Coincidiendo con un nuevo varapalo judicial –el Supremo acaba de confirmar la condena de un año y once meses de cárcel por fraude a la Seguridad Social-, la mujer de Jesulín de Ubrique, María José Campanario, concede una larga entrevista al suplemento dominical de El Mundo en el que habla de su marido, de sus inquietudes, de la prensa y del caso que la llevó al banquillo.
"Yo sigo manteniendo que soy inocente de todos los delitos que se me imputaron en su momento. Exactamente igual que mi madre", dice Campanario, que sostiene, convencida, que "le podría haber pasado a cualquiera". "Fui víctima de un engaño. De hecho, no sólo se sentó en el banquillo María José Campanario, sino otras 32 personas. Si a ti te dicen que van a revisar una minusvalía que tiene tu madre y que puede percibir algo que le corresponde, hubieras hecho lo mismo", cuenta a la entrevistadora. Sobre su madre, sostiene que sí trabajó "desde bien pequeña, con ocho años". "Tiene los huesos destrozados de vendimiar, de cortar ajos y de servir en casas", afirma cuando se le recuerdan las acusaciones de que nunca tuvo un empleo.
Campanario se declara indignada por el tratamiento mediático y afirma que lo pasó tan mal que sufrió alopecia por el estrés: "Había mañanas en que no me apetecía ni levantarme. No todo eran los cinco minutos que salía en televisión. La procesión iba por dentro". También alude al episodio de su expulsión de la facultad tras el fallo: "No sólo me condena la Audiencia Provincial de Cádiz, sino que me condena también una universidad".
La charla con Nieves Herrero coincide con el décimo aniversario de su boda con el diestro. Tras una relación que ha estado en boca de todos los tertulianos del corazón gracias en buena parte a la ex del torero, Belén Esteban, Campanario defiende su matrimonio aunque afirma que "ha sido un tiovivo, unas veces arriba y otras abajo". Tanto su marido como ella, añade, tienen un carácter fuerte, por lo que la relación "ha sido como un choque de trenes en alguna ocasión.
Cuenta también que ella no es celosa, pero que su marido sí tiene "ese punto machista de ‘si puedo tener a mi mujer atada a la pata de la cama’, mejor". Ella, mientras, volvió a los estudios cuando se vio "reducida a mi casa y a mis hijos". "Aún soy joven y quiero seguir avanzando". De lo único que se niega a hablar es de Belén Esteban y de su hija, Andrea. "No puedo opinar, no quiero hacerlo", zanja.