España ha cerrado 2010 con más de 4,7 millones de parados oficiales, según el avance de la Encuesta de Población Activa (EPA) que hace AFI-Agett, lo que supone una tasa de desempleo del 20,3% de la población activa. Es la más alta del mundo desarrollado y duplica la de países que están a punto de suspender pagos (Portugal) o que han sido rescatados por Washington y Bruselas (Irlanda y Grecia).
Y lo peor de todo es que en 2011 España seguirá destruyendo empleo, ya que el Gobierno no va a facilitar a las empresas que contraten trabajadores, más bien todo lo contrario, ya que ha decidido dar marcha atrás en la reforma laboral para contentar a los sindicatos y evitar así un enfrentamiento con estas organizaciones que son responsables en buena parte de la sangría laboral española.
Nuestra economía está endeudada hasta las cejas y periódicamente debe pedir dinero a los inversores para seguir funcionando. Cada vez que se emite deuda se encarece el coste de la misma (como ayer, que el interés subió casi un 30% a pesar del apoyo del Banco Central Europeo) ya que los acreedores no confían en que España vaya a pagar en tiempo y forma. Es lo mismo que le pasa a una familia que acude a una entidad financiera para refinanciar su hipoteca: le dan más tiempo para pagar, pero le suben el tipo de interés y le piden un aval que garantice el abono de las cuotas mensuales, además de demostrar que en la casa entra el dinero suficiente como para hacer frente a la hipoteca.
En el caso español, el avalista es el BCE y el fondo de rescate comunitario, pero el problema estructural se encuentra en la falta de ingresos suficientes para pagar lo que se debe. Como el gasto es desmesurado en comparación con la capacidad del Estado para generar dinero en la caja, pues los inversores castigan nuestra deuda, subiendo más el coste.
Pero, ¿qué hace falta para que un país cree riqueza? Pues que haya empresas que creen empleo. Y ¿qué necesitan los emprendedores para lograr este fin? Flexibilidad en el mercado laboral y un sistema financiero que sea un verdadero intermediario entre el ahorro de la economía y las necesidades de crédito del sector privado.
Pues bien, el Gobierno huye de estas dos reformas que son fundamentales para devolver la confianza a los mercados. La reforma del sistema financiero es una chapuza que está situando a muchas cajas de ahorro al borde del abismo y que va a requerir miles de millones de ayudas públicas a través del FROB. Y en cuanto a la reforma laboral, más de lo mismo. Las tímidas modificaciones introducidas en la normativa que regula el mercado de trabajo son ahora descafeinadas por el Gobierno para lograr el aplauso sindical y, a cambio, lograr el apoyo de los estómagos agradecidos de CCOO y UGT para retrasar la edad de jubilación.
Todos los diarios económicos destacan en sus portadas este cambio de rumbo. Expansión asegura que "Trabajo da marcha atrás en la reforma laboral: el despido con veinte días de indemnización se obstaculiza ahora a las empresas". El Gobierno "quiere compensar a los sindicatos por el retraso en la edad de jubilación a 67 años".
Por su parte, Cinco Días explica que "Trabajo endurece el despido barato y concede un respiro a los sindicatos". La indemnización de 20 días por año trabajado "sólo podrán utilizarla las empresas que justifiquen pérdidas prolongadas" y "deberán aportar las cuentas completas de los dos últimos años". Justo debajo de esta información de portada, el periódico de Prisa anuncia que "CCOO rechaza la huelga y ve cercano un acuerdo en pensiones".
En cuanto a El Economista, en primera página considera que "Zapatero sacrifica la reforma laboral para ganarse a los sindicatos": no habrá despidos por pérdidas temporales. "Las constantes amenazas de CCOO y UGT de convocar una nueva huelga general, al final, han dado sus frutos":
"El reglamento de los Expedientes de Regulación de Empleo (ERE), que se aprueba hoy en Consejo de Ministros, endurece las causas económicas de despido objetivo. De hecho, deshace los avances que se consiguieron en la reforma laboral, cuando se admitió como pérdidas económicas la previsión de pérdidas futuras. El nuevo texto define que la previsión de pérdidas no debe tener "un carácter meramente coyuntural", sino que deben ser estructurales. Esto coarta la flexibilidad que se introdujo en la reforma aprobada en septiembre para que los empresarios tuvieran la posibilidad de adaptarse a una futura crisis en su empresa antes de verse inmersa en ella".
Por cierto, ¿a nadie se le ha ocurrido que si retrasamos la edad de jubilación y, al mismo tiempo, encarecemos los costes laborales de las empresas, va a aumentar el volumen de parados y, por lo tanto, va a ser cada vez más difícil que la caja de la Seguridad Social tenga suficiente dinero para pagar las pensiones de los jubilados?