Con motivo de su participación en un acto organizado por el Instituto Cervantes de Berlín, Ernesto Cardenal ha alumbrado esta nueva teoría político-cosmológica, según la cual resulta necesario que los habitantes de otros planetas puedan experimentar de primera mano las bondades del socialismo. No ha aclarado si acudirá él personalmente a implantar la dictadura marxista como hizo en Nicaragüa, porque Neptuno, y no digamos otros planetas fuera del Sistema Solar, quedan más lejos que el Caribe, pero su deseo es que ningún habitante de la galaxia se quede sin su ración correspondiente de socialismo según el patrón terrícola.
Aquí en nuestro planeta, Cardenal anda bastante desencantado con la revolución de inspiración marxista que él contribuyó decisivamente a implantar en Nicaragüa, hasta el punto de que prefiere no opinar sobre la dictadura de Daniel Ortega, que hacía la revolución mientras abusaba sexualmente de su hija, porque va a volver a vivir allí y “no quiere tener problemas”. “Ahora no tenemos libertad para hablar”, zanjó el poeta octogenario.
Como todos los fanáticos marxistas, Cardenal huye de las evidencias que demuestran lo que el socialismo provoca en todos los lugares en que se ha puesto en práctica, y prefiere atribuir los desastrosos resultados que inevitablemente se producen a la impericia de los líderes. Tal vez sea esa la razón que le impulsa a trascender las fronteras planetarias en la expansión del marxismo: En otros planetas no conocen a Daniel Ortega. Y él tampoco.