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Tan difícil como siempre... o incluso más

Invertir no es fácil, pero cada semana voy a tratar de ayudarles modestamente en esta travesía compartida.

No descubro nada si digo que el arte de gestionar la riqueza, de adquirirla, conservarla, incrementarla, hacerla fructífera y transmitirla a la siguiente generación está plagado de dificultades. Muchas son las competencias que se exigen para no encallar en esta odisea. Junto a virtudes como la paciencia, la prudencia, la constancia o el temple, ya de por sí difíciles de dominar, se necesita perspicacia y perspectiva, además de conocimiento y, por supuesto, algo de suerte.

Cada semana, desde esta columna, voy a tratar de ayudarles modestamente en esta travesía compartida. He titulado esta columna Tan difícil como siempre... o incluso más no sin motivo. A día de hoy, con monedas que pierden poder adquisitivo mes a mes y deuda pública cercana a recibir la calificación de dudoso cobro en no pocos países desarrollados, incluso el inversor más temeroso tiene difícil la mera conservación de sus ahorros. Gobiernos erráticos regulan, redistribuyen, expropian y subvencionan con escasas luces y la máxima arbitrariedad, estableciendo además fiscalidades confiscatorias que gravan las meras ganancias nominales. El entorno empresarial es difícil, cambiante, globalizado y supercompetitivo. Grandes corporaciones envidiablemente establecidas como Kodak o General Motors pueden perder más del 90% de su valor en menos de una generación.

¿Qué se puede hacer ante este panorama? Principalmente, dos cosas. Imaginar el mejor uso de la gran variedad de posibilidades de inversión que tenemos a nuestro alcance y tratar de comprender al máximo el entorno económico para tener mejores posibilidades de prever el curso y la dinámica de los acontecimientos.

En ambos terrenos somos afortunados. Hoy tenemos la posibilidad de invertir en un sinfín de países con sólo apretar el ratón de nuestro PC. También tenemos instrumentos que cubren prácticamente cualquier estrategia: fondos monetarios, de renta fija, de renta variable y garantizados en cualquier moneda; acciones de toda clase de sectores, mercados y capitalización; los ETF, REIT...

Mejor aún, disponemos de un corpus teórico muy bien armado, construido a partir de los aportaciones de los especialistas de la Escuela Austriaca de Economía, que nos permite comprender prácticamente cualquier variable de las fluctuaciones de la economía, las claves del crecimiento empresarial, el sistema de formación de precios, la creación de valor, el desempleo, los tipos de cambio, el valor de la moneda y su depreciación, los peligros de las malas finanzas y políticas públicas, el crédito y los tipos de interés.

Y finalmente, y no menos importante, tenemos las enseñanzas y las experiencias de los grandes inversores de éxito: los Peter Lynch, Warren Buffet, Mohnish Pabrai, Benjamin Graham, John Templeton, Phillip Fisher... que durante décadas y en los entornos económicos más variados han conseguido, una vez sí y otra también, duplicar su patrimonio cada cuatro o cinco años.

Ese es, pues, el reto. Hacer comprensible y manejable este maremágnum, avisarle de los riesgos a los que se enfrenta y, en la medida de lo posible, descubrir oportunidades que puede merecer la pena considerar. La semana que viene empezamos.

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