L D (EFE) “Hay que poner ya en práctica lo que se ha decidido”, advirtió el jefe del Gobierno roji-verde, en declaraciones a la radio pública, sobre el plan de reducir subsidios al paro y prestaciones médicas para contener costes laborales y sanear la seguridad social. “A veces ocurre que hay que imponerse a tiempo”, añadió, respecto a su propósito de acelerar el ritmo de la reforma, pese a las críticas del ala tradicionalista de su Partido Socialdemócrata (SPD) y al peligro de votos tránsfugas desde sus filas.
El canciller se propone plantear este lunes a la ejecutiva del SPD la aprobación de una serie de medidas y encargar a continuación la elaboración de los correspondientes proyectos de ley a los ministros implicados, revela el dominical Bild am Sonntag . Sin embargo, el ex secretario ejecutivo y actual dirigente del área laboral en el SPD, Ottmar Schreiner, ha avanzado que no apoyará el recorte del subsidio del paro —el tope bajará de los actuales 32 meses a 18 meses o 12 meses, según la edad del parado—, ni tampoco la equiparación de los desempleados crónicos con el auxilio social. Según Schreiner, en el partido hay un “número consistente” de diputados que opinan como él.
A Franz Müntefering, jefe del grupo parlamentario del SPD, le corresponderá evitar transfuguismos, ante la precaria mayoría roji-verde del Bundestag (con cuatro escaños por encima de la absoluta). “Los diputados del SPD no deben practicar política de lobby”, advierte Müntefering, en declaraciones al dominical Frankfurter Allgemeine Sonntagszeitung , donde reconoce que las reformas son de difícil digestión, pero políticamente justificadas.
A los dilemas internos del SPD se unen las amenazas de presentar recurso de inconstitucionalidad formuladas por sindicatos y organizaciones sociales. La primera voz en ese sentido fue del presidente de la Asociación Social de Alemania —aglutinante de los intereses de los jubilados—, Peter Vetter, quien habló de llevar hasta el Tribunal Constitucional lo que califica de “ataque masivo” a los derechos del trabajador. El presidente de la Confederación de Sindicatos Alemanes, Michael Sommer, y su correligionario de la Construcción, Klaus Wisehügel, se han sumado a esta iniciativa.
Las críticas internas y amenazas de demanda sindicales contrastan con el tono conciliador y hasta elogioso de la oposición conservadora. A la oferta de cooperación de la presidenta de la Unión Cristianodemócrata (CDU), Angela Merkel, siguieron los elogios del ex ministro de Sanidad de Helmut Kohl, Horst Seehofer, quien considera el plan de Schroeder mejor que el catálogo alternativo del ex candidato conservador a canciller, Edmund Stoiber.
Los aplausos de la oposición pueden allanar el camino a las reformas de Schroeder —sobre todo aquellos aspectos que sean sometidos a la cámara alta, Bundesrat, de mayoría conservadora. Pero tanto elogio de las filas enemigas son también un revulsivo para la izquierda y los sindicatos, que acusan al canciller de traicionar al estado social y a sus propias promesas electorales.
El canciller se propone plantear este lunes a la ejecutiva del SPD la aprobación de una serie de medidas y encargar a continuación la elaboración de los correspondientes proyectos de ley a los ministros implicados, revela el dominical Bild am Sonntag . Sin embargo, el ex secretario ejecutivo y actual dirigente del área laboral en el SPD, Ottmar Schreiner, ha avanzado que no apoyará el recorte del subsidio del paro —el tope bajará de los actuales 32 meses a 18 meses o 12 meses, según la edad del parado—, ni tampoco la equiparación de los desempleados crónicos con el auxilio social. Según Schreiner, en el partido hay un “número consistente” de diputados que opinan como él.
A Franz Müntefering, jefe del grupo parlamentario del SPD, le corresponderá evitar transfuguismos, ante la precaria mayoría roji-verde del Bundestag (con cuatro escaños por encima de la absoluta). “Los diputados del SPD no deben practicar política de lobby”, advierte Müntefering, en declaraciones al dominical Frankfurter Allgemeine Sonntagszeitung , donde reconoce que las reformas son de difícil digestión, pero políticamente justificadas.
A los dilemas internos del SPD se unen las amenazas de presentar recurso de inconstitucionalidad formuladas por sindicatos y organizaciones sociales. La primera voz en ese sentido fue del presidente de la Asociación Social de Alemania —aglutinante de los intereses de los jubilados—, Peter Vetter, quien habló de llevar hasta el Tribunal Constitucional lo que califica de “ataque masivo” a los derechos del trabajador. El presidente de la Confederación de Sindicatos Alemanes, Michael Sommer, y su correligionario de la Construcción, Klaus Wisehügel, se han sumado a esta iniciativa.
Las críticas internas y amenazas de demanda sindicales contrastan con el tono conciliador y hasta elogioso de la oposición conservadora. A la oferta de cooperación de la presidenta de la Unión Cristianodemócrata (CDU), Angela Merkel, siguieron los elogios del ex ministro de Sanidad de Helmut Kohl, Horst Seehofer, quien considera el plan de Schroeder mejor que el catálogo alternativo del ex candidato conservador a canciller, Edmund Stoiber.
Los aplausos de la oposición pueden allanar el camino a las reformas de Schroeder —sobre todo aquellos aspectos que sean sometidos a la cámara alta, Bundesrat, de mayoría conservadora. Pero tanto elogio de las filas enemigas son también un revulsivo para la izquierda y los sindicatos, que acusan al canciller de traicionar al estado social y a sus propias promesas electorales.