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Pizarro: "En España no hay ahorro para todo lo que queremos hacer"

Para Manuel Pizarro el problema principal de la economía española es la falta crónica de ahorro. La crisis, por su parte, es para el ex presidente de Endesa, una oportunidad para cambiar lo que estaba mal y reconstruir el edificio.

 “Si en la economía no hay consumo, no hay inversión, no hay exportaciones y sin ahorro no se puede funcionar, y estamos en manos de gente que, como no cree en estas cosas, penalizan el consumo con impuestos, no le dan certidumbre a la inversión, están poniendo impuestos que penalizan el ahorro”. Así comenzó la ponencia de Manuel Pizarro durante las jornadas que el Consejo Económico y Social de la Comunidad de Madrid ha celebrado esta semana en un hotel de la capital bajo el lema “¿Hay vida más allá de la crisis?"

La jornada, dividida en tres ejes: el financiero, el inmobiliario y el energético, se centró sobre el escenario que habremos de lidiar una vez terminada la crisis. Los organizadores, el CES de la Comunidad de Madrid, presidido por Francisco Cabrillo, son de la opinión de que la crisis acabará en algún momento y que lo hará antes si se emprenden las reformas que la economía española lleva pidiendo a gritos desde hace mucho tiempo.

El invitado estrella fue Manuel Pizarro, cuya ponencia versó sobre la crisis financiera, la que marcó el comienzo de la crisis. El turolense sabe bastante de esto ya que, aparte de presidir una caja de ahorros, IberCaja, durante casi una década, fue presidente de la CECA, y vicepresidente de la Bolsa de Madrid, institución a la que estuvo ligado durante varios años. Pizarro es una de las personas más autorizadas de España para hablar de finanzas y hacerlo con conocimiento de causa.

Para Pizarro, el origen de la actual crisis es “fruto de que en España no hay ahorro suficiente para todo lo que queremos hacer”. Un drama que puede ir a más si se sigue penalizando el ahorro con medidas impositivas, porque, según Pizarro, este ahorro “se irá a generar riqueza a cualquier otro lado”. La buena noticia es que las comunidades autónomas pueden competir entre ellas para captar inversiones y generar ahorro, y ese sistema de competitividad entre comunidades lo fija la propia Constitución en su título VIII.

Ya metido en harina, Pizarro aseguró que no vivimos una crisis, sino tres: “La crisis de credibilidad de todas las utilities (energía y servicios colectivos), la quiebra de Enron, que es un precedente con lo que ha pasado ahora con la quiebra de los bancos de Wall Street; hubo una segunda crisis de credibilidad, como consecuencia de la crisis de Enron, todo aquél que tenía deuda era maldito (Endesa tenía 26.000 millones de deuda en aquel momento), en segundo lugar había una crisis de todas las empresas que estaban en Iberoamérica y Endesa había metido 8.000 millones de euros en Iberoamérica, y había una crisis de telecos y estábamos metidos de hoz y coz en Auna. Le dimos la vuelta a la compañía, la crisis fue la oportunidad para darle la vuelta a la compañía”.

Las crisis son, por lo tanto, oportunidades. O, al menos, así lo ve Pizarro, que cree firmemente que la “servidumbre y la grandeza de la economía de mercado es que el que sabe y puede dirigir sus esfuerzos hacia lo que tiene que venir gana, y el que no sabe ver lo que acaba de desaparecer pierde y se lo lleva la corriente”. La crisis pone, en definitiva, a cada uno en su sitio y “cabalga a lomos de la destrucción creativa shumpeteriana”, premia al que lo hace bien y castiga al que lo hace mal. Si no se deja funcionar este principio en el sistema financiero español “no terminaremos de limpiarlo nunca”.

La mecha que encendió la crisis fue, para Pizarro, los tipos de interés artificialmente bajos que llevan fijando los bancos centrales desde hace más de una década. La principal función de la banca central es mantener la estabilidad monetaria, es decir, velar por el precio del dinero y para que éste no se deprecie “tiene que ir referido a la inflación. Si el precio del dinero es inferior a la inflación, que es lo que ha pasado, inmediatamente lo que se producirá es una inflación de activos”. Y es aquí donde aparece el fenómeno subprime, es decir, “lo que haría cualquier comerciante: poco margen, mucha rotación”.

La rotación de operaciones con muy poco margen dio lugar a lo que se conoce como titulaciones de deuda, paquetes de pequeñas deudas puestos en el mercado y vendidos al por mayor. Esto se hizo “saltándose todos los encajes bancarios y todas las limitaciones bancarias que hay… se hace, no en España, donde lo prohíbe el Banco de España, pero sí por ahí fuera en lo que se llaman operaciones OTC (over the counter) que, en realidad, son operaciones no contabilizadas en el balance de los bancos”. Un problema mayúsculo porque fuera del balance de una empresa no puede haber nada.

Al final, la economía se recalienta por un superapalancamiento de la banca consentido por los bancos centrales, y todo se viene abajo. Cuando el sistema ha colapsado la respuesta de los Gobiernos fue “lanzar una masa de dinero enorme sobre la banca, porque el interés jurídicamente protegido es el del impositor". En suma, el edificio está en llamas, se ha apagado el edificio y en lo que estamos ahora es en reconstruirlo

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