusia de provocar el desplome de los bonos ligados a las hipotecas "basura" (subprime). De esta forma Paulson echa balones fuera.

¿Existe una guerra financiera encubierta que enfrenta a China y Rusia con Estados Unidos? El que fue secretario del Tesoro (equivalente al ministro de Economía) durante el gobierno de George W. Bush, Henry Paulson, cree que sí y llega incluso a acusar al gigante asiático de provocar la tormenta financiera internacional en colaboración con Rusia.

Según una información que publica la agencia económica Bloomberg, estos dos países podrían haber influido en el derrumbe del mercado de bonos hipotecarios que precipitó la recesión global. En concreto acusa a China y Rusia de llevar a la quiebra a las agencias hipotecarias públicas estadounidenses Fannie Mae y Freddie Mac; la bancarrota de estas sociedades agudizó el debacle financiero en 2008.

Paulson fue el diseñador del programa de rescate bancario mediante la compra de activos tóxicos (TARP) y, anteriormente, presidió el banco de inversión Goldman Sachs. La existencia de esta guerra financiera se muestra en su libro de memorias, titulado "On the brink" (en el borde).

Según el ex secretario del Tesoro, el gobierno de Dimitri Medvedev ofreció a Pekín "en las más altas instancias" realizar una estrategia de venta masiva de bonos hipotecarios norteamericanos de las agencias publicas de EEUU. El objetivo de Rusia era provocar la nacionalización de estas empresas estatales (Fannie y Freddie), a lo que China se negó, según Paulson. No obstante, finalmente ambas agencias fueron rescatadas por la Casa Blanca con el dinero de los contribuyentes.

Paulson asegura que la estrategia se llevo a cabo durante las ceremonias previas a los Juegos Olímpico de Pekin, en un momento en el que las tensiones entre Bush y Putin eran notorias debido al conflicto bélico en Georgia.

La realidad es que ambas entidades estaban muy apalancadas y con débil capitalización para los riesgos que estaban asumiendo comprando carteras de créditos hipotecarios y titulizaciones gracias al dinero procedente de la expansión monetaria realizada por el Banco Central (Reserva Federal) en la última década. De esto no habla Paulson en su libro, ya que implica al Gobierno norteamericano que él pretende ahora excusar.

Y es que la sombra del papel del Estado en la génesis de la tormenta financiera es muy alargada. La debacle económica se ha producido bajo el amparo de las leyes y los políticos que han operado al margen de las normas han visto como les ha salpicado la corrupción. No sólo afecta a la Administración Bush, algunos de los elegidos por el presidente Obama para su "cambio democrático" tampoco son trigo limpio.

Entre otros hechos relevantes, LD ha avanzado que el Congreso de EEUU rechazó elevar el colchón de los bancos para afrontar las crisis, que el organismo supervisor de los mercados bursátiles (SEC, en sus siglas en inglés) conocía el fraude de Bernard Madoff desde 1999 y que las hipotecarias estatales Fannie Mae y Freddie Mac inflaron el valor de las cédulas hipotecarias sembraron el origen de las conocidas hipotecas subprime, incrementaron sus beneficios más de un 80% y, meses después, se declararon en quiebra para luego ser rescatadas con el dinero de los contribuyentes.

Además de explicar cómo los Bancos Centrales han mantenido los tipos de interés artificialmente bajos, favoreciendo la expansión crediticia sin un respaldo de ahorro voluntario real y favoreciendo que se realizaran inversiones ineficientes. No hay que olvidar que el tipo de interés es el precio del dinero y que es fijado por una autoridad pública, siendo el sector financiero un sector en el que el precio de equilibrio lo fija un organismo, no el mercado.

El escándalo definitivo afectó al supervisor de la Bolsa de EEUU.  La SEC (Securities and Exchange Comission) otorgó privilegios a los bancos de inversión para que triplicaran su apalancamiento (deuda) a partir de 2004, factor indispensable para que se produjera la crisis crediticia. Estas cinco entidades (shadow banking) han quebrado y han sido nacionalizadas. Se trataba de Goldman Sachs, Merril Lynch, Lehman Brothers, Bearn Stearns y Morgan Stanley, ¿les suenan?

La quiebra de Lehman mostrada en TV

Es septiembre de 2008 y el responsable ejecutivo de Lehman Brothers Holdings, Richard Fuld, está pensando lo impensable: pide a un abogado de quiebras preparar la documentación necesaria en caso de que el banco caiga.

"El Gobierno no te va a dejar caer", replica el incrédulo abogado, Harvey Miller, al entrar a la oficina de Fuld en el piso 31. "Sería como si el Gobierno estadounidense mismo quebrara". "Sería como si Roma vendiera el Vaticano a los japoneses para convertirlo en un hotel y contratara al papa como botones", bromea.

Días más tarde Miller ve apesadumbrado a cientos de empleados de Lehman vaciar el edificio, transportando sus pertenencias en cajas y maletas. Según explica Bloomberg estas son escenas del programa de la BBC "The Last Days of Lehman Brothers" (Los últimos días de Lehman Brothers), un documental de ficción del colapso de Lehman el 15 de septiembre de 2008, la mayor quiebra en la historia de Estados Unidos.

Después de los créditos de apertura, se lee la siguiente advertencia: "Algo así ocurrió el fin de semana del 12 de septiembre de 2008". Lo recoge la página web Lehman Brothers crisis.

La caída de Lehman y el rescate de los contribuyentes por valor de 700.000 millones de dólares del sistema financiero están siendo material de películas y dramatizaciones en programas de televisión.

La historia es presentada por el narrador Zach (Michael Landes), un joven e irreflexivo banquero de Tennessee que es el "mandadero" personal de Fuld. Empieza filosofando sobre el resentimiento contra Wall Street: "Si hablas con 100 personas, 102 van a decirte que odian a los banqueros". Cuando se monta en el ascensor, el nombre de su jefe aparece en la pantalla de su teléfono móvil. Fuld, calvo y regordete, grita en el teléfono.

"Todo el mundo está vendiendo nuestra acción ¿y tú me pides más?", ladra, mientras toma otra llamada, empuja un plato en la dirección de Zach y le dice: "Estas costillas están frías".

El actor que interpreta el papel de Fuld, Corey Johnson, es verosímil y bufonesco. Se hiperventila en mangas de camisa, insulta al personal y tiene un gorila de juguete en su oficina que golpea cuando las cosas se ponen mal. Fuld mismo es golpeado por un hombre de más edad vestido de traje cuando va de camino a su oficina una mañana.

 



La acción real transcurre en otro lugar: en la sala de juntas de caoba de la Reserva Federal de Nueva York, donde Timothy Geithner (Alex Jennings) (entonces presidente de la Fed de Nueva York y ahora secretario del Tesoro de Estados Unidos) ha reunido a los jefes de los bancos de Wall Street para ver si pueden ayudar a evitar la caída de Lehman. En la primera reunión, el secretario del Tesoro Henry Paulson también está presente.

Paulson (interpretado por James Cromwell) es representado como un tipo duro y estricto. Delgado y con el rostro afilado, se niega terminantemente a sacar al banco de Fuld del atolladero. "No hay dinero público para el rescate de Lehman Brothers", dice en un barítono ominoso.

Fund recurre a todas las opciones posibles en su intento de mantenerse a flote. Lo vemos cortejar a Bank of America Corp. y recurrir a Barclays Plc. Incluso llama a Paulson, quien responde: "El dinero estaba sobre la mesa, Dick. Sólo que tú nunca pensaste que fuera suficiente".Lo que ocurrió hace un año es similar a un drama de proporciones shakespearianas, y la productora ejecutiva Ruth Caleb no escatimó esfuerzos para que el programa fuera lo más verosímil posible.

La majestuosa sala de juntas, la oficina de plano abierto, los trajes de sastre y los acentos son realistas; e incluso los actores se parecen a los personajes originales. Sólo la irreverencia de los banqueros hacia Paulson y Geithner parece excesiva.

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