Los excesos cometidos por algunas grandes firmas de Wall Street -y más concretamente los bancos de inversión- están generando un enorme rechazo por parte del pueblo norteamericano.
Incluso desde la Casa Blanca se está fomentando este tipo de comportamiento para que los ciudadanos no se fijen en las acciones cometidas por el organismo supervisor de los mercados (SEC, por sus siglas en inglés) y por la propia Reserva Federal.
A pesar de que todos los líderes mundiales basan toda su estrategia política en la demonización del mercado, atribuyéndole todas las maldades posibles y haciéndolo responsable de la crisis financiera, todo ha ocurrido bajo el amparo de las leyes, aunque los políticos que han operado al margen de las normas han visto como les ha salpicado la corrupción, especialmente a los elegidos por el presidente Obama para su "cambio democrático".
Por citar algunos ejemplos, el Congreso de EEUU rechazó elevar el colchón de los bancos para afrontar las crisis, que el organismo supervisor de los mercados bursátiles (SEC, en sus siglas en inglés) conocía el fraude de Bernard Madoff desde 1999 o que las hipotecarias estatales Fannie Mae y Freddie Mac inflaron el valor de las cédulas hipotecarias, incrementaron sus beneficios más de un 80% y, meses después, se declararon en quiebra.
Aunque la acción más importante para generar la crisis fue la propia SEC, que dio privilegios a los bancos de inversión para que triplicaran su apalancamiento (deuda) a partir de 2004, factor indispensable para que se produjera la crisis crediticia. Estas cinco entidades han quebrado y han sido rescatadas por el Gobierno.
En concreto, se trataba de Goldman Sachs, Merril Lynch, Lehman Brothers, Bearn Stearns y Morgan Stanley. Estos bancos de inversión solicitaron a la SEC que les permitiera violar con total impunidad los criterios de capital vigentes, con el objeto de poder prestar más dinero sin que existiera un respaldo de activos en sus balances.
Todo ello sin mencionar el papel clave de la Reserva Federal, que realizó una política monetaria expansiva que generó un volumen crediticio sin predecentes, impulsando el valor de los activos sin el necesario aumento de ahorro por parte de ciudadanos y empresas.
Campaña de propaganda
Ante este escenario, la mayor entidad que agrupa a firmas de Wall Street ha iniciado una campaña para contrarrestar la reacción ''populista'' contra las entidades financieras y sus responsables, contratando a dos ex ayudantes del ex secretario del Tesoro Henry Paulson para liderar la iniciativa, según informa Bloomberg.
En informes de reuniones confidenciales con altos ejecutivos financieros, la entidad sectorial Securities Industry and Financial Markets Association (SIFMA) dijo que empezó este mes con la ''fase de ejecución'' de la operación.
El plan va dirigido a los responsables de la política económica y a los medios de comunicación de Nueva York, Londres, Washington y Bruselas y pide un acercamiento "ciudad por ciudad y a la gente corriente''. El sector financiero ''debe percibirse como parte de la solución, lo que le permitirá defenderse mejor contra una sobrerreacción populista'', dicen los documentos, preparados para una reunión del consejo de la SIFMA.
Las minutas de la reunión del consejo y las notas de asistentes perfilan un programa elaborado por firmas de encuestas, de lobby y de relaciones públicas a las que se les pagó al menos 85.000 dólares mensuales por persona.
''Es imperativo que en este histórico período de reformas al sector financiero le sea reconocido que desempeña un positivo papel en buscar cambios y en proporcionar soluciones a los problemas a los que nos enfrentamos'', dice uno de los documentos. "Hay actualmente un escepticismo generalizado sobre el compromiso del sector para este cambio necesario''.