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con Benicio del Toro y Anthony Hopkins

El Hombre Lobo: El último monstruo clásico

Tras varios contratiempos y retrasos, el film con Benicio del Toro y Anthony Hopkins llega con la promesa de ser el primero de una serie de adaptaciones de monstruos de la Universal. Pese a su densa atmósfera, su falta de pretensiones y su innegable encanto, la película sufre graves problemas.

Tras varios contratiempos y retrasos, el film con Benicio del Toro y Anthony Hopkins llega con la promesa de ser el primero de una serie de adaptaciones de monstruos de la Universal. Pese a su densa atmósfera, su falta de pretensiones y su innegable encanto, la película sufre graves problemas.

Lanzar a un mercado copado por el hiperrealismo tecnológico de Avatar un film como El Hombre Lobo, cine de terror de hechuras clásicas y voluntariamente demodé, tiene sus riesgos. El film de Joe Johnston quiere por ello contentar a todas las audiencias, quizá a demasiadas, y se presenta con una pata puesta en los ambientes lúgubres y el barroquismo gótico del Drácula de Coppola, otra en la sencillez conceptual del clásico de la Universal, y la tercera en el puro espectáculo digital, el ruido y el susto fácil.

Quizá tenga algo que ver el difícil nacimiento de la criatura. El Hombre Lobo ha sufrido demasiadas reescrituras, metamorfosis, cambios de director, montaje e incluso de música. Algunos de ellos resienten el resultado final, como ese montaje apresurado que fastidia el clima de algunas secuencias, y que confunde en otras (como en esa, importantísima, que tiene lugar en el campamento gitano). Algunos fragmentos del guión son de juzgado de guardia, pero en contrapartida se combinan con episodios bien dialogados (por escuetos y misteriosos, a pesar de cierta monotonía en la interpretación de Del Toro o Hopkins) y otros de acción espectacular bien dosificada (la huida del manicomio en Londres, repleta de sangre y vísceras, y que culmina en un homenaje a Un hombre lobo americano en Londres).

Pero, con todos sus desequilibrios y defectos, que son bastantes, El Hombre Lobo me sigue pareciendo un film de fantasía elegante. Conserva la tragedia y la magia de su materia prima original de forma jovial y estilizada, desnuda de efectismos, y sin bromear con sus personajes. El film respeta el drama y la tragedia del mito sin ironías o dobles sentidos, y todo ello sin renunciar a satisfacer a las nuevas generaciones. Camufla el limitado artificio de su guión con un indisimulado aroma a serie B escueta y honesta, limpia de psicologismos y sin limitarse a ser un juguete para mitómanos, y ese es el quid de la cuestión. Además, Johnston agrada aportando una sorprendente violencia y no escatima sangre y vísceras, pero lo hace con un cachondo y distinguido sentido del humor que no cae en el gore más salpicón.

Es verdad que la inseguridad y las dificultades durante su confección se reflejan en la confusión en algunos episodios del relato, o en el escaso aprovechamiento de otros (como los que tienen lugar en el psiquiátrico) así como de los personajes. Es una película extraordinariamente irregular. Pero en el corazón de El Hombre Lobo habita un film sincero, maduro y comedido, a la vez que trágico y romántico. Resulta tan fiel al original como freak, y conserva una elegancia y un sentido de la tragedia (conjugada con la diversión) que a recientes shows digitales y terroríficos les es ajena. Para un servidor eso es droga dura.

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