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ESTRENO: 18 DE NOVIEMBRE

Luna Nueva: Festival de pucheros adolescentes

La segunda entrega de la saga Crepúsculo se estrena un miércoles para deleite de una masiva platea adolescente. A las aventuras de la humana Bella y el vampiro Edward se les añade un nuevo protagonista. Todo un festival de desamor y posturas adolescentes con sus dos afectadísimos protagonistas.

La segunda entrega de la saga Crepúsculo se estrena un miércoles para deleite de una masiva platea adolescente. A las aventuras de la humana Bella y el vampiro Edward se les añade un nuevo protagonista. Todo un festival de desamor y posturas adolescentes con sus dos afectadísimos protagonistas.

Bella y Edward han logrado seguir adelante con su peculiar relación, pero un incidente aislado desencadena una serie de eventos que amenaza la vida de la sufrida protagonista. El distanciamiento entre ambos hará que Bella retome la amistad con el enigmático Jacob Black, quien al igual que Edward, esconde un secreto ancestral.

Y ni hombres lobo ni vampiros: personalmente todos los personajes que pululan por la aburridísima saga Crepúsculo me parecen espectros, incluyendo la afectadísima adolescente humana que se debate entre el amor de uno u otro monstruíto. Porque Luna Nueva es precisamente eso y no otra cosa: dos largas horas de metafísica trascendental del amor adolescente, sin cortapisas ni limitaciones.

Pero lo peor es que Luna Nueva es un film que carece de suspense, acción o dramatismo, que plantea tramas y personajes que luego deja descolgados, y que bebe sin pudor de la mitología del cine de terror para desvirtuarla y convertirla en un mero triángulo amoroso reiterativo y falaz, concepto que se repite en todos y cada uno de los aburridísimos diálogos del invento de su autora literaria, Stephenie Meyer.

¿Los aspectos técnicos?. Pues algo mejores que en la primera entrega, en algo se tenía que notar la inyección de presupuesto. Con una excelente banda sonora de Alexandre Desplat –apagada, por supuesto, por la consabida retahíla de canciones de grupos juveniles- y una fotografía melancólica y monocromática del español Aguirresarobe, Luna Nueva es de todas formas un film muerto, absolutamente inútil y que, para más inri, acaba igual que empieza, dando la sensación de que la aventurilla no ha servido para nada.

En fin, que Luna Nueva es un larguísimo tratado de esquizofrenia adolescente, un pretencioso mamotreto romántico sin un ápice de humor. La hiperexitosa saga ha revelado ya sus fauces, y se escamotea de todo intento de contar una historia emocionante (y tenía oportunidades para ello), reduciéndose finalmente a una operación de tanteo comercial de su audiencia como cualquier otro, utilizando como reclamo un festival de posturitas de sus descamisados supermachos protagonistas.

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