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Hollywood no quiere que sus galas sean divertidas

Él fue la auténtica noticia de los Globos de Oro. No dejó títere con cabeza... y ahora el descabezado es él.

El pasado domingo por la noche tenía lugar la Gala de los Globos de Oro, que cada año concede la Hollywood Foreign Press Associaton (HFPA), con la martingala habitual de estos saraos. La alfombra roja, los modelos exclusivos, las mesas de gala y las caras famosas. Los flashes, las sonrisas. Todo habría sido un rosario de lugares comunes en el evento segundón del séptimo arte, hasta que su presentador entró en escena.

El cómico y guionista británico repetía como maestro de ceremonias, y venía con las pilas cargadas para enmendar los errores del pasado año. Si hay algo que Ricky Gervais detesta es resultar predecible o soso. ¿Moderación? Este año no iba a pasar inadvertido.

El director de The Office comenzó su monólogo de apertura de la gala como una auténtica declaración de intenciones:"Va a ser una gran noche de fiesta y borrachera. O lo que Charlie Sheen llama desayuno", dijo, en referencia a su conocidísima inclinación al alcohol. A Sheen no fue la única perla que le dedicó: hizo referencia a tórridos episodios en los que éste habría contratado a una actriz porno, presentándosela después a su mujer... "Y eso en un lunes. ¿Qué reserva este tío para fin de año?", bromeó.

Las risas en el auditorio iban, progresivamente, ahogándose. Quizás por la certeza de que pocos se librarían de su ácida ironía. Y no se equivocaban. "Me gustaría acallar los rumores que dicen que la única razón por la que The Tourist ha sido nominada es que la HFPA podía pasar tiempo con Johnny Deep y Angelina Jolie. Esa no es la única razón. También aceptaron sobornos". A Deep se le iba amargando el gesto, y se le hacía más complicado aguantar el tipo, porque Gervais siguió atizándoles presumiendo de no haber visto The Tourist: "Nadie lo ha hecho. Bueno sí, por eso está aquí nominada...¿no?".

La polifacética Cher fue la siguiente en sufrir la mordacidad del británico. Gervais tiró de una historia que acusaba a los miembros e la HFPA de aceptar –fraudulentamente- un viaje para ver Burlesque (ese ¿musical? de Cher y Christina Aguilera). "Todo lo que ocurrió fue que llevaron a algunos a ver a Cher en concierto. ¿Cómo narices puede ser eso un soborno? En serio, ¿quieres ir a ver a Cher? No. ¿Por qué no? Porque no estamos en 1975". En el teatro, ya solo quedaban sonrisas pícaras, las carcajadas eran cada vez más escasas.

Para que nadie del celuloide se sintiera especialmente atacado, el maestro de ceremonias repartió equitativamente: resumió la película de Jim Carrey y Ewan McGregor diciendo "dos actores heterosexuales simulando ser gays. Algo así como lo diametralmente opuesto a algunos famosos cienciólogos". Si Travolta o Tom Cruise se sintieron aludidos, es pura coincidencia. "Mi abogado me ayudó a elegir las palabras de este chiste", puntualizó.

A las chicas de Sexo en Nueva York II–evidentemente, sin nominación alguna- las quiso consolar aduciendo que él les habría dado el premio a los mejores efectos especiales: "al menos por cómo habéis quedado en la portada de la película. Os quiero dar un mensaje: ¡Chicas, sabemos que sois viejas! Os ví a alguna de vosotras en un episodio de Bonanza...".

La presentación de Bruce Willis también fue memorable: "El papá de Ashton Kutcher", dijo. Para los no iniciados, se estaba refiriendo al casi adolescente marido de su ex mujer, Demi Moore. Pocos han sido los críticos que se han rendido a la exquisita irreverencia de Gervais. El establishment de Hollywood –más encorsetado de lo deseable– se apresuró a negar con la cabeza y declararse enormemente "ofendidos" en cuanto finalizó la gala.

El día después: las estrellas y los críticos, de morros

Y la mañana siguiente, los críticos escribieron con fuerza sus condenas al nulo correctismo del británico, el New York Times se escudó en el "silencio incómodo" de la sala durante sus bromas, y Time se rasga las vestiduras tildándolo de "insurrección". Al crítico del Entretainment Weekly casi le cuesta un soponcio las "groserías" de Gervais.

También los actores han sido raudos en el sentimiento de ofensa. Muchos descolgaron el teléfono para hacer oficiales sus quejas a la Hollywood Foreign Press Associaton, exigiendo que esto "no se volviera a repetir". Su preferencia por las bromas blancas quedó demostrada. Y la HFPA no puede decepcionar a sus estrellas, por lo que ha claudicado sin demasiada presión: Gervais no volverá a presentar los Globos de Oro, según ha hecho oficial un portavoz: "Fue demasiado lejos en sus bromas y representantes de algunos actores llamaron para quejarse", alegó.

Pero hubo otros maestros del celuloide allí presentes que no despertaron a sus agentes para que abroncaran a la gran HFPA. Robert De Niro fue el primero en seguir las ácidas bromas de Gervais en el escenario, sumándose al tono humorístico del presentador, que le había gastado una broma sobre sexo oral: "Antes de esta gala fueron deportados muchos de los votantes, junto a la mayoría de los camareros y Javier Bardem", remató De Niro, sin complejos.

Sea como fuere, este anuncio no ha pillado por sorpresa al británico, y además ha dado sentido a una de sus frases durante la Gala: "Cuando se vea el guión todo el mundo se dará cuenta de que es el último". Et voilà.

Pero, en el fondo, es preferible que Gervais sea apartado de la presentación de los Globos de Oro. Por años que pasen, jamás será capaz de darle a la academia la gala blanca y correcta que permita a sus estrellas lucir ortodoncias, gratificadas por los halagos que lance el dócil presentador. La gala correcta, tan soporífera y aburrida como todas esas crónicas que comienzan con la coletilla de "en la antesala de los Óscar...".

Para incorrecciones, ya tenemos The Office.

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