La debacle que está viviendo la economía española no se produce por casualidad, ni por la conjunción de fuerzas planetarias que se unen para situar al país en la peor situación desde la llegada de la democracia. Tampoco es la consecuencia directa de una tormenta internacional (que ha sido generada por la banca central en colaboración con las entidades financieras), ya que ningún país de nuestro entorno la crisis se ha saldado con una tasa de paro del 20%. Pero, entonces, ¿quién es el responsable?
Los ciudadanos lo tienen muy claro, a tenor del último sondeo elaborado por el Centro de Investigaciones Sociológicas. Ni siquiera el hecho de que esta encuesta esté elaborada y cocinada por el Gobierno evita que el diagnóstico sea certero y directo: los encargados de velar por la salud de las finanzas españolas son malos alumnos, no hacen los deberes y, en muchas ocasiones, ni siquiera van a clase.
La opinión pública suspende a todos los ministros económicos de José Luis Rodríguez Zapatero, aunque en la mayoría de las ocasiones no sepan ni quienes son.
La que peor nota saca en este curso es Beatriz Corredor, ministra de Vivienda que, siempre que tiene ocasión, repite desde hace meses como un robot la misma consigna: “es un buen momento para comprar un piso”. Los hogares españoles saben que este tipo de propaganda tiene un único objetivo: intentar recuperar un sector inmobiliario antes denostado por los propios miembros del Gobierno. No cuela señora Corredor, por mucho que usted lo diga.
En concreto, la ministra de Vivienda recibe una nota del 3,19, el mayor suspenso de los ministros económicos de Zapatero. Además, en el caso de Corredor se da la circunstancia de que la mayoría de los ciudadanos no saben a qué se dedica y si se la cruzan por la calle no la reconocerían.
El 56,2% de los preguntados por el CIS afirma “no conocer” a la ministra, aunque le paguen su sueldo religiosamente todos los meses.
El segundo en la lista de malos alumnos es, como no, el ministro de Trabajo, Celestino Corbacho. España camina inexorablemente hacia los cinco millones de desempleados, pero al que será recordado como el ministro del paro parece no importarle demasiado, por lo menos no se considera responsable de esta sangría.
No es de extrañar, hay que recordar que Corbacho descartaba hace meses que se fuera a alcanzar la cifra de cuatro millones de parados y en octubre de 2008 dijo que la crisis financiera internacional “en dos meses debería estar finiquitada” porque “hay mucho dinero” en el Banco Central Europeo (BCE). Tremendo.
Por ello, los ciudadanos le ponen una nota de 3,3 sobre 10. Un suspenso rotundo y sin paliativos. Por lo menos el caso de Corbacho no es como el de Corredor, ya que a él sí le conocen (el 52,6% de los encuestados sabe quien es). Le será muy útil si finalmente se presenta a las elecciones catalanas por el PSC.
El tercero en la lista de malos alumnos es Miguel Sebastián, titular de Industria, Turismo y Comercio. El precursor del coche eléctrico en España se ha caracterizado por jugar a varias bandas, defendiendo en los círculos íntimos la energía nuclear y criticándola ante los medios de comunicación; y dando subvenciones a las compañías que invierten en fuentes renovables y rescatando a los productores de carbón; entre otras actitudes de corte esquizofrénico.
Ni siquiera el impulso a la Televisión Digital Terrestre y las ayudas públicas a la compra de coches (que los contribuyentes pagan dos veces: en sus nóminas y en sus declaraciones de la Renta), le salvan de la quema. Los ciudadanos le suspenden con un 3,45, aunque el 46,2% de los encuestados por el CIS no sepan a que se dedica el señor Sebastián.
Elena Espinosa ocupa el cuarto lugar en la lista. La ministra de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino es también desconocida para el 47,8% de los ciudadanos, lo que no evita que le pongan una nota de 3,55.
Espinosa fue la encargada de negociar las ayudas a la agricultura en el marco de la UE hace unos años y ahora parece una ministra sin competencias, al estar la mayoría de sus funciones teóricas encuadradas en otros ministerios.
La siguiente es Cristina Garmendia, la ministra encargada de la cartera de Ciencia y Tecnología. La última vez que tuvo una intervención de cierta importancia fue cuando criticó la reducción de la inversión en investigación, desarrollo e innovación en los Presupuestos Generales del Estado para 2010. Al día siguiente se retractó y sigue desaparecida en combate, con la excepción de su participación en algunos actos públicos donde afirma que el cambio de modelo productivo “ya está ocurriendo”.
Garmendia es la ministra más desconocida tras Corredor, ya que el 51,6% de los ciudadanos desconoce su existencia. Los que sí la valoran le ponen una nota del 3,66, es decir, otro suspenso.
Y para cerrar la lista está la jefa de todos ellos: la vicepresidenta segunda y ministra de Economía y Hacienda, Elena Salgado. La ejecutora de la política económica de Zapatero es responsable de la mayor subida de impuestos de la historia, de unos Presupuestos del Estado que son irreales, inviables y ahora papel mojado, de la falta de reformas estructurales de calado que permitan a España capear el temporal y de las presiones a los organismos oficiales para maquillar las estadísticas, entre otras lindezas.
Los ciudadanos le ponen una nota de 3,72, calificación que seguro empeorará cuando se realice la próxima encuesta, ya que el sondeo fue realizado en abril, cuando la economía española todavía no había sido intervenida de facto por la Unión Europea, con un paquete de rescate para países incumplidores y una misión del Fondo Monetario Internacional (FMI) para revisar las cuentas que ha hecho la señora Salgado.
El más valorado, aunque también suspende con un 4,09, es José Blanco, titular de la cartera de Fomento. Parece que su ataque a los controladores aéreos le ha gustado a los ciudadanos, aunque muchos de ellos saben que se trata de una cortina de humo para privatizar AENA, que gestiona los aeropuertos españoles.
La gestión del cierre del tráfico aéreo tras la nube emitida por el volcán islandés también puede haber afectado a la opinión que tienen los hogares sobre la capacidad de Blanco para gestionar su cartera ministerial.