La nueva comedia escrita y dirigida por Nora Ephron demuestra que cuando acierta, y a veces lo logra, lo hace de verdad. Neoyorkina de pura cepa al igual que Woody Allen, a Ephron se le debe la autoría total de Algo para recordar y Tienes un E-mail, además del memorable libreto de Cuando Harry encontró a Sally. No obstante y a diferencia de Allen, sigue provocando recelos y al igual que otros cineastas norteamericanos como Robert Zemeckis -que pronto estrenará la fascinante Cuento de Navidad- apenas se le concede el crédito merecido, precisamente por trabajar dentro de la industria y haber perpetrado algún que otro dislate.
Pero Julie y Julia es una muestra palpable de su acierto. El film narra dos historias paralelas en diferente tiempo y lugar de forma magistral, y planea por dos épocas y dos personalidades con ligereza y sin caer en la comedia romántica más insustancial (para eso está La cruda realidad). Por un lado, Julie & Julia nos narra los intentos de Julia Child por triunfar en el mundo de la cocina en el París de los 50. Child acabaría alcanzando la fama en Norteamérica gracias a su libro de cocina, que varias décadas después la desengañada treintañera Julie Powell va a tomar como referencia para dar sentido a su vida...
La primera de ellas está interpretada por una Meryl Streep que vuelve a dar una lección de interpretación y se transforma, literalmente, en Julia Child. La protagonista de Mamma Mía! se come la pantalla con una personalidad exultante que es fundamental apreciar en versión original. A su lado y sin nunca encontrarse con ella, Amy Adams contesta a la diva y demuestra que podría ser el último gran hallazgo del género, capaz de seducir a la platea con encanto y calidez y sin caer en el sobado tópico del neurótico neoyorkino.
Por ambas historias planea la dirección de Ephron, la mejor de su carrera, alternando sutileza (ver la reacción de Julia cuando recibe la noticia del embarazo de su hermana, y la cámara que nunca se inmiscuble) y sarcasmo, y aportando una vigorosa y compacta narrativa que sólo se resiente en sus pasajes finales, debido a una cierta ausencia de climax y un leve exceso de metraje.
Por el camino, Ephron aprovecha al cien por cien las posibilidades de dos escenarios privilegiados y no deja que la glucosa tome al asalto la película, elaborando un guión de esos que debería ser utilizados en la docencia. Porque Julie y Julia es un entretenimiento despreocupado pero nunca insustancial, positivo pero no cursi, que además se permite comenzar recordando la tragedia del 11-S sin caer en lo obvio (y, todo sea dicho, apuntarse al carro del Hollywood demócrata con decharrante y fullera ironía). Una de las mejores comedias de la temporada.