Y es que el film dirigido por Leif Lindblom acusa todos los vicios habituales de las adaptaciones de la ola de autores de serie negra, y que no son sino una realización plana, chata y televisiva a más no poder, unas interpretaciones despegadas y una tendencia peligrosa a la monotonía más injustificada.
Adaptación del best-seller homónimo de la escritora sueca Asa Larsson, Aurora Boreal cuenta la investigación del asesinato de un predicador religioso en una remota y aislada población del norte de Suecia. La cadena de acontecimientos que la abogada Rebecka Martinsson (Izabella Scorupco) presenciará a continuación le llevará a descubrir a una peligrosa trama en la que todos, incluso ella, tienen cosas que ocultar.
No obstante y a pesar de lo señalado arriba, Aurora Boreal se las arregla para poseer cierta gracia visual, aunque esta viene dada más por los paisajes privilegiados y los fríos ambientes del norte de Suecia que por la labor sin garra de Lindblom. La luz, la nieve y la sensación de aislamiento que desprenden las localizaciones le vienen muy bien a la intriga literaria urdida por Asa Larsson, al tiempo que el film consigue capturar cierta idiosincrasia social y religiosa entre exótica y feroz.
Otro punto a favor, casi el único que le queda, a Aurora boreal, es el feliz reencuentro con la muy desaparecida Izabella Scorupco. La que fuera chica Bond en Goldeneye, (y que repitió con el director Martin Campbell en la olvidada Límite vertical) se desdobla perfectamente en el papel de improvisada investigadora, conserva intacta toda su belleza (o más) y lleva el peso del film con competencia, aunque tampoco evite la peligrosa tendencia al aburrimiento que generan todas las películas a rebufo de la saga Millenium.