LD (M. Llamas) Pocos analistas lograron anticipar las turbulencias financieras de 2007 (crisis subprime) y 2008 (quiebras bancarias). De hecho, algunas predicciones económicas han terminado en una auténtico fiasco. ¿Qué pasará en 2009? Los denominados gurús vuelven a mostrar posturas contradictorias sobre el panorama que se avecina en los próximos meses.
Los más optimistas apuestan por un estancamiento económico que se prolongará hasta finales de 2009 ó principios de 2010, en donde la inflación se mantendrá baja e incluso negativa (deflación) durante un tiempo. Sin embargo, los rescates públicos, las históricas bajadas de tipos y las inyecciones de liquidez lograrán reactivar la economía mundial, aventurando incluso la recuperación lenta, pero segura, de las bolsas.
Este diagnóstico, mayoritario, choca frontalmente con las previsiones de los escasos analistas que vaticinaron la actual crisis financiera y económica. Los gurús del Supercrash mantienen su visión pesimista para 2009 y 2010. Es el caso de Jim Rogers o Peter Schiff, presidente de Euro Pacific Capital y prestigioso analista de Wall Street.
Schiff anticipó la crisis financiera
Schiff publicó en febrero de 2007, meses antes del estallido de la crisis subprime, un articulo bajo el título Cómo beneficiarse del colapso económico que se avecina. También se adelantó a la quiebra de los gigantes hipotecarios Fannie Mae y Freddie Mac, así como a la caída de Lehman Brothers o Bear Stearns en 2008.
Y acertó, tal y como se ha encargado de demostrar el paso del tiempo. Schiff, discípulo de la Escuela Austríaca de Economía, avanza ahora que lo peor de la crisis aún está por llegar. Así, el incremento del gasto público hasta niveles récord, tal y como refleja el actual déficit presupuestario de EEUU, y la creciente emisión de dinero por parte de la banca central causará un histórico incremento de impuestos, vía deuda pública. Además, considera que la bolsa de Nueva York mantendrá su tendencia bajista a lo largo del presente año.
La burbuja de la deuda pública
Sin embargo, según Schiff, el escenario aún puede ser mucho peor. En su último análisis, bajo el título El problema de la burbuja de la Fed, afirma que la reciente bajada de tipos en EEUU, hasta un interés próximo al 0%, y la posibilidad de que la Reserva Federal (Fed) compre deuda pública al Gobierno mediante la emisión de nuevos billetes amenaza con provocar una elevada inflación a medio plazo.
Las promesas económicas de Obama incrementarán aún más la deuda y el déficit estadounidense, provocando una venta masiva de bonos. Para evitar el colapso de la deuda pública, la Fed se verá obligada a adquirir gran parte de estos activos. Sin embargo, “el único modo que tiene la Fed para comprar bonos es imprimiendo dinero” sin respaldo alguno, ya que esta institución está en quiebra. Esta nueva emisión de billetes generará la inflación del futuro, según Schiff.
Hacia la hiperinflación
Además, la llegada de una espiral inflacionista hundirá aún más el precio de los bonos. La Fed tendrá así un nuevo incentivo para incrementar la adquisición de deuda en un desesperado intento por evitar el derrumbe de las letras del Tesoro. "Como resultado, la Fed comprará todos los bonos del Tesoro". De hecho, para evitar un aumento de los tipos de interés, la Reserva Federal tendrá que comprar "todo tipo de deuda" (empresarial, municipal, etc).
De llegar a producirse esta situación, la inflación se terminará convirtiendo en “hiperinflación”. “Nuestra moneda carecerá de valor y nuestra economía se arruinará”, añade. Para evitar esta “pesadilla”, la Fed debe “salir del mercado de bonos antes de que sea demasiado tarde” y dejar que los precios caigan hasta que empiecen a ser atractivos para los inversores.
Para ello, según este analista, el rendimiento de los bonos del Tesoro tendría que alcanzar los “dos dígitos”. En la actualidad, la rentabilidad de la deuda pública roza mínimos históricos, muy próximos al 0%, ante la gran demanda de los últimos meses. Y es que, hasta el momento, la deuda está sirviendo como valor refugio ante las pérdidas bursátiles y bancarias.
Sin embargo, el “estallido” de la “burbuja” de la deuda pública tendrá consecuencias más graves: elevada inflación y tipos de interés mucho más altos, advierte. El aumento del coste crediticio disparará las quiebras y la morosidad a todos los niveles y encarecerá, en gran medida, la financiación del propio Gobierno. Schiff alerta que, llegado el caso, el propio Estado necesitará ser rescatado.
La quiebra de EEUU
“La madre de todos los rescates” dependerá entonces de los contribuyentes y de los acreedores extranjeros. El problema es que si no están dispuestos a comprar deuda pública, “la única opción será el impago (default)” de la misma. Es decir, no descarta que EEUU entre en quiebra.
Por último, Schiff critica duramente el nuevo plan de estímulo económico del presidente electo, Barack Obama. Unos 800.000 millones de dólares que, según el líder demócrata, permitirán crear más de 3 millones de puestos de trabajo mediante un ambicioso plan de inversión pública en energías renovables e infraestructuras.
EEUU precisa que “el sector privado genere empleos sin la interferencia del Gobierno. Necesitamos empleos productivos. No queremos trabajar por trabajar. Tenemos que trabajar para aumentar la productividad”, incide Schiff. En definitiva, “menos Gobierno, más ahorro y más producción” son las recetas para salir de la crisis. Sin embargo, los planes de Obama van en la dirección contraria: más gasto público y endeudamiento, cuando “nuestra economía sufre un exceso de ambos”, añade el analista.
De este modo, el Gobierno de Obama no va a generar empleo sino que “va a destruir puestos de trabajo”, según recoge Clusterstock en una entrevista con Schiff. Además, todos estos planes de gasto público no serán costeados mediante aumento de impuestos sino “imprimiendo nuevos billetes”, con los problemas anteriores que ello conlleva. “El Gobierno no puede darnos lo que no tiene”, concluye.